Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

17 Ene, 2017

¿Por qué no empezó a preguntar antes, señor presidente?

Hace unos días, en una intervención pública, el presidente Peña nos preguntó: ¿Qué hubieran (sic) hecho ustedes? Dejo de lado el error exhibido por su desconocimiento del modo subjuntivo, pues la pregunta correcta debió haber sido: ¿Qué habrían hecho ustedes?, para concentrarme en el aspecto que tiene que ver con su gobernación: La relación con nosotros, sus gobernados.

Es normal —y regla de oro, diría— en los regímenes autoritarios o en los clara y abiertamente dictatoriales, no preguntar a los ciudadanos acerca de éste o aquel tema; de hacerlo, debería ser de manera tal, que las respuestas fueren implícitas en las preguntas. Ejemplo de los segundos sobran; la República Popular China, la República Democrática de Corea y la Cuba de los Castro serían algunos. De los primeros, la Venezuela de Chávez y Maduro, Nicaragua de Ortega, Bolivia de Morales y Ecuador de Correa.

En México, ¿qué somos? Habrá quien afirme que nuestro gobierno es todavía autoritario, tal y como lo fue durante los decenios del partido casi único, y otros, una abierta dictadura. Un juicio más cercano a la realidad —aun cuando molestare a los puristas por su indefinición— con seguridad diría que algo de lo uno y algo de lo otro.

Una vez dicho esto, habría que decir que la pregunta del Presidente tuvo una buena cantidad de respuestas de quienes la tomaron en serio. Muchas de ellas plantearon propuestas atendibles las cuales, ahora pregunto, ¿qué hará el Presidente? ¿Las tomará en cuenta y ordenará a los funcionarios que tuvieren que ver con ellas, que las tomen en cuenta para la elaboración y puesta en práctica de políticas públicas?

Por el contrario, como muchos afirman ya, ¿no las tomará en cuenta porque su pregunta no fue hecha para escuchar a los ciudadanos, sino simplemente para darles a entender que no es fácil gobernar y él, no nosotros, es el que sabe hacerlo? Sin embargo, dadas las respuestas que motivó la pregunta —mal hecha, gramaticalmente hablando—, ¿por qué no repetir el ejercicio y desarrollar una batería de preguntas relacionadas todas con la situación actual y los problemas que enfrentamos? Además, ¿por qué no permitir que sean otras instituciones, no Presidencia de la República, las que se encarguen de sistematizarlas para entregarlas al Presidente y darlas a conocer al público?

De interesarle al Presidente esta modesta opinión, propondría a CIDAC, Integralia y al Imco como las entidades que hicieren lo arriba propuesto. ¿Por qué estas tres? Primero, por la solvencia moral y capacidad técnica y profesional además de su experiencia, no sólo de quienes las dirigen, sino también de sus investigadores y, segundo, por la calidad y objetividad de los análisis que dan a conocer. 

¿No le convence, Presidente, lo que propongo? No hay problema; sin embargo, ¿por qué no valorar lo que quizás fue algo involuntario y sigue preguntándole a los gobernados qué opinan de éste o aquel problema?

¿Perdería lustre su investidura? ¿Acaso sus asesores le aconsejarían que no, porque en un régimen presidencialista el jefe de Estado no pregunta, ordena? Lo que le diría al respecto sería esto: ¿No se han dado cuenta de los cambios operados en México y en el mundo?

Presidente: no tema a las respuestas; al principio serían más los insultos y menos las útiles y soportadas, pero ¿qué tal unas semanas después, cuando veamos que son sistematizadas y tomadas en cuenta?

Esa conducta en modo alguno sería calificada de blandengue; por el contrario, sería un buen gesto de su parte en una situación como la enfrentada hoy. Para decirlo claro, sería una bocanada de aire fresco en un ambiente político pútrido. ¿Cómo la ve? Por su atención, gracias anticipadas.

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