Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

21 Ene, 2017

Las empresas familiares en épocas críticas (Serie: La esencia)

Para nadie es extraño el papel preponderante que encarnan las familias en nuestra comunidad. Su influencia en mantener la unidad y armonía dentro de los hogares es sólo una parte de su labor. Pero en un mundo convulsionado, sujeto a presiones y tensiones cada vez más aceleradas y profundas, es uno de los pocos elementos estabilizadores que nos permiten sobrevivir y avanzar.

En este nuevo ciclo, la constante es la incertidumbre, el descontento hacia las autoridades que nos guían y las fuerzas del orden, así como el grado extremo de impunidad y corrupción desatadas en todos los niveles y que atizan redes sociales y desinformación con fines oscuros. La situación económica se complica, la política está sin un rumbo determinado y, claro, los rumores abundan y el ambiente de apatía de la población se profundiza en todos los niveles.

Esta serie, que se publicará durante el año en curso, con su anuencia, trata de una época CRÍTICA y no de una simple crisis, como las que hemos vivido en el pasado, ya que del ANÁLISIS y toma de posición de cientos de miles de empresarios y grupos familiares depende nuestro futuro y el de nuestra gente.

No pienso predecir escenarios a corto plazo sino más bien buscar, dentro de los negocios de estructura familiar y sus propietarios, ejecutivos y empleados, tareas relacionadas y puntos para reflexionar y actuar consecuentemente. Espero, como siempre, serles útil y, además, hacer un ejercicio imparcial y de buena fe. Se aceptan todo tipo de comentarios que, constructivamente, sirvan para salir de este atolladero. Comenzamos:

La esencia.- Una empresa manejada por una familia(s) dueña es un ente distinto a un simple negocio lucrativo. El fin es, claro está, obtener rendimientos monetarios, pero lo es también sobrevivir, ser un sueño del fundador(es) que pueda transmitir a sus seres queridos y que, con frecuencia, es motivo de orgullo, arraigo y continuidad dentro de la comunidad, región o países donde operan.

Un error frecuente es el de aislar la parte emocional y sicológica que impulsa al dueño y a su familia a operar ese negocio, hacer sacrificios de tiempo, salud e incluso económicos con tal de sobrevivir y no tirar la toalla. El negocio es, para bien o para mal, parte integral de la vida familiar, causa de algunas gratificaciones y de una serie de controversias, conflictos y, en ciertos casos, guerras familiares que terminan con el cierre de la fuente de ingresos, pugnas y divisiones familiares.

La empresa familiar tiene su “vida propia”, es dinámica y está sujeta a los vientos y tempestades de los ciclos económicos, los conflictos y crisis sociales, elecciones y sus resultados y, definitivamente, a las decisiones y políticas de países con los que estamos ligados. El ejemplo de Estados Unidos, China y otras naciones es notorio y nos afecta ya.

 La empresa familiar tiene un objetivo y una visión a largo plazo, buscando su continuidad generacional, pero esa definición es golpeada por el aceleramiento de fenómenos externos, el debilitamiento de economías, recesión y, cosa terrible, por planteamientos demagógicos, racistas y contrapropuestas populistas o militares. No hay que bajar la guardia.

 En esta época crítica, las familias que se comunican bien, tienen una base común de valores y se reúnen frecuentemente para hacer planes y adaptarse a estos peligrosos vaivenes para lograr su objetivo. Estoy seguro de que se puede, pero hay mucho trabajo por hacer.

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