David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Ene, 2017

México cobarde

¿En qué momento muchos mexicanos perdieron la confianza? ¿Quién puso de moda decir que el país está mal y va peor? ¿Cuándo comenzaron a ser válidos los dichos negativos sobre los hechos?

Si se hace un recuento sobre la economía mexicana durante este sexenio, en particular en los últimos dos años y medio, se encontrará la constante de pérdida de confianza, como lo demuestran incluso las encuestas serias, como las que realiza el Inegi sobre la confianza empresarial y de los consumidores.

Curiosamente, todos los datos de consumo y de bienestar muestran recuperación, es decir, la gente no apoya con su bolsa lo que opina. Paradójico, no.

Se ha pasado del miedo al pánico por la caída del precio del petróleo (que ahora que se revierte se cambió por el fantasma de la liberación del precio de la gasolina), la depreciación del peso frente al dólar, el incremento de la deuda externa (que ya se detuvo), la incertidumbre sobre la normalización de la política monetaria de Estados Unidos, la contienda electoral en aquel país, el susto que generaba Donald Trump candidato, que mutó en incertidumbre y ahora es un odio cobarde que intenta responsabilizar al Presidente de Estados Unidos de todos sus pánicos.

Se habla de México en términos de crisis y datos poco comprendidos, menos estudiados, que son magnificados por legiones de personas que creen, equivocadamente, que lo mejor que pueden hacer por México es criticar todo.

DATOS

Parecería que estas hordas de cobardes desean con todo su corazón que a México le vaya mal, sin darse cuenta de que si al país o a su gobierno les va mal, la situación es mala para las personas que lo componen.

Sí, los mismos que lloran por la desigualdad y usan como si fuera una espada el decir que más de la mitad de la población está en la pobreza, son los que no se dan cuenta de que, si su deseo se cumpliera, más mexicanos caerían en la pobreza.

Tipos que tratan de descalificar que el IMSS está teniendo los mejores números de su historia, desde el 2013 el empleo formal crece al doble del PIB, diciendo que muchos de esos trabajos son de un salario mínimo. No les importa enterarse que un salario mínimo dentro de la economía formal equivale a dos o tres dentro de la informalidad por el paquete de seguridad social.

Más allá, tampoco que gran parte de los registrados ante el IMSS con un salario mínimo no lo ganan sino que están mal registrados. Prueba de lo anterior es que el último año el IMSS cruzó las bases de datos con el SAT y se recuperaron más de cuatro mil millones de pesos.

Esos mismos que dicen que la informalidad llega al 57% de la población, sin darse cuenta de que el número ha venido disminuyendo constantemente.

Esas mismas legiones que deciden no entender que la relación peso-dólar es un precio más de la economía y que no implica una desgracia, como era en los tiempos del tipo de cambio fijo que, según parece, muchos añoran. Esas épocas en las que un elemento que no controlamos determinaba nuestra política monetaria.

Que se ofenden porque no entienden que mientras la depreciación no se traslade al nivel general de precios no implica un problema para la mayoría de la población. La inflación de 3.3% es una de las más bajas de la historia de México.

Los mismos que gritan que la deuda está fuera de control cuando, ciertamente, sí creció muy rápidamente en los primeros años de esta administración, aprovechando el nivel de tasas en el mundo. La deuda sólo es un problema si no se puede pagar y México tiene capacidad sobrada para hacerlo.

TRUMP

Entre grandes sectores de los mexicanos existe un nivel difícil de entender de pánico-odio en contra del Presidente de Estados Unidos y sus políticas. Hasta aquellos líderes de izquierda que se oponían a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte ahora exigen a Enrique Peña Nieto que lo defienda y en contra de la autodeterminación de los pueblos quieren que el Ejecutivo mexicano le diga qué hacer con la migración ilegal y su intento de construir un muro en su país.

Esta actitud, abiertamente cobarde, pero disfrazada de un nacionalismo machito, desconoce que si hay mexicanos viviendo ilegalmente en Estados Unidos es falla de todos los mexicanos.

Que el boicot al que invitan usando las redes sociales, producto netamente estadunidense, dañaría a trabajadores mexicanos.

Que México quería renegociar el TLCAN dentro del paraguas del TPP y que, por lo tanto, no debería existir ninguna clase de miedo.

Se ha terminado el tiempo de los cobardes vestidos de bravucones; de ingratos que no reconocen el éxito que ha tenido el país.

Se requiere que los mexicanos, desde el lugar que les corresponde, se pongan a hacer grande a México.

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