Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

30 Ene, 2017

La muerte del TLC, peor para EU que para México

En contra del pesimismo generalizado, en el peor de los escenarios del gobierno de Donald Trump, México tiene amplios márgenes de maniobra para salir adelante.

México no es ya la nación poco competitiva ni de economía inestable y poco dinámica que era antes de la firma del TLC: hoy es una de las diez mayores economías del mundo, uno de los mayores exportadores del planeta, con muchas áreas con alta competitividad, con una mano de obra mucho más capacitada que hace 22 años y con estabilidad en sus principales variables.

El TLC y las reformas realizadas antes y después del Tratado sí han transformado a la economía mexicana.

El peor de los escenarios es que Trump decida o rechazar abiertamente el TLC o aplicar unilateralmente un impuesto a las importaciones, lo que lo pone fuera del TLC y fuera de la OMC.

En el primer caso, un rechazo explícito al Tratado significa que México puede operar con los aranceles que tiene registrados en la OMC, que son mayores a los que tiene registrados Estados Unidos, alrededor de 3%; trabajar en acuerdos bilaterales en sectores específicos y profundizar el resto de los Tratados, especialmente el suscrito con la Unión Europea y con naciones de Centro y Sudamérica.

Si EU, como dijo el torpe del vocero de Trump, decide aplicar un impuesto de 20% a las importaciones provenientes de México, no sólo quedaría fuera del TLC sino de la Organización Mundial de Comercio, cuya creación impulsó el propio EU con el nombre de GATT al final de la Segunda Guerra Mundial.

Eso desataría una guerra comercial en todo el planeta que, sin duda, hundiría a la economía del mundo en una recesión sin precedentes.

Se piensa que, por muy necio que sea el mandatario estadunidense, no estaría dispuesto a dar ese paso.

Otra amenaza muy real y de la que poco se sabe es aquella de la iniciativa que está en el Congreso de EU de un nuevo sistema tributario en EU, que en el caso de las empresas no grave las utilidades sino el flujo, un impuesto similar al IETU que ya tuvimos en México. Eso le daría a Estados Unidos un gran atractivo para las inversiones, aunque se duda que dicha reforma fiscal transite con éxito.

En este caso, la única limitante de México es que, para competir, tendría también que modificar el sistema tributario para empresas, lo cual no se ve difícil sino imposible con la fragilidad de las finanzas públicas mexicanas.

En todo caso, la realidad es que la muerte del TLC no necesariamente tiene que ser una tragedia para México.

Es probable que nos convenga olvidarnos del TLC y no seguir en la incertidumbre que significaría una larga, enredada y poco productiva negociación con el equipo Trump.

Las opiniones en ese sentido son más generalizadas de lo que se supone. El expresidente Ernesto Zedillo, reconocido internacionalmente como un economista de primera línea; el rector del ITAM, Arturo Fernández, en un artículo publicado por la revista Nexos, y el mismo Paul Krugman, premio Nobel de Economía, tienen ideas coincidentes en ese sentido: el final del TLC mete en más dificultades a Estados Unidos que a México.

Hasta el próximo lunes… No deje de visitarme en mi página de FB, PERSPECTIVAS de Luis Enrique Mercado.

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