Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

30 Ene, 2017

¿Actitudes esperadas o inesperadas de Trump le generarán a México potencialmente nuevas oportunidades?

El año 2016, al que el consenso de analistas le proyectaba a México un crecimiento económico de 2%, terminó con uno de 2.43%, año en que la actividad agrícola también respondió con un incremento de 12.6% y la Bolsa Mexicana Valores, el principal indicador bursátil, llegó cerca de su máximo histórico. Fue también el año en el que más empleos se crearon en el país, en las últimas dos décadas. Esos hechos esperanzadores contrastaban con la incertidumbre ante 2017, que también se esperaba por el potencial adverso efecto Trump.

Y dicho y hecho: llegó al que un letrado definió como “lo contrario a un refinado, falto de cortesía, de educación, de buen gusto, de modales; el que desea fastidiar al otro, falto de respeto a todo y la antítesis de la cultura: O sea, lo naco”.

La presión del nuevo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya ha intimidado a tres empresas productoras de vehículos y a sus inversionistas estadunidenses de cerrar sus operaciones en México para invertir e iniciar producción de automóviles en territorio estadunidense y los convenció.

Ahora, el presidente Peña Nieto ha prometido hacer frente a las presiones de la Casa Blanca; porque, dado que el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) es la columna vertebral de la economía mexicana que se centra en las exportaciones, México tiene más que perder de la conversación que viene –igual que Estados Unidos– porque son seis plantas exitosas que no quieren abandonar México.

Por tanto, esperamos que sea más difícil para Trump lograr esa jugada, como lo hizo con lo de la construcción del costoso muro. Además, el Presidente mexicano ya le contestó con toda claridad a Trump: que México no va a aceptar su presión de financiar el muro. Fue su decisión construirlo. Estará del lado americano de la frontera. No nos gusta, pero está en todo su derecho.

En todo caso, tanto nuestro secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, como el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, ya han dicho que dejar el TLCAN es la última opción, porque siempre existe la posibilidad de abandonar dicho tratado e iniciar operaciones a partir de las reglas de la Organización Mundial de Comercio. Es un hecho también que México utiliza el 40% de productos estadunidenses en su producción, de ahí el posible interés de Trump de no impedir el asunto.

“Dejar el TLCAN por completo, para nosotros implica un alto costo” –afirmó el canciller– “porque millones de empleos mexicanos dependen de nuestra capacidad de producir y exportar libremente a Estados Unidos miles de autos que se produzcan en México, por lo que no deja de ser nuestra primera opción”.

Por otra parte, en la reciente reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), el foro mundial en Davos, Suiza, que representa el globalismo que Trump ha prometido destruir, el proteccionismo prometido por Trump es un atentado contra la premisa central de Davos, que afirma que el comercio y la inversión a nivel internacional son fuerzas para el bien.

El llamado de Trump por establecer una prohibición temporal en la entrada de todos los musulmanes a Estados Unidos es lo opuesto al llamado por un “dedicado diálogo multicultural” que se escuchó este año en la presentación preliminar del WEF.

El presidente Trump también ha argumentado que “el concepto del cambio climático” fue inventado por los chinos, como parte de un complot para destruir la industria estadunidense.

Simbólicamente, el último día del foro de este año, el 20 de enero, la principal estrella fue Xi Jinping, el presidente de China. La decisión del líder chino de participar por primera vez en el foro se debió a la ausencia física y espiritual del nuevo Presidente estadunidense.

Es posible que el presidente Xi Jinping, haya decidido presentarse para la clausura como “líder responsable y receptivo” del sistema económico internacional, porque el contexto político de la reunión anual del WEF este año estaba marcado para la inauguración de Donald Trump.

El lema del foro es “Comprometidos a mejorar el estado del mundo”. Sin embargo, este año hubiera parecido “defendámonos de un mundo hostil”.

Con los países miembros del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, (TPP, por sus siglas en inglés) Trump cumplió el lunes pasado una promesa de campaña y firmó una orden ejecutiva para retirar a Estados Unidos de ese instrumento comercial, distanciando a Washington de sus aliados de Asia y otras regiones.

El acuerdo fue firmado por 12 países de ambas orillas del Pacífico (Estados Unidos, Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, y ahora todo indica que China podrá formar parte. Dicho país está invitado por todos ante la salida de la mayor economía participante: Estados Unidos.

Buscaron salvarlo o crear uno nuevo en el que se incluyera al país asiático, pero tras la decisión del presidente Donald Trump de retirar a Estados Unidos, que estaba inscrito para ser parte, China recibió muchas invitaciones en su estadía como orador en Davos, el 20 de enero.

*Economista

Twitter: @acanovelez

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