Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

1 Feb, 2017

Pac-ternidad

¿Quién es el padre de Pac-Man? Si hemos de creer a un comunicado emitido el pasado lunes por la empresa nipona Bandai-Namco, es Masaya Nakamura, empresario, fundador de una de las dos firmas que componen el nombre de la famosa marca de entretenimiento, y quien murió el pasado 22 de enero a los 91 años.

El anuncio oficial del fallecimiento, publicado en la página web de la compañía, incluye los datos biográficos esenciales de Nakamura, quien nació el 24 de diciembre de 1925 en Tokio. Aunque se graduó como ingeniero en construcción naval, estableció en 1955 un negocio al que bautizó con su nombre, basado en la instalación de caballitos mecánicos infantiles, que después se expandió a otro tipo de atracciones en parques de diversiones y luego incursionó en el lucrativo mercado de los videojuegos (a partir de 1977 se llamó Namco, acrónimo de Nakamura Manufacturing Company). 

Curiosamente, el comunicado sólo fue publicado en su versión escrita en japonés y en la única frase distinguible en caracteres occidentales se lee “Father of PAC-MAN”, que alude al mérito de haber lanzado en 1980 el que es considerado el juego arcade más exitoso de la historia. Este título fue utilizado en los despachos enviados por las agencias informativas y reproducido por la gran mayoría de portales informativos que difundieron la noticia.

Sin embargo, otorgarle esta distinción a Nakamura no es del todo exacto, y más bien resulta injusto para el ingeniero Toru Iwatani, quien fue el verdadero inventor de la popular esfera comelona, que en sus inicios no figuró entre las prioridades de Namco y cuyo estruendo mundial ni siquiera imaginó el propio Nakamura.

Para reivindicar el papel de Iwatani, vale la pena recordar la historia tal y como la cuenta el periodista Steven L. Kent en su obra The ultimate history of video games (Editorial Three Rivers Press, Nueva York, 2001), que ya cuenta con una edición electrónica traducida al español y titulada La gran historia de los videojuegos (Ediciones B, Barcelona, 2016).

El libro cuenta que Iwatani entró a trabajar a Namco en 1977 con el propósito de construir máquinas de pinball, a las que era aficionado. Dos años más tarde empezó a trabajar en un videojuego sin violencia que también pudiera ser atractivo para mujeres. Con la ayuda de un equipo de nueve personas diseñó la circunferencia amarilla que recorre un laberinto tragando puntos y frutas y huyendo de cuatro fantasmas de colores.

Kent afirma textualmente que “la reacción de Namco ante el juego de Iwatani no fue muy entusiasta”. Y es que los ejecutivos de la compañía se sentían más atraídos por Rally-X, un juego de carritos de carreras que también recorren un laberinto, en cuyo trayecto van recogiendo banderines, evitando colisionar con otros autos y caer en baches. También optó por este título Midway, el socio estadunidense de Namco, y así Rally-X se convirtió en la gran apuesta para 1980.

Sin embargo, Pac-Man rebasó a toda velocidad a Rally-X. No sólo lo superó en venta de máquinas, sino que se convirtió en portada de Time, tema de una famosa canción pop y personaje de serie de dibujos animados. Además de poner de moda el género de laberintos, desató una fiebre mundial por las máquinas tragamonedas, que salieron de los locales especializados para invadir supermercados, hoteles y negocios pequeños.

Pero, como bien apunta Kent, el éxito de Pac-Man no se hizo extensivo a Iwatani, cuya trayectoria pasó inadvertida y quien sólo recibió una bonificación inferior a los tres mil 500 dólares. Nakamura reconoció que el premio dado a Iwatani fue por una cantidad que ni siquiera valía la pena mencionar, aunque, como una muestra de respeto, lo nombró gerente de Investigación y Desarrollo de Namco.

“Nunca imaginé que Pac-Man sería el trancazo internacional que fue y que es a la fecha. Toda la gente conoce a Pac-Man. Personas que incluso no saben de videojuegos conocen a Pac-Man. Así que nunca me di cuenta de la magnitud del éxito que llegaría a ser”, reconoce Nakamura, entrevistado por Kent.

El libro relata otros pasajes polémicos en la trayectoria de Nakamura, entre ellos el hecho de que violentara un acuerdo con Atari y fabricara a sus espaldas copias pirata del juego Breakout. Esta estrategia fue resultado de su intento por evitar un pacto con la mafia conocida como yakuza, que también reprodujo ilegalmente aquel título y amagaba con apoderarse del mercado japonés de videojuegos.

Por lo pronto, los obituarios publicados ayer prefirieron evadir estos fantasmas de su pasado.

                                marco.gonsen@gimm.com.mx

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