José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

3 Feb, 2017

¿Negociar con populistas?

La semana pasada tuvimos la primera probadita de lo que significa “negociar” con Donald Trump y su equipo cuando estuvieron en Washington Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo para conversar con funcionarios de la Casa Blanca sobre la visita que habría de hacer Enrique Peña Nieto a la capital de EU.

Por los relatos que han hecho los medios de conversaciones que han tenido estos funcionarios con legisladores, se colige que en la Casa Blanca les leyeron la cartilla de cómo quería Trump que procediera la visita, y que aún allí hubo azoro con el tuitazo presidencial sobre el infame muro. Esto da una idea del caos en el entorno trumpiano, donde un grupo de ayudantes sin experiencia de gobierno, pero de ideología extrema, se brincó los protocolos de coordinación para adoptar las políticas que se les ocurren a ellos y a su jefe, como fue el caso de cerrar la entrada a inmigrantes musulmanes.

Tales decretos, de dudosa validez jurídica como lo afirmó la encargada de la Procuraduría de Justicia, cesada de inmediato por Trump, ya se impugnan en los juzgados, pero es increíble que este clan de fanáticos no haya informado a quienes toca ejecutarlos: los departamentos de Defensa, Seguridad Doméstica y Estado.

Este ambiente en el que los ideólogos de la Casa Blanca tienen el oído de un Trump con ínfima capacidad de concentrar su atención y que acepta el último consejo que recibe —el modelo UEPS para evaluar inventarios—, es una receta desastrosa, pues los miembros del gabinete, hombres con experiencia y colmillo, fueron marginados.

Para agravar la confusión en el actual gobierno de EU, buena parte del gabinete aún no ha sido confirmado por el Senado, y la oposición usa tácticas dilatorias en las audiencias de aprobación. Hasta ayer sólo estaban en sus puestos los secretarios de Defensa y Seguridad Doméstica. Así, fue un acierto cancelar la visita presidencial a Washington, pero creo que hay que ser muy cautelosos con cualquier tipo de negociación futura con gente que actúa de mala fe y que ostensiblemente pretende imponer sus caprichos sin ceder en lo más mínimo a los intereses de la contraparte. La experiencia histórica de intentar negociar con populistas, persuadidos que tienen un mandato directo “del pueblo,” no es alentadora. El ocupante de la Casa Blanca al que más se asemeja Trump es Andrew Jackson, genocida de tribus indias.

Se decía en 1828, cuando fue elegido Presidente, que “Jackson era un hombre que blandía un bastón con espada oculta, con la que estaba dispuesto a atravesar a cualquiera que se le interpusiera en su camino.” Jackson fue especialmente agresivo en sus tratos con México priorizando la compra o la conquista de Texas, y ayudando veladamente a los colonizadores de su país para que declararan la independencia.

Al igual que está haciendo Trump, Jackson procedió a remover funcionarios del servicio civil quesque para “eliminar la corrupción” e instaurar la oportunidad a que “el pueblo” accediera a esos puestos, lo que se tradujo en que sus aliados políticos y amigos llegaran al gobierno sin experiencia. El desempeño de la economía durante la gestión de Jackson fue terrible, en parte por su decisión de clausurar el banco central y pasar sus depósitos a bancos regionales de amigos, lo que desató la expansión del crédito seguida de una gran especulación en bienes raíces que culminó en la peor crisis financiera de EU hasta entonces, una profunda recesión y décadas de inestabilidad económica.

Jackson, igual que Trump, no negociaba sino que imponía su voluntad. Ello nos costó entonces Texas y sembró la semilla que habría de germinar con la invasión de 1846 y la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio. ¡Cuidado al negociar con tipos así!

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube