David Páramo

Análisis superior

David Páramo

10 Feb, 2017

Razones de la inflación

Se debe comenzar estableciendo que la inflación debe ser caracterizada como un impuesto que se cobra a los más pobres, que destruye el tejido de la economía y hace que la diferencia entre los que menos tienen y los ricos se haga cada vez más grande.

En cualquier país entre más elevado sea el crecimiento sostenido y generalizado de precios, el número de pobres se incrementa y las clases medias ven deteriorada su capacidad de vida, puesto que siempre pierden la carrera precios-salarios.

Ayer, el Inegi dio a conocer que la inflación de enero creció a una tasa mensual del 1.7%, con lo que en el último año los precios crecieron a una tasa anual del 4.72%. Por donde se vea el dato es muy elevado: es prácticamente un punto superior al rango máximo del intervalo establecido por Banco de México, según el cual la inflación debe ser de 3%, más menos un punto porcentual.

Se trata del crecimiento más elevado de los precios en los últimos 50 meses, es decir, desde septiembre de 2012 los precios no crecían a una tasa tan elevada. Si esta tendencia se mantuviera, resultaría que la inflación sería de algo así como el 40% en todo el año (lo que, afortunadamente, es imposible que ocurra en las condiciones actuales).

Visto en términos sólo del mes, resulta que este crecimiento de los precios es el más elevado para un enero desde 1999. El año pasado los precios crecieron durante ese mes a una tasa anual del 2.61%, ya que los precios crecieron 0.36% durante ese lapso.

¿PÁNICO?

Esta elevadísima inflación es inadmisible, sin embargo, es necesario analizar las causas para no tomar decisiones precipitadas. Así visto, parecería que finalmente la crisis tan deseada por algunos ya llegó y que, por primera vez en su historia autónoma de más de dos décadas, el Banco de México perdió el control sobre la política monetaria.

Sin embargo, el dato debe ser analizado con la debida profundidad para no caer en oleadas de pánico que de nada sirven. Desde el año pasado, la institución que gobierna Agustín
Carstens ha venido tomando una serie de medidas de política monetaria para anticipar choques inflacionarios de largo plazo que no se han materializado por más que algunos los desean.

Por ejemplo, están aquellos quienes creen que la depreciación del peso iba a traer inflación directamente, lo que resulta imposible, puesto que sólo el 13% de los productos que integran el índice están vinculados directamente al dólar, por lo que se han cuidado de la contaminación de las expectativas inflacionarias.

Al ver el comportamiento de los precios por rubros queda claro que el rebrote inflacionario se explica casi exclusivamente con la liberación del precio de las gasolinas. El rubro de energéticos tuvo una variación mensual de 12.67%, por lo que los precios administrados por el gobierno y los energéticos aumentaron 8.96%, puesto que las tarifas del gobierno aumentaron 2.2 por ciento.

Las mercancías crecieron a una tasa 0.93% y los servicios 0.28%. Más allá, los productos agropecuarios tuvieron un decremento del 0.88% en comparación con el mes previo.

ACCIONES

No faltan simplones que digan que el gasolinazo (que desde diciembre tiene una nueva acepción) golpeó el bolsillo de los mexicanos y que exijan, nuevamente, que el gobierno regrese a los tiempos de un precio artificial que beneficia a los más ricos con un subsidio regresivo que se queda en 70% en los dos deciles más altos de ingresos o, visto de otra manera, para que al 10% más pobre le tocara un peso, al más rico había que darle 32.

La liberación de precios de las gasolinas es una medida correcta, pero que como era previsible generó una burbuja (de ninguna manera puede hablarse de una tendencia), la cual tiene que ser paliada con acciones no sólo del Banco de México, como las que anunció en su junta de gobierno, sino con medidas de política fiscal y social que apoyen el patrimonio de las familias, especialmente de las que menos tienen.

Siempre he sabido que la inflación elevada es inadmisible por el gran daño que genera entre las clases medias y pobres, sin embargo, no tengo duda que este brote vale la pena pasarlo porque la liberación del precio de los energéticos es una medida económicamente correcta, socialmente justa y ecológicamente pertinente.

El gran reto será ahora que esta medida no desate una escalada inflacionaria, por lo que se debe contener con todas las herramientas al alcance tanto del Banco de México como del gobierno federal. 

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