Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

16 Feb, 2017

¡Cuánta falta nos hace, en la CDMX, un baño de realidad!

En no pocas ocasiones he comentado con usted en este espacio, las visitas que de tiempo en tiempo, por razones de diversa índole, hago al sur de Sonora. También le he comentado, que las aprovecho para platicar con amigos, cuyas actividades están relacionadas con la agricultura tradicional y la producción de hortalizas para la exportación.

De la misma manera, mis visitas son excelente ocasión para platicar con otros que están en la porcicultura, y la producción de becerros para exportación, y de carne de bovino en corrales de engorda, así como cortes finos de carne roja para mercados de alto poder adquisitivo.

Para complementar lo anterior, no falta la plática con quienes se dedican a la consultoría y como buen sonorense, con aquellos para quienes la política es casi oxígeno salvador.

Este recorrido de Las Siete Casas del mitote y la antropofagia, me permite no perder el contacto con mi origen, y tampoco despegarme de la realidad que enfrentan los agentes económicos de carne y hueso de una región del país —el noroeste—, que juega un importante papel en los mercados de exportación de México.

Esta vez, no ha sido la excepción; buena carne y mejor marisco, y las obligadas Pacífico bien heladas, han creado el ambiente adecuado para revisar la situación del país vista, por fortuna, desde la periferia.

Lo primero en lo cual todos han coincidido, es en la ignorancia total del mecanismo para fijar los precios máximos de los combustibles; su posición es clara y práctica: el proveedor actual es Pemex, y a partir de que se liberen los precios, lo seguirá siendo por mucho tiempo más. Luego entonces, ¿para qué prestar atención, a lo que no puedo cambiar en lo más mínimo?

Las grandes preocupaciones de prácticamente todos —particularmente de los que exportan, que son la casi totalidad—, es que las dificultades frente a decisiones de Estados Unidos, no es algo nuevo. Menos aún, me dijeron, de que por más peligrosas y dañinas que parezcan o pudieren serlo esta vez, las exportaciones cesarían. Sencillamente, afirman, la demanda ha estado ahí desde hace más de cien años, y está y estará.

Sus preocupaciones hoy, están más del lado de la incapacidad y corrupción del gobierno en sus tres órdenes, y del nivel de inseguridad y violencia que no veían en la zona desde hace decenios.  

En las pláticas, surgió algo que valdría la pena tomar en cuenta: la incapacidad de los actuales funcionarios del gobierno federal y estatal, para proponer medidas que reduzcan o eliminen trámites absurdos y con ello, en las condiciones actuales, facilite y estimule hacer negocios, invertir y crear empleo.

Nadie de aquéllos con los que platiqué, piden subsidios o como les llaman ahora —los que no se atreven a hablar con la verdad—, estímulo fiscal; lo que piden, es una burocracia informada y capaz y también, menos corrompida.

Sin que esto fuera algo nuevo para mí, sorprendió la claridad del daño que hace una burocracia centralista y corrupta, que en estos cuatro años ha encarecido el proceso de invertir y manejar empresas. Esta fue otra de las grandes coincidencias; parece que, si bien para los productores primarios no es algo desconocida la corrupción, lo que hoy padecen, es inusitado.

Uno de ellos me dijo, con un sentido práctico que vale la pena comentar: Podemos aguantar y sobrevivir, y además hacer negocio, si estos burócratas poseen una de éstas dos cualidades: O ratas o incapaces, pero, si tienen ambas, se fregó el asunto. Por lo demás, nadie anda con los datos de la última encuesta en la mano, menos con los resultados de la marcha de hace cuatro días.

Qué bien me hacen los baños de realidad. 

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