Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

22 Feb, 2017

Hertz

Cierto adagio popular reza que la derrota es huérfana, mientras que el éxito suele tener muchos padres. La Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés) recurre a este cliché en un documento titulado Una breve historia de la radio, en el que cita varios nombres de quienes se disputan la paternidad de uno los inventos más celebrados de la humanidad.

En su recuento figuran el italiano Guglielmo Marconi –que hace casi 120 años, el 2 de julio de 1897, obtuvo la patente respectiva de ese medio–; los estadunidenses Edwin Armstrong –creador de la FM– y Lee DeForest; el serbio Nikola Tesla, el sueco Ernst Alexanderson y el canadiense Reginald Fessenden. Pero el primero de la lista es el alemán Heinrich Rudolf Hertz, de quien hoy se cumple el 160 aniversario de su natalicio.

Hijo de un prominente abogado y senador de raíces judías, Hertz nació en Hamburgo el 22 de febrero de 1857. Desde los seis años se vio sometido a una intensa formación académica supervisada por su madre, quien descubrió en él un muy desarrollado sentido de la memoria. Como se acostumbraba en las familias burguesas de su tiempo, el pequeño Heins cursó instrucción musical, aun cuando no tuviera suficiente oído para explotar esa vena artística. En cambio, sí mostró destreza para actividades manuales como la carpintería.

Pero fue el rudo aprendizaje en el colegio Friedrich Wichard Lange el que le imbuyó un espíritu de competencia bajo la tutela de maestros que, dicho con las palabras de Hertz, “nunca dejaban que el mérito no fuera recompensado ni que el error quedara impune”. Y así, presionado por una mamá que se comportaba como profesora estricta e impaciente, el niño destacó como el más aplicado de su clase y así fue reconocido por sus propios compañeros, aun cuando a él mismo le hubiera gustado ocultarse abajo de un escritorio antes que ser señalado como líder.

Estos antecedentes de su infancia, descritos por el profesor Jed Z. Buchwald en su libro The Creation of Scientific Effects (The University of Chicago Press,  1994) marcarían su vocación por la investigación matemática e ingenieril, la que complementó con una sólida formación en lenguas (aprendió griego, árabe y sánscrito) y una vocación por la reflexión filosófica, la cual heredó de su maestro Hermann von Helmholtz, la principal eminencia de su época, y que desplegaría después del descubrimiento que volvería su nombre inmortal.

Animado por Helmholtz, Hertz trabajó en las teorías concebidas por el físico escocés James Clerk Maxwell en el sentido de que la electricidad podría ser transmitida inalámbricamente por medio de ondas. Con un par de esferas y varillas de cobre sobre un soporte de madera, Hertz confirmó lo que Maxwell había enunciado y describió los resultados de sus experimentos en un conjunto de apuntes escritos entre 1888 y 1889.

En el prólogo de estas anotaciones (reunidos en español por la Universidad de Barcelona con el título Las ondas electromagnéticas), Hertz revela otro de los rasgos de su personalidad: la humildad y sencillez con la que admite que pudo equivocarse en sus primeras conclusiones. No se refiere a la más famosa, que es el hecho de haber creído que su hallazgo no tendría aplicaciones prácticas.

“No sirve de nada... esto sólo es un experimento que prueba que el maestro Maxwell tenía razón, sólo tenemos esas misteriosas ondas electromagnéticas que no podemos ver a simple vista. Pero están ahí”, habría dicho Hertz –quien murió de septicemia a los 36 años– en una de las citas más célebres que se le atribuyen.

Lo cierto es que, sin las hoy llamadas ondas hertzianas, sería imposible entender la comunicación masiva contemporánea. Gracias a ellas se desarrolló la telegrafía, la televisión, las comunicaciones satelitales, los radares y, más recientemente, el WiFi, por no mencionar su utilidad para calentar la comida en los hornos de microondas. Y, por supuesto, está la radio, que de acuerdo con la Unesco es el medio de comunicación más accesible si se considera que más de la mitad de la población mundial –tres mil millones de personas– carecen aún de internet.

La propia FCC sugirió recientemente que los chips de Frecuencia Modulada instalados de fábrica en los smartphones siguen siendo buena opción para que los usuarios ahorren datos en determinadas aplicaciones. Muestra de que el legado de Hertz sigue siendo buena onda.           
                marco.gonsen@gimm.com.mx

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