Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

28 Feb, 2017

¿Hay en México hoy, verdaderos y efectivos líderes de opinión?

La expresión misma, parece haber caído en desuso; ¿qué es, y a quién se le endilga en los tiempos que corren, eso de Líder de Opinión? ¿Acaso lo es, casi automáticamente, el que sale en la tele, la radio o escribe en algún medio impreso o en una publicación electrónica?

¿O basta quizás, que a éste o aquélla se los conozca con un apodo, como solía hacerse allá por los años cuarenta cuando, en vez de anunciar por su nombre a Emilio Tuero y Pedro Vargas, ambos eran presentados como El Barítono de Argel y El Samurái de la Canción?

¿Es un líder de opinión, el actor o actriz mediocre que, dada la fama adquirida, se siente autorizado a emitir opiniones acerca de cualquier tema? ¿O el que —o la que—, salta de conductor menor y del montón, a dar conferencias de superación personal?  

Hoy pues, ¿quién es, verdaderamente, un Líder de Opinión? ¿El que en sus columnas loa a éste o aquel político, sea funcionario o no? ¿O acaso lo es, el que una y otra vez tunde a prácticamente todos los funcionarios, y al mismo Presidente de la República?

¿Lo es el que emite opiniones carentes de todo sustento, tanto en materia económica como financiera? ¿Lo será, entonces, el que no tiene ciencia aborrecida, y de cualquier tema habla con la seguridad que sólo puede dar la ignorancia?

Es más, ¿son necesarios hoy, los líderes de opinión? ¿En verdad requerimos, como en los años del dorado autoritarismo, recurrir a las afirmaciones del poseedor de la verdad casi absoluta para ser confiables, Jacobo lo dijo anoche?

No sé qué piense usted al respecto, en relación con eso que solíamos llamar, todavía hace pocos años, Líder de Opinión. En mi caso, ante esta figura y su utilidad o inutilidad, lo que pienso hoy —al margen de la definición que guste usted privilegiar—, es que no los necesitamos más, si es que alguna vez pudimos necesitarlos, cosa que dudo. Procuraré explicarme.

Hoy, las nuevas generaciones de mexicanos, por encima de las deficiencias de nuestro sistema educativo —tanto en la parte pública como en la privada—, están más informadas, o aparentan estarlo. Dicho de otra manera, emiten hoy opiniones propias, al margen de si éstas fueren o no correctas.

Los avances en la difusión de información y datos de todo tipo, han permitido a más y más personas, no únicamente en México sino también en el resto del mundo, tener acceso a fuentes diversas las cuales, no siempre son objetivas en lo que publican. La contraparte, quien acude a ellas, en no pocas ocasiones carece de los conocimientos mínimos para discernir acerca de su justeza o corrección.

Esto da por resultado una tormenta perfecta la cual, por desgracia, hace que exageraciones y/o mentiras y calumnias, sean tomadas cual verdades axiomáticas. Esto permite, a más y más personas, tener opiniones que hacen innecesario recurrir a aquello de Anoche lo dijo Jacobo, pues cada uno de nosotros se vuelve su propio Jacobo.

En consecuencia, asignarle a éste o aquélla eso de Líder de Opinión, no pasa de ser una expresión carente de sustento, y de toda relevancia.

Por ello, si aún no lo es, le pido busque convertirse en su propio Líder de Opinión en el sentido correcto de la expresión. Busque usted pues, ser de sí mismo, como señala Wikipedia: una persona que tiene la capacidad de ejercer influencia sobre las actitudes o la conducta de otros individuos, hacia ciertas formas de pensar o de actuar, en virtud de que es percibido por los demás como una autoridad o una fuente confiable de información, noticias, o reflexiones; y cuyos puntos de vista son tomados como modelo por un grupo social o una comunidad en particular.

Es claro que no habría plural, sino sólo singular: Usted.

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