Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

6 Mar, 2017

México debe resistir las tentaciones del populismo

Todos los países que han aplicado las tradicionales recetas de la izquierda han tenido graves y severas crisis económicas, estancamiento y pérdida de patrimonio de los ciudadanos.

Mayor intervención del gobierno en la economía, proteccionismo comercial, gasto público creciente en dizque medidas de igualdad social, aumento de la regulación y la burocracia y debilitamiento del Estado de derecho son característicos de los regímenes de izquierda. Las severas consecuencias de esas estrategias las han pagado todas las naciones que han tenido esos sistemas de gobierno.

Le pasó a Inglaterra con el viejo Partido Laborista; a España, tanto con Felipe González, como con José Luis Rodríguez Zapatero; en Latinoamérica los ejemplos son muchos y actuales. Cuba con el castrismo se convirtió en una nación de miserables; Venezuela, el actual ejemplo extremo, se ha desbarrancado y Bolivia va por ese camino de la mano de Evo Morales.

México no se salva. Los regímenes de Luis Echeverría Álvarez y de José López Portillo hundieron al país en casi tres décadas de crisis económicas constantes y hundieron a más de la mitad de la población en la pobreza.

Hoy se ven con esperanza esas recetas, impulsadas por Andrés Manuel López Obrador, quien como muchos, diagnostica con precisión los males de México, pero las recetas que sugiere para su curación son claramente el camino a la ruina.

Transitar hacia esas soluciones, sin duda producirá una gravísima crisis económica originada por la necedad de gastar, gastar y gastar sin tener los ingresos necesarios para sostener ese gasto.

Hace ya un cuarto de siglo que México decidió avanzar por el camino de la estabilidad, de las reformas estructurales, desde el TLCAN hasta la Reforma Energética, que han estabilizado los precios, convertido al país en una potencia exportadora y modernizado la mayoría de las actividades económicas.

El modelo tiene, sin embargo, dos fallas básicas: un escaso crecimiento económico, de 2% promedio anual, que no ha permitido reducir la pobreza y un débil Estado de derecho que a su vez limita las posibilidades de un mayor dinamismo económico.

En la actual coyuntura, con la amenaza que hoy representa el Presidente de Estados Unidos, México necesita profundizar las reformas estructurales, en especial la energética;  fortalecer el Estado de derecho, lo cual significa el combate a la corrupción y la impunidad y la aplicación de la ley; avanzar con mayor rapidez en la consolidación de las finanzas públicas y aprovechar los 14 tratados de libre comercio que se tienen firmados con casi 30 países, para diversificar el intercambio comercial.

El mayor peligro no lo representa Estados Unidos y las barbaridades que allá se hagan, sino la enorme tentación de la sociedad mexicana de escuchar las promesas falsas de un populismo que ofrece un paraíso en la tierra por la vía de aumentar el gasto público y al mismo tiempo bajar los impuestos, abaratar transporte y energéticos, abrir las universidades para todos y dizque resolver los problemas del país reduciendo el salario a la burocracia.

Esas recetas ya las aplicamos en el echeverriato y el lopezportillismo y muchos de los costos de las crisis de aquellos tiempos aún los estamos pagando.

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