Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

15 Mar, 2017

Carros

William Marrion Branham fue un predicador nacido en Kentucky en 1909 y fallecido en 1965, poco conocido fuera del movimiento pentecostal con el que se le identifica, pero a quien sus admiradores —que abundan en internet— prefieren recordar como profeta.

Varias páginas web refieren un episodio, supuestamente, ocurrido en junio de 1933. Mientras oficiaba los servicios religiosos dominicales, Branham aseguró tener una visión de siete hechos que ocurrirían en el futuro. Los tres primeros están relacionados con Mussolini, Hitler y el comunismo. El quinto y el sexto se refieren a la emancipación política y social de la mujer —con la que no simpatizaba— y el vaticinio de que Estados Unidos tendrá una presidenta o dictadora. Y en la última augura la destrucción de ese país (en esta revelación no aparece Donald Trump).

Pero la predicción más llamativa es la cuarta, que hablaba de un “tremendo” avance tecnológico que vendría justo después de la Segunda Guerra Mundial. A Branham se le atribuye haber imaginado un coche en forma de huevo con un techo de plástico tipo burbuja, que opera completamente bajo control remoto, recorriendo autopistas sin necesidad de conductor ni volante, mientras sus ocupantes se entretienen despreocupadamente con algún juego de mesa como damas o ajedrez.

Tan atractiva resulta esta profecía que hay un libro de 120 páginas completamente dedicado a explicar por qué está a punto de cumplirse, desde el punto de vista de la religión y la ciencia. Se titula Automated cars prophesied by William Branham (Xulon Press, Estados Unidos, 2009), está escrito por el pastor Leonidas Muganda y el ingeniero en electrónica Edwin Standley. Su portada fue ilustrada con la escena que imaginó Branham por presunta inspiración divina.

Y digo “presunta” porque hay escépticos de la veracidad de esta historia. Un texto de la página Believe the Sign señala varias inconsistencias; entre ellas, que no existe testimonio publicado por el propio Branham de sus visiones, aun cuando él afirmó que las transcribió en un “papel viejo”. En segundo lugar, que sólo hay evidencias de que en 1933 previó la forma ovoide de los vehículos, pero no su automatización. Ésta fue mencionada por el religioso en 1962, a propósito de la exhibición de un coche sin conductor en una feria en Seattle, Washington. Y, por supuesto, se refirió a ese modelo como cumplimiento de su “predicción”.

En realidad, hay elementos para suponer que se trata de un plagio. Y la prueba más clara, según el artículo referido, es un anuncio publicado por la Central Power and Light Company en diciembre de 1956 en la revista Newsweek, titulado “Las compañías energéticas construyen para tu vida eléctrica” y en el que se ve justo el dibujo de un vehículo esférico, con cubierta transparente y en que una familia juega dominó mientras se desplaza por la autopista. Una publicidad similar casi idéntica —la ilustración es la misma, pero con un estilo distinto de trazo— fue patrocinada en junio de ese mismo año por la America’s Independent Electric Light and Power Companies en la revista Boy’s Life. La campaña es prometedora: “¡Porque la electricidad puede ser el chofer (...) Sin embotellamientos, ni colisiones, ni fatiga del conductor”.

Sea de Branham o no, el sueño de un vehículo autónomo ya no es visto en 2017 como una utopía por los consorcios que apuestan fuerte por esta revolución en el transporte, tan disruptiva para la humanidad como fueron el ferrocarril o el aeroplano.

De esa trascendencia lo pone el artículo Car Wars, publicado el pasado 10 de marzo en el sitio web de la revista The Atlantic, un muy completo compendio de los esfuerzos y del dinero que en esa materia están invirtiendo tecnológicas como Google —vía Waymo—, Uber, Apple y Tesla, así como competidores “tradicionales” como Volvo, Toyota y Chrysler, y nuevos jugadores como Drive.ai. 

Y el pasado lunes se incorporó a la carrera la muy fuerte escudería Intel, la legendaria fabricante de chips que pagará más de 15 mil millones de dólares por la startup israelí Mobileye, desarrolladora de un sistema de inteligencia artificial contra accidentes de automóviles que teóricamente capacita a éstos para correr con seguridad en cualquier selva de asfalto.

Mobileye e Intel ya habían proyectado —junto con BMW— que los carros autónomos podrían estar comercialmente disponibles y circulando en las calles a partir de 2021. De ellos dependerá que ésta sí sea una profecía autocumplida.

*marco.gonsen@gimm.com.mx

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