David Páramo

Análisis superior

David Páramo

16 Mar, 2017

¿IVA generalizado?

Lo que algunos conocen como la propuesta fiscal de Donald Trump, que hasta el momento sólo se conoce en resumen, es un compendio de los postulados del Partido Republicano durante la última década, por lo que tiene buenas posibilidades de avanzar en el Congreso de Estados Unidos.

El plan fiscal no tiene como objetivo dañar a México, sino atender la realidad de la economía de aquel país en el que la población está envejeciendo, además de una disminución en los puestos laborales por la automatización que señalan una tendencia decreciente de la recaudación de Impuesto Sobre la Renta.

Más allá, el esquema de ISR de aquel país tiene muchos más problemas que el mexicano, por lo que resulta difícil de fiscalizar y muy fácil de evadir mediante una gran cantidad de estrategias que se han perfeccionado desde la década de los noventa.

Así, la apuesta es ir por la desaparición del ISR y concentrarse en los impuestos al consumo que son más fáciles de cobrar y mucho más difíciles de evadir. De esa forma plantean un impuesto sobre flujos que sería aplicable a las importaciones (de cualquier parte del mundo) como una medida de recaudación y que genere incentivos para que las empresas busquen establecerse en su territorio. Contrariamente a lo que parece, Estados Unidos exporta poco como porcentaje de su PIB.

Una manera de entender lo que está planteando el actual gobierno de Estados Unidos es el IETU que se aplicó en México, en el cual se cobraba sobre flujos y sólo se permitían algunas exenciones. En este caso serían a las ventas domésticas.

REACCIÓN

De aprobarse en los términos en los que está planteada la Reforma Fiscal de Estados Unidos, implicaría uno de los más grandes cambios fiscales a nivel mundial del último siglo y prácticamente todas las naciones deberían cambiar el enfoque fiscal.

De hecho, el tratado para evitar la doble tributación entre México y Estados Unidos quedaría sin materia y el país tendría que ajustarse dentro de las escasas posibilidades que tiene como lo ha planteado el secretario de Hacienda.

José Antonio Meade en los últimos días ha sido insistente en un tema que ya desde hace unas semanas fue señalado por el Presidente de la República ante un grupo de comunicadores: el gobierno mexicano deberá hacer un ajuste fiscal.

El titular de las finanzas públicas ha señalado que hay poco espacio para tomar acciones e incluso ha esbozado que se debería trabajar, por ejemplo, en que los municipios cobren impuesto predial. En México se recauda 0.2 puntos del PIB, mientras que en los países más eficientes es de 4 puntos del PIB.

Sin embargo, parecería que ha llegado el tiempo de cambiar el paradigma fiscal, lo que para algunos suena una locura considerando el momento político. Ha llegado el momento de hacer lo correcto sin considerar la próxima elección, sino el bienestar de la próxima generación.

Desde finales del siglo pasado se debatió en México la pertinencia de avanzar hacia un esquema de IVA generalizado (cobrar este impuesto en alimentos y medicinas, para los de menor comprensión).

Hoy, como en aquel momento, sigo sosteniendo que es el camino adecuado, puesto que pagan más quienes más consumen, es decir, los ricos; es mucho más difícil de evadir pues en algún momento todos son consumidores de la economía formal.

Sé que, como desgraciadamente sucede con muchos de los temas torales del país, la intención política va cubriendo los argumentos de simplificaciones, mitos y mentiras que trasgreden encontrar la mejor solución para los mexicanos. Se pierde el foco de lo importante y se debate sobre sandeces.

Sin embargo, también tengo una gran confianza de que México ha logrado romper con grandes trabas en los últimos años como la falta de competencia en el sector energético y los precios controlados de los combustibles que hicieron mucho más daño durante casi ocho décadas, puesto que se trató de un subsidio regresivo a favor de los más ricos. Que se ha logrado romper el modelo educativo que ha durado casi 60 retrasando al país y que no responde a la realidad de un país moderno.

Si se plantea en términos correctos que los impuestos al consumo son más justos puesto que los pagan los más ricos y se dan subsidios y/o transferencias directas a los deciles más pobres de la población (que usan gran parte de sus ingresos en alimentos y medicinas) se podría avanzar en la necesaria adecuación fiscal.

Es un hecho que Estados Unidos va a cambiar su sistema fiscal y entre más tardemos en hacer las adecuaciones, mayor daño se hará a los mexicanos que tienen menos recursos. Es momento de plantear nuevamente esta discusión desde términos más inteligentes y se logrará mucho más a favor del bienestar de la población, particularmente de los que menos tienen.

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