Edgar Amador

Edgar Amador

20 Mar, 2017

Una lección de economía para Mr. Trump

Alguien, por favor, que le explique a Donald Trump un poquito de economía. Poquito aunque sea. Para que pueda entender que su principal argumento en contra de México es una falacia simplona. Cierto, el superávit comercial de México con Estados Unidos no ha hecho más que crecer desde que se firmó el TLCAN, contribuyendo de manera importante al boquete comercial de Estados Unidos. Pero la balanza comercial es apenas el primer indicador del intercambio entre países y, una vez que se consideran todas las medidas, el ganador no es México, sino Estados Unidos.

La cuentas con el exterior se dividen en varios cajones: el primero es la balanza comercial, que incluye el comercio de bienes. Es este indicador al que Trump culpa como causa del deterioro económico de los estadunidenses.

Pero a ese indicador se le debe sumar el comercio de servicios y de ingresos de factores: por ejemplo, Trump debería contar todos los millones de dólares que los mexicanos gastan en San Antonio y en Los Ángeles; y debería contar también las remesas y la repatriación de ganancias que las empresas estadunidenses que, instaladas aquí, reenvían a sus matrices en Estados Unidos.

Ford, por ejemplo, exporta más autos a EU de los que importa. Pero al tomar en cuanta la remisión de ganancias obtenidas en México a su matriz en Detroit, más el pago de regalías y patentes de su filial mexicana a su matriz, seguramente el saldo de los intercambios se voltea en favor de Estados Unidos.

La suma de la balanza comercial más la suma de pago de factores se llama la cuenta corriente y vale la pena recordar que los datos recientes muestran que el déficit en cuenta corriente de México es el séptimo mayor del mundo y se encuentra en su mayor nivel en casi 20 años. Esto quiere decir que México usa su enorme superávit comercial con Estados Unidos para pagar el déficit comercial con otros países (pues nuestra balanza comercial es deficitaria) y también para pagar el déficit en cuenta corriente con el resto del mundo, incluyendo Estados Unidos.

Pero aun y cuando México mantuviera un superávit de cuenta corriente con EU, Donald Trump aún tendría motivos para solazarse, pues alguien le ha estado prestando a México para cubrir su creciente déficit de cuenta corriente general. Equivalente a 2.7% del PIB, según los datos más recientes, México ha tenido que financiar ese faltante corriente en los mercados de capitales y el financiamiento proveniente de Estados Unidos ha sido una de las principales fuentes.

Alguien que le diga a Trump, por favor, que Estados Unidos no sólo exporta aviones, sino que cada vez que un mexicano va de compras a San Antonio, los estadunidenses están exportando a México.

Alguien que le diga, por favor, que no sólo se exportan bienes y servicios, sino que también se exportan capitales, y Estados Unidos es un importante exportador de capitales a México.

Si Trump tomara en cuenta todos los factores que México y Estados Unidos se intercambian: autos, electrónicos, remesas, ganancias remitidas, pagos de patentes y derechos, intereses por préstamos a estadunidenses, compra de acciones de empresas mexicanas por estadunidenses, etcétera, el Presidente de EU se daría cuenta de que el saldo beneficia notablemente a Estados Unidos en el agregado.

Si México tiene déficit en cuenta corriente, alguien se lo tiene que financiar, así que culparnos de los problemas de EU es una tontería, nuestros vecinos deberían de estar enviándonos capitales.

Mejor que se fije Trump en aquellos países con los que no únicamente tiene déficits de cuenta corriente, sino que incluso tiene un déficit en cuenta de capitales.

Aquellos países con superávit de cuenta de capitales que significan un ahorro que acaban enviando a EU: China, Japón, Alemania y los países árabes.

Si Estados Unidos no puede contra los autos alemanes y japoneses, ni contra la marea china, culpándonos muestra lo despistado que anda. Producir aquí y reexportar a EU es la única posibilidad para que la manufactura estadunidense no sea borrada del mapa por completo por chinos, japoneses y alemanes.

Alguien que le diga entonces, por favor, a Donald Trump: tener un déficit comercial con México es lo mejor que les puede haber pasado. No nada más ganan financiándonos nuestro déficit corriente con los otros países, sino que, sin nosotros, la industria estadunidense estaría mucho peor de lo que está.

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