David Páramo

Análisis superior

David Páramo

30 Mar, 2017

Sucesión en el Banxico

Ayer, cuando el Banco de México informó que habían logrado al cierre del año pasado el más elevado remanente de operación en su historia, con 321 mil 653 millones de pesos (poco más de 17 mil millones de dólares), envió un muy poderosísimo mensaje en una gran cantidad de sentidos.

Es necesario ir más allá de la superficie. Como debería saber, según las leyes que regulan al instituto emisor, éste tiene que entregar el remanente de operación a la Secretaría de Hacienda para que disponga de la forma que le parezca más conveniente.

Ayer mismo, José Antonio Meade informó que destinarán 70% de estos recursos, 225 mil 653 millones de pesos, a disminuir la deuda pública y/o el déficit presupuestario en una medida que es consistente con la promesa de estabilizar la deuda y comenzar a disminuirla para recuperar en el corto plazo el presupuesto cero déficit.

El restante, poco más de 96 mil millones de pesos, se integrará al Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios o el incremento de activos que fortalezcan la posición de las finanzas públicas. En este punto se establece que estarán buscando utilizar el dinero en aquellas herramientas que sean las más favorables para el gobierno federal.

Se trata, a no dudar, de una gran noticia para las finanzas públicas, puesto que este remanente de operación representa algo así como 3.7% del total de la deuda del gobierno federal.

Sin embargo, tiene una lectura mucho más profunda sobre la solidez institucional del Banco de México y el pilar en el que se ha convertido para la estabilidad de la economía nacional en tiempos que, como se sabe, se encuentran bastante convulsos.

INSTITUCIÓN

El remanente de operación puede definirse, de una manera sumamente libre, como la utilidad que hubiera generado Banco de México si se tratara de una institución privada. Es el resultado de sus operaciones en contra de sus costos de operación y alcanzar la mejor cifra de su historia habla de una gran solidez a pesar de la volatilidad; las buenas determinaciones en el manejo de las reservas internacionales y, en general, una gran operación institucional.

Es muy fácil decir que todo el éxito corresponde al gobernador Agustín Carstens y, por lo tanto, construir historias de pánico en torno a su renuncia a partir del último día de noviembre de este año.

Independientemente de que Carstens debe estar en la lista de los cinco mejores economistas del mundo y, en particular, en temas que tienen que ver con la operación del banco central, Banco de México, es muchísimo más que uno de sus grandes hombres.

Lograr el remanente de operación más elevado de su historia es un éxito mayor para todos los trabajadores del Banco de México y debe ser visto como una confirmación de que la autonomía del instituto central ha dado los mejores resultados para el país.

Banxico cumple cabalmente con su doble mandato constitucional: Ser el banco de bancos en México y ser un regulador del sistema financiero. Mucho más importante es mantener la estabilidad de precios. Durante la última década, el crecimiento promedio de la inflación ha rondado 3.6% anual.

RENOVACIÓN

Hay quienes creen, de una manera que no corresponde a la actuación que ha tenido Enrique Peña Nieto como Presidente de la República, que de cara a la sucesión presidencial de 2018 usaría el puesto de gobernador de Banco de México para pagar favores a algún amigo o poner a alguien quien pudiera ser más cómodo al candidato del PRI en la elección de 2018.

Es un hecho que lo mejor que podría pasarle al candidato del PRI (o de cualquier otro partido) es que se mantenga la solidez institucional derivada de la autonomía del Banco de México. Desde la autonomía del Banxico se han venido cumpliendo los mejores objetivos en favor de las personas y, por lo tanto, sería un gravísimo error que difícilmente podría cometer Peña Nieto que hizo reformas estructurales sabiendo que pagaría el costo político y que sus mejores resultados se verían dentro de una década.

Es fácil saber que los sectores afectados porque pierden sus cotos de poder rápidamente gritan, exageran, mienten y se quejan. Cuando reformas como la Energética, la Educativa, la de Telecomunicaciones y las demás que se hicieron este sexenio tendrán su maduración será hasta dentro de una década. Ésa es la diferencia entre un populista y un estadista.

Así, es claro que con el aval logrado por su propio trabajo, Banco de México tendrá el espacio para mantener su autonomía y el sólido grupo institucional. Básicamente esto se lograría con el nombramiento de Alejandro Díaz de León o José Antonio Meade.

Los dos pertenecen al equipo de México y se trata de servidores públicos de vocación que no tienen inclinaciones ni grupos políticos.

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