El miércoles negro del Brexit

Es verdad que los peores augurios que se vaticinaron sobre el Reino Unido nada más conocerse la victoria del Brexit en el referéndum del 23 de junio no se han cumplido.  No hubo ninguna recesión ni apocalipsis. Por el contrario, el comportamiento de la economía británica, desde aquella fecha, ha sido mejor de lo esperado. El impacto más visible ha sido sobre la libra esterlina

Economía -
Foto: Archivo
El miércoles negro del Brexit

 

CIUDAD DE MÉXICO.- Entre las grandes fechas históricas, las hay gloriosas e ignominiosas. La de ayer, 29 de marzo de 2017, pertenecerá al triste clan de las ignominiosas. En ese día, la primera ministra británica Theresa May pulsó el botón de Brexit: una carta rubricada por ella realizó el penoso tránsito que va del número 10 de Downing Street en Londres hasta el edificio Justus Lipsius de Bruselas, cruzando el Canal de la Mancha, hasta llegar a las manos del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. En ella, May invocaba el  artículo 50 del Tratado de Lisboa para iniciar, formalmente, el proceso de divorcio de la Unión Europea,  el Brexit, tras 44 años de convivencia conjunta.

Pese a que Theresa May insufló un tono de cordialidad a la carta, dándole el tono más amigable y edulcorado posible, Donald Tusk la recibió con gravedad y semblante serio. “No hay razones para fingir que éste es un buen día”, dijo con laconismo. Todos saben que se inicia un proceso que carecerá de afectos y simpatías. El Brexit tendrá consecuencias para el Reino Unido y para la Unión Europea, y como añadió Tusk, nadie gana con este proceso,  sino que se trata de “controlar daños”.

Es verdad que los peores augurios que se vaticinaron sobre el Reino Unido nada más conocerse la victoria del Brexit en el referéndum del 23 de junio no se han cumplido.  No hubo ninguna recesión ni apocalipsis. Por el contrario, el comportamiento de la economía británica, desde aquella fecha, ha sido mejor de lo esperado. El impacto más visible ha sido sobre la libra esterlina: de cotizar en torno a 1.45 dólares antes del referéndum, llegó a tocar un mínimo de 1.2047 dólares a mediados de enero, si bien ayer cerró en los 1.244 dólares. Desde el día del referéndum, la libra se ha desplomado contra las principales  divisas del mundo: ha perdido 20% respecto al dólar estadunidense, 16% respecto al peso mexicano o 13% contra el euro.

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RESISTE LA ECONOMÍA

Pero la actividad económica ha permanecido robusta y, contrariamente a lo que se pronosticaba,  se fortaleció durante la segunda mitad del año. Así, y en términos anuales, el PIB se expandió 1.6% en el primer trimestre y 1.7% en el segundo. Sin embargo, durante el  tercer y cuarto trimestre, la tasa registrada fue de 2.0%. Y gran parte de ese dinamismo se tiene que atribuir al consumo privado: el británico, pese a la incertidumbre asociada con el “Brexit”, siguió gastando sin muchas preocupaciones. 

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POLÍTICA MONETARIA

También es verdad que el Banco de Inglaterra (BOE, por sus siglas en inglés) echó algo la mano: poco después del referéndum, el  4 de agosto, recortó la tasa de referencia en 25 pb para dejarla en un nuevo mínimo histórico de 0.25%, además de relanzar su programa de compra de activos con 60,000 millones de libras en deuda de gobierno y 10,000 millones en bonos corporativos. Además, la institución rebajó el colchón anticíclico de capital para la banca (ese guardadito que las autoridades exigen a los bancos para los tiempos de “vacas flacas”) de 0.5% a cero, lo que pudo liberar a la banca como 150,000 millones de libras para prestar a consumidores y empresas.   

Por tanto, al Reino Unido no le ha ido para nada mal, contrariando a los agoreros. Pero también es cierto que los verdaderos cambios no se darán sino hasta que el Reino Unido abandone realmente a la Unión Europea y se conozca bajo qué nueva forma y condiciones. Y pese a que ayer trataron de guardar las buenas maneras, la rispidez era evidente.

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RIESGOS

De hecho, la carta de May, pese a toda su diplomacia, lanza una exigencia y una advertencia: la exigencia es que se negocien, simultáneamente, los términos del divorcio junto con un potencial acuerdo comercial futuro que reemplace al actual.  La amenaza es que condiciona su cooperación de seguridad con la Unión Europea a que se alcance dicho acuerdo comercial.

Por tanto, detrás de su guante de seda, May mostró su puño de hierro, a lo Thatcher. No hay que olvidar que May, en esta cruzada, es partidaria de la línea radical Tory de un Brexitultraduro, y que no para de recitar, al tiempo que levanta la cruz de San Jorge, que “mejor sin acuerdo que un acuerdo malo”. 

Por respuesta, Europa desenvainó ya desde ayer su espada de acero  y replicó con lo siguiente.

1. La canciller alemana, Angela Merkel, fue rápida y contundente en su respuesta a May. Lo dijo muy claramente: no aceptaré los términos de negociación que exige el Reino Unido en su carta. Para Merkel, primero habrá de resolverse el divorcio  y, una vez finiquitado ese tema, se abordará la negociación de un nuevo marco de vinculación entre el Reino Unido y la Unión Europea. Lo que Europa pretende con esa estrategia es que la sociedad británica perciba plenamente los costos del Brexit y el proceso pierda apoyos dentro de la isla.

2. Además, tratarán de imponerle costos adicionales. No solamente no se negociará un nuevo acuerdo hasta que no esté completado el divorcio, sino que se prohibirán acuerdos bilaterales entre Londres y sus antiguos socios, o buscar acuerdos sobre sectores específicos. Uno de los grandes temores del Reino Unido es que las grandes firmas financieras abandonen la City londinense hacia otras plazas europeas. 

3. Tampoco dejarán al Reino Unido que se vaya de rositas. Alemania ha establecido como prioridad que el gobierno de Londres pague sus compromisos, esto es, que antes de irse desembolse todo lo que les debe. Y el monto de que se habla ronda los 60,000 millones de euros. Claro que el Reino Unido también pedirá parte de su patrimonio: ¿acaso con su dinero no se construyeron edificios e infraestructuras en Europa? ¿Les pedirá algún inmueble a cambio? Será un divorcio en toda regla.

4. Finalmente, las divisiones entre la población británica cada vez son más profundas, en tanto el parlamento escocés aprobó la celebración de un segundo referéndum para independizarse del Reino Unido y no perder su posición en la Unión Europea.

Claro que tampoco en la Europa continental la situación es fácil, con las elecciones en Francia y en Alemania a la vuelta de la esquina.  En consecuencia, se avecinan días agrios, y los británicos cada vez parecen menos convencidos de que el Brexit haya sido la mejor decisión. En la última encuesta conducida por Markit, sólo un 29% de los participantes dijo que esperan que la economía británica, como resultado del Brexit, vaya a comportarse mejor en los próximos diez años, comparado con 39% en julio. Por otro lado, los que consideran que las perspectivas para la economía británica se han deteriorado se ha incrementado a 53% frente a 42% con anterioridad. El balance neto, en consecuencia, ha pasado de -3.0 puntos porcentuales en julio a -24 en la actualidad.  Curiosamente, los ciudadanos de menores recursos, que eran los más optimistas con el impacto del Brexit sobre la economía, son ahora los más pesimistas.

Ayer, políticamente hablando, fue un miércoles negro. Un día infame que también recibió el desprecio de los mercados, que acogió la carta de May con frialdad y desdén. La Unión Europea, tras dos Guerras Mundiales, se ha erigido  como un lugar de libertad de movimientos de bienes, servicios, capitales y personas, un territorio de paz, seguridad y prosperidad, una concordia de ayer rompió, de manera formal, el Reino Unido. 

* Director de llamadinero.com
y profesor de la Facultad de
Economía de la UNAM

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