Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

12 Abr, 2017

Adiós a la calma primaveral con EU

Tal parece que se terminó la calma primaveral que se vivió con respecto a la relación México-Estados Unidos, después de las tormentas de invierno que se dieron desde la noche de la elección de Donald Trump y finales de enero, cuando se canceló la invitación de la Casa Blanca al Presidente de la República. Hubo un periodo de deshielo en el que ambos gobiernos estuvieron de acuerdo en no estar de acuerdo, lo que dio paso a la primavera, que comenzó después de que fue ratificado como secretario de Comercio Wilbur Ross. El funcionario recién ratificado dio señales positivas con respecto a la renegociación del TLCAN, al evitar un lenguaje de descalificación del acuerdo y al afirmar que se tiene que evaluar y estudiar con calma el asunto. En un principio, el secretario de Comercio señaló que las pláticas podrían empezar hacia finales del año, sin embargo, en las últimas semanas de marzo corrigió y agregó que buscaban que el periodo de 90 días que tiene que dar el Congreso para comenzar con la renegociación del TLCAN se aprobara antes del receso legislativo de Pascua. Además, en la segunda semana de marzo, Ross mostró  disposición al diálogo, cuando se dio un entendimiento en cuanto al azúcar, y dio una conferencia de prensa conjunta con Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de nuestro país. Más tarde, cuando Peter Navarro, quien funge como encargado del Consejo de Comercio Internacional de la Casa Blanca, dijo que buscarían formar una alianza manufacturera con México y Canadá, lo que generó mucho optimismo, sobre todo viniendo de un personaje que ha sido muy crítico del libre comercio.

Sin embargo, en abril, las señales comenzaron a deteriorarse. El domingo, en una entrevista con Fox, Wilbur Ross se mostró frustrado con la lentitud del Congreso, dado que no se aprobó el periodo de 90 días, lo cual es una mala noticia para México, debido a que mantiene la incertidumbre y porque, entre más tiempo pase, más se reduce el margen de maniobra mexicano, debido a que comenzarán a imponerse las dinámicas de la elección presidencial de 2018. A la cuenta regresiva mexicana habría que sumar que parece que hay una actitud negativa hacia el TLCAN, lo que quedó plasmado en las palabras de Wilbur Ross en la entrevista: “Queremos lograr el acuerdo tan rápido como sea posible, no se debería permitir que los malos acuerdos se mantengan, entre más se mantengan, más se da en desventaja nuestra”. La postura de Wilbur Ross es una mala señal, porque desde ahí querrán negociar y será muy difícil que México acepte condiciones lesivas en comercio. Ross no se ha destacado por complacer a las clientelas electorales de Trump, por lo que su discurso podría tener fondo. Otra mala señal la dio el presidente Trump en un evento en la Casa Blanca, en el que se reunió con un grupo de CEO’s afirmó que: “El TLCAN es un desastre, ha sido un desastre desde su concepción y tendremos algunas sorpresas agradables con el TLCAN”. En este contexto de negociación, lo que menos se necesita son sorpresas, sobre todo porque en varias ocasiones, tanto el canciller mexicano como el secretario de Economía, han expresado que para México podría ser preferible salirse del TLCAN antes que aceptar cláusulas, como las que han circulado en borradores, referidas a aranceles en caso de inundación de productos que afecten la industria doméstica estadunidense. Ambos funcionarios mexicanos  también dijeron que no serían aceptables reglas de origen por país y mucho menos un acuerdo bilateral, en vez de trilateral, como se encuentra estructurado actualmente.

En conclusión, el margen de maniobra es poco. Ante la falta de información del lado mexicano, podemos proyectar tres escenarios, uno bueno, uno regular y uno malo. En el bueno, los cambios planteados serán cosméticos, como incluir algunas de las cláusulas del Acuerdo Transpacífico (TPP) que generen nuevas oportunidades en comercio electrónico, telecomunicaciones y energía, incluso podrían aumentarse los porcentajes de las reglas de origen de los tres países, lo que acabaría beneficiando a México. El segundo escenario implicaría cambios cosméticos y algunos rubros muy específicos en los que México tendría que ceder en materia de aranceles. El tercer escenario implicaría cláusulas arancelarias, reglas de origen por país y modificaciones a rubros específicos, jitomate, algunos segmentos de las manufacturas, lo que haría casi imposible que México acepte.

Un factor a considerar es la utilización de información de inteligencia como herramienta de chantaje político al gobierno mexicano. Aunque se menciona poco como elemento de análisis, no se debe descartar que el volumen de información de inteligencia que tienen la DEA, la CIA y la NSA sobre nuestro país con respecto a las ligas del crimen organizado a la clase política, así como información de redes de corrupción que podrían ser devastadoras. Dichos productos de inteligencia podrían llegar al escritorio de la Oficina Oval y con ellos se podrían tener palancas importantes de negociación, aunque eso no modifica el hecho de que la administración actual en México tiene poco margen de maniobra. 

Aunque no podemos hablar de que estemos en una tormenta, hay algunos truenos que debemos tomar en cuenta. Además, la negociación es frágil en tanto en la misma canasta negociamos temas de seguridad en la frontera y migración. Ayer, Jeff Sessions, procurador de Justicia, fue muy claro, en su visita a la frontera con México, en cuanto a que va a tomar medidas duras contra los migrantes y el margen de maniobra en ese frente es aún menor. No podemos confiarnos en que la primavera será larga.

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