Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

20 Abr, 2017

¿Qué han dicho los candidatos de la economía y del empleo?

No hay duda que en los tiempos que corren, el problema al que más importancia e impacto en sus vidas le dan los ciudadanos, es al económico que se traduce hoy, para ponerlo en términos concretos, en la magra creación de empleos formales.

Al margen de ese triunfalismo acedo y ramplón que, aun cuando pretende pintar de rosa una situación que está más cercana a lo gris oscuro no lo logra, la realidad en materia de empleo formal y estable se impone.

Cuando nuestros políticos y funcionarios, así como el gobernante en turno hablan de la creación de millones de empleos, pretenden —además de querer maquillar una lacerante realidad, cosa que no logran—, que nos vayamos con la finta de la cifra; que el espejismo de los millones que festinan nos ciegue, y nuble la obligada objetividad.

Buscan, en una maniobra desgastada
–cuya efectividad desapareció hace años–, que los no informados al hablarles de millones de empleos creados en lo que va de esta administración concluyan, no únicamente convencidos de la capacidad en la gobernación del que la encabeza, sino lo más importante, que emitan su voto en favor de los candidatos del partido que hoy está en el gobierno.

En esto de los recursos que utiliza todo gobernante en las épocas de vacas flacas en lo que a crecimiento económico se refiere, es dar una cara de la moneda —la de la creación de tantos millones de empleos— mientras esconde la otra, la determinante para un juicio objetivo: ¿cuántos empleos deberíamos crear?

Cuando las cosas se ven de manera completa, no parcial, el panorama es otro. ¿Qué decir cuando la creación de empleos/año es del orden —por poner un número fácil de entender—, de 600 mil al año, y el número de mexicanos que por razones demográficas entran al mercado laboral cada año, es de un millón 150 mil?

¿Qué decir y hacer con esos 550 mil que faltaron? ¡Nada! Es más, ni mencionar esa variable de los que entran cada año al mercado laboral en busca de un empleo formal. Es ahí donde las cosas se muestran en su verdadera magnitud, en lo que se refiere a la gobernación en materia económica.

Una persona que anda a la búsqueda de un empleo formal, su parámetro para juzgar si un gobierno hace bien su trabajo, es si logra acomodarse en una fuente de empleo permanente. Lo demás, viene después.

Es entonces ahí, en esa realidad que venimos arrastrando desde hace muchos años, donde uno esperaría la palabra clara y sustentada de los candidatos al margen del partido que los habría postulado.

¿Qué harán en materia de empleo formal? ¿Qué reformas de la legislación vigente van a proponer, para que la creación de fuentes de empleo formal sea fácil y rápida? No se trata de que lancen estupideces como ésa del Salario Rosa, sino de hacer planteamientos que vayan al fondo del problema, a las causas que en materia de empleo nos tiene postrados.  

Por encima de la gravedad del problema, los candidatos eluden el tema. Nada dicen de los obstáculos que dificultan, encarecen y retardan cuando no es que impiden la creación de fuentes de empleo formal. Se van por la ocurrencia sin sustento, y sin viabilidad alguna.

¿Qué hacer ante esta conducta la cual, a la vez que perversa es muestra de esa corrupción política que ofende y confunde? ¿Qué le queda al ciudadano? Exigir a los candidatos que hablen claro, con la verdad por delante.

La creación de empleo en México enfrenta obstáculos que van desde la misma Ley Federal del Trabajo, pasa por organizaciones obreras y liderazgos corrompidos y gansteriles en no pocos casos, para llegar a una burocracia aún más corrupta e ignorante en materia de desarrollo económico.

¡De eso que hablen! De la demagogia barata y caduca que acostumbran, ya estamos hartos.

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