Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

25 Abr, 2017

¿Qué veremos en estas semanas que quedan de campañas?

Ayer lunes empezó, podemos decirlo así, la recta final de las campañas en Coahuila, el Edomex y Nayarit en pos de la gubernatura. Sin duda, cada partido y su candidato, como se dice coloquialmente, echarán toda la carne al asador.

¿Veremos algo diferente a lo visto en la primera parte de dichas campañas? ¿Modificarán su discurso y les darán a los electores una pequeñísima dosis de verdad? ¿Dejarán de lado las falsas promesas y ocurrencias de todo tipo, presentes de manera excesiva en los discursos pronunciados por todos los candidatos en las semanas anteriores de campaña?

Por desgracia pienso que no; a la fecha no veo elemento alguno novedoso que llevaría a los candidatos, por simple decencia política, a dejar de decir mentiras y ocurrencias, y a dejar de prometer lo imposible de cumplir. Seguirán pues en lo mismo, sin el menor rubor.

¿Le gustaría a usted escuchar algo diferente? ¿Algo que fuere más allá de la mentira burda y demagógica, y de las promesas a incumplir y las ocurrencias que ya ni risa provocan? De gustarle escuchar algo diferente, ¿qué sería? Le daré algunos ejemplos para que piense, si eso es lo que le gustaría escuchar de éste o aquel candidato.

¿Le gustaría que dijere, que no hay más recursos públicos para cumplir sus deseos, y satisfacer las necesidades de todo tipo que le han planteado durante las diferentes reuniones —públicas y privadas—, que han sostenido en días anteriores?

¿Le gustaría escuchar del candidato o candidata, que para conceder parcialmente lo anterior, únicamente habría dos caminos: elevar las tasas impositivas actuales y/o reducir de manera significativa el gasto en otros rubros para satisfacer sus deseos y satisfacer las necesidades que le ha hecho saber?

¿Y le satisfaría como candidato aquél o aquélla que le dijere, que habría un severo recorte de la burocracia del gobierno estatal para, con los ahorros, mejorar la seguridad pública?

¿Cómo reaccionaría si le dijeren, que por la carencia de recursos, a partir del año siguiente desaparecería la gratuidad en las universidades y escuelas públicas de nivel superior, a la vez que se crearía un sistema de crédito educativo, cuyas tasas de interés estarían ligadas al promedio obtenido por el estudiante?

Por último, para no cansarlo, ¿qué pensaría usted si escuchare de la boca de su candidato o candidata, decirle con claridad y la debida seriedad, que muchos programas asistenciales otorgados hoy de manera indiscriminada, serían revisados cuidadosamente por una entidad externa, para reducirlos al máximo y entregarlos a quien verdaderamente los necesite, no como ahora sucede?

¿Qué pensaría al escuchar lo anterior del candidato o candidata de éste o aquel partido, cuyos candidatos anteriores siempre le han mentido con el mayor de los cinismos? ¿Qué impresión se llevaría, tanto del candidato(a) como del partido que lo(la) habrían postulado?

¿Entendería acaso, que le estarían hablando con la verdad y lo tomaría de manera correcta? Por el contrario, ¿se molestaría con uno y con otro y su voto no lo entregaría ni de chiste, a quien así le hubiese hablado?

Es decir, si nos atuviéremos a esto último, ¿qué a usted como elector le gusta, que le digan mentiras, que le hagan promesas que jamás van a cumplir? ¿Está satisfecho(a) usted con esta forma de relacionarse entre candidato(a) con los electores? Es más, ¿acaso piensa usted que siempre será así? ¿Siempre podrán mentirle impunemente todos los candidatos y sus partidos?

¿Y si le dijere que eso es imposible, que estamos llegando —por la escasez de recursos—, al punto donde candidatos(as) y sus partidos, deberán hablarnos con la verdad, por dolorosa e impopular que fuere?

Si bien hoy todavía le mentirán, ¿por qué no empieza a prepararse para cuando le hablen con la verdad?

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