David Páramo

Análisis superior

David Páramo

25 Abr, 2017

La corrupción somos todos

Los mexicanos somos una nación tan hipócrita como puritana; tan afecta a prejuzgar como fanática de los tratamientos especiales.

El caso de Eva Cadena muestra de una manera brutal los peores defectos de los mexicanos. La diputada local de Morena en Veracruz recibió medio millón de pesos en efectivo a nombre del presidente de Andrés Manuel López Obrador, quien en esos mismos días la nombró candidata de Morena al gobierno de Las Choapas.

Las lecciones que deja este caso sobre la realidad de los mexicanos, que muchos se ofenden al leerla o escucharla son muchas. Por ejemplo:

Primero. Según Cadena “cometió un error al reunirse con supuestos empresarios”. ¿Realmente no sabía quiénes eran y les recibió medio millón de pesos en efectivo? Recibir dinero de un extraño en esas cantidades ciertamente es un error, pero también un delito.

Supongamos por un momento que los recursos, que en el video dice que entregará al líder de Morena, se los iba a quedar ella. Entonces se trata de una doble traición, puesto que lucra en nombre de una persona que tiene como principal estandarte la honestidad e incluso ha puesto su renuncia en juego si le comprueban algún acto de corrupción.

Segundo. Este hecho demuestra que en cualquier circunstancia los mexicanos padecemos el mal endémico de la corrupción. Si atendemos a la explicación de Yeidckol Polevnsky según la cual “chamaquearon a Cadena” entendemos otro problema nacional. Jamás nos hacemos responsables de nuestros errores que en este caso pasa por un delito, traición y profunda estupidez.

Resulta que Cadena no es responsable de recibir el dinero sino los otros por ofrecerlo. Si realmente fuera cierto el cuatro, la política de Morena debería decir quiénes fueron y estas personas comprobar el origen lícito de estos recursos. Un principio sería devolverlos.

Así, parecería que nadie que esté frente a dinero tiene la fuerza moral para rechazarlo y, en su caso, denunciar a quien intenta corromper al otro. Según Cadena ella creyó que estaban dispuestos a apoyar a la causa, ¿Cómo se apoya a una causa violando la ley?

TODOS IGUALES

Tercero. En la década de los setenta uno de los más corruptos y dañinos presidentes de la historia del país, José López Portillo, usaba el lema: “la solución somos todos” y la inteligencia popular decía “la corrupción somos todos”. No cabe ninguna duda que la segunda frase es la correcta.

Tristemente parecería que en el gen de los mexicanos está la corrupción. No sólo la de políticos o empresarios, sino de ciudadanos quienes dan mordida, buscan un trato preferencial, piden un contacto o cualquier cosa con la intención de brincar el proceso correcto para sentir que son seres humanos especiales.

Sin embargo, si los actos son cometidos por los otros se convierten en hechos inaceptables. Con toda intención he dejado pasar hasta más de la mitad de esta columna escribir sobre el hecho de que corresponde a todos la corrupción y no tiene que ver con un partido político u otro. Hay corruptos en todos lados.

JUSTIFICACIONES

Cuarto. Uno de los defectos más aberrantes de los mexicanos es creer que se justifica todo lo que hacen nuestros favoritos y resulta inaceptable lo que hacen nuestros enemigos.

En los casos de los exgobernadores Padrés y los Duarte, como en el de la señora Cadena, todos son corruptos. Se trata de actos del mismo tipo, pero de magnitud diferente. En cuanto a la funcionaria de Morena si recibió sólo medio millón de pesos no es porque sea menos corrupta que los exgobernadores del PRI o del PAN, sino que tenía menores medios para delinquir.

Sin embargo, es necesario tener claro que la corrupción no sólo es de los políticos, sino de todos los mexicanos. Los que se brincan la fila o se cuelgan de la luz; los que buscan un cuate que les venda facturas para pagar menos impuestos, los que le dan mordida al policía, así como el policía que la recibe aun cuando diga que se trata de cobro de multa en efectivo como es la moda entre los policías de la CDMX.

Quinto. Si usted es de los simplones que cree que tiene derecho a estar indignado con la clase política porque son corruptos, le recomiendo que haga una ejercicio de honestidad. Durante una semana lleve la cuenta de cuántos actos de corrupción comete. No importa que, según usted, no generen daño económico, que diga que tenía prisa o que los trámites son muy complicados.

Si hace ese examen se dará cuenta que poco o nada tiene qué criticar. El monto no tiene nada que ver con el hecho.  

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