David Páramo

Análisis superior

David Páramo

28 Abr, 2017

Periodismo 101

En septiembre de 1984, hace casi 33 años, inicié mis estudios de periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y a finales de ese mes ya había aprendido los principios fundamentales que debe tener una noticia: Destacadamente una fuente de información.

Este fundamento es que se debe tratar de algo que se pueda corroborar, ya sea un documento o una persona.

Evidentemente un alto funcionario (¿Medía más de 1.80?) no puede ser considerado como una fuente de información, aun cuando sea retomado por medios de Estados Unidos, como si ellos hicieran un periodismo perfecto o si no se prestaran campañas a favor de intereses políticos o económicos.

Cualquiera que haya pasado algún tiempo en una redacción seria o que conozca un poco de medios sabrá que cuando se habla de altos funcionarios, fuentes vinculadas, expertos y demás vaguedades se refiere en la mayoría de los casos a opiniones sin fundamento y, en el extremo, inventos del propio comunicador.

Carl Berstein y Bob Woorward jamás hablaron de altos funciononarios, fuentes vinculadas y dedicaban su tarea a documentar aquellas filtraciones que les hacía al que ellos denominaban garganta profunda. Watergate no hubiera llegado a nada si no hubieran podido documentar, puntualmente, los datos que les daba su fuente y habrían acabado en simples rumores.

Parecería que periodistas bisoños, otros ya no tanto, han olvidado los fundamentos del periodismo y en su furor tuitero actúan de una manera irresponsable y se convierten en idiotas útiles que son un megáfono para quienes, incluso sin pedirlo, los utilizan como peones.

Hace unos meses había quienes se decían preocupados por una hoja de un supuesto documento que le fue enseñado por un alto funcionario a una reportera de pobre reputación y que se hacía creer como un hecho concreto. Sin embargo, la credibilidad de muchos se da sobre el por qué tan parecido es a lo que ellos imaginan de la realidad.

El rumor del miércoles difundido por un portal de internet según el cual el gobierno de Donald Trump estaría analizando abandonar el TLCAN mediante una orden ejecutiva fue usado por algunos como herramienta de negociación, por otros como fuente de especulación y para muchos una exhibición de la pobre tarea informativa que realizan.

HECHOS

Quienes en México propalaron este rumor se dividen en dos tipos. Quienes sabían de qué se trataba y los que repitieron cual borregos o multitud en un linchamiento.

Con la información que se tiene en este momento, como son las declaraciones públicas de Luis Videgaray, el gobierno de Trump sí ha considerado la posibilidad no para ofender a México, sino como una idea (no mucho más) para destrabar la parálisis que hay en el Congreso que, por lo menos, ha retrasado ya un mes el inicio de la renegociación del TLCAN.

¿Conoce la frase popular “Sólo el primer perro sabe porqué ladró”). Los medios que difundieron este rumor servían a ese fin. Otros, inteligentes, aprovecharon para especular en contra del peso que tuvo una caída de 1.7% durante la sesión del miércoles (una recuperación de 0.95% ayer) y los hijos del periodismo histérico quedaron en ridículo.

Una de las máximas fundamentales del periodismo es corroborar la información. Quienes estaban muy ocupados tuiteando en una búsqueda ridícula no de dar noticias, sino de ganar rumores, jamás tuvieron el cuidado de consultar otras fuentes que corroboraran o desmintieran el rumor propalado en Estados Unidos.

Es mucho más fácil hacer elucubraciones y dar opiniones excátedra (que la inmensa mayoría de las veces tienen que ver con sus filias y fobias, así como su imaginación) que consultar otras fuentes.

VERIFICACIÓN

Prácticamente nadie se ocupó de preguntar a fuentes del gobierno mexicano de qué se trataba esta filtración y, mucho menos, al de Estados Unidos. De hecho, no faltó quien creyó que la falta de desmentido era una afirmación.

Tristemente para ellos el remedo de argumento se desplomó cuando el gobierno de Estados Unidos emitió un comunicado en el cual refería a sendas llamadas con el presidente, Enrique Peña Nieto, y el primer ministro de Canadá, en las cuales se confirmaba su intención de seguir adelante con la renegociación del TLCAN.

Generalmente los rumores tienen un cierto sesgo de verosimilitud y, en este caso, ese elemento es que los tres países han dicho que si no encuentran beneficios en la reestructuración abandonarán el acuerdo comercial.

Es lógico suponer que hay borradores de todas las alternativas que pueden existir ante una negociación. Así, es fácil suponer que México y Canadá también tienen ejercicios sobre cuáles serían los caminos para salir del acuerdo comercial, lo que no quiere decir ineluctablemente que pudiera ocurrir.

Una vez más, Trump y su equipo jugaron con la mente y la ingenuidad de aquellos quienes creen que el periodismo es repetir rumores y pontificar sin bases.

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