David Páramo

Análisis superior

David Páramo

4 May, 2017

¿Existe la Condusef?

La Condusef fue creada como una suerte de compensación ante las presiones políticas que se generaron por el correcto salvamento del sistema financiero mediante la medicina del Fobaproa y así ha sido tratada por sus diferentes presidentes quienes han comprendido que se trata de un organismo cada vez más inútil e ineficaz, pero que para ellos representa una suerte de ínsula barataria.

De alguna exótica manera Mario di Costanzo logró colarse como presidente de la Condusef y la mejor imagen para definir su trayectoria en esta beca es la de un chivo en cristalería. Lo mismo ha inventado dizque conceptos de delitos o prácticas indebidas de los bancos las cuales no existen en ningún lugar del mundo, se ha metido en temas que no le corresponden como los de Ficrea o los jubilados de Mexicana de Aviación en los cuales complicó las cosas por hacer promesas vanas y que, en el menos malo de los casos, no estaban en su control.

Adicionalmente, ha creado una serie de indicadores que no revelan ninguna realidad y que parecen diseñados a justificar no sólo su chamba, sino la de un organismo que, en los hechos, sirve para, prácticamente, nada. La inmensa mayoría de las diferencias entre clientes y usuarios de servicios financieros son resueltas sin la intervención de la Condusef.

Los mecanismos de esta instancia no son los más expeditos y, contrario a lo que se creyó cuando fue creada esta comisión, los intermediarios financieros son los primeros en querer resolver desacuerdos con sus clientes que, dicho sea de paso, en su inmensa mayoría se dirimen a favor de los usuarios.

Los presidentes de la Condusef de una y otra manera terminan buscando la manera de encontrar reflectores. El antecesor de Di Costanzo trataba de engañar a la gente hablando de acciones, algunas no eran mucho más que contestar el teléfono, el actual ha inventado una serie de mediciones.

Hay quienes se preguntan cómo es posible que este hombre siga al frente de la Condusef a pesar de su notoria incapacidad. Algunos creen que es una suerte de beca por lástima o el pago de algo; sin embargo, esa versión sólo tendría sentido si quien lo nombró, Luis Videgaray, siguiera en el cargo.

Otros más piensan que, quizá, la única razón por la que este hombre sigue como presidente de la Condusef es porque nadie se ha dado cuenta de que ahí está. La inmensa mayoría de las instituciones financieras y sus pares en organismos regulatorios lo toman como un chiste o algo que se tiene que tolerar de alguna manera, como ese pariente impertinente, pero que no le hace daño a nadie.

Sin embargo, no todo es culpa de la frivolidad y ganas de llamar la atención por parte del presidente de Condusef que, según parece, no sabe ya ni qué inventar.

INUTILIDAD

Desde el punto de vista práctico bien vale la pena preguntarse para qué sirve la Condusef en los hechos. Teóricamente es una instancia para dirimir las controversias entre los usuarios de servicios financieros y las instituciones. Los datos muestran, con toda contundencia, que no se requiere una instancia de este tipo.

En un segundo término la Condusef debería concentrarse en la educación financiera, puesto que sería la mejor manera de evitar discrepancias entre clientes e intermediarios. Esto no se logra inventando indicadores de dudosa utilidad según los cuales los bancos generan ganancias por A o B haciéndolos pasar en una conferencia de prensa como si estuvieran cometiendo delitos o, por lo menos, abusos.

El Buró de Instituciones Financieras no sirve absolutamente de nada y, en los hechos, los usuarios de servicios financieros no los utilizan puesto que no encuentran funciones prácticas en él y sus decisiones se basan más en el prestigio de los intermediarios.

Quizá, especialmente, en tiempos de austeridad, se debería analizar de qué sirve tener una comisión tan ineficiente. Sin duda, las funciones de la Condusef podrían ser asumidas por alguna área tanto de la Secretaría de Hacienda, especialmente la dirección de banca y ahorro, o por las comisiones nacionales que regulan al sistema financiero.

De hecho, la función de educación financiera que resulta fundamental debería ser asumida plenamente por las autoridades, incluido Banco de México, de una manera integral en cooperación con las instituciones de crédito.

Ha llegado el momento de terminar, sin lugar a dudas, con una comisión inoperante que se ha convertido en el refugio o beca de cadáveres políticos que, como el caso de Di Costanzo, no se conforman con el premio sino que se ponen creativos.

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