Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

9 May, 2017

El turismo se ve poco rentable para los políticos

Una interrogante sin resolver es por qué el turismo resulta tan poco atractivo en las campañas políticas, vaya, incluso en los países y regiones que tienen una clara vocación hacia esa actividad.

Entre las posibles explicaciones es que resulta muy difícil comunicar cómo es que el turismo se traduce en beneficios para la población; cuando es mucho más directo hablar de empleos en general o de la necesidad de aumentar el monto de los salarios.

El turismo también es una actividad alejada, al menos en México, para los grandes grupos de votantes, pues sus ingresos son tan bajos que no tienen entre sus expectativas poder viajar.

Esta misma imagen de actividad aburguesada ha llevado a los propios políticos a despreciarla y el caso más evidente en el país fue de Andrés Manuel López Obrador, cuando dejó de impulsar el turismo como jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Sí es motivo de indignación que algunos legisladores mexicanos obtengan viáticos importantes para conocer el andamiaje legal de otros países; los profesionales del turismo no tienen otra que viajar a los destinos emisores y a las principales ferias mundiales.

Lo importante es hacerlo de forma eficiente, buscando obtener los mejores resultados posibles; pero salirse de los principales circuitos de promoción se traduce en pérdida de oportunidades para la población.

Hace unos días, el World Travel & Tourism Council (WTTC) publicó la actualización de un documento que muestra los extraordinarios alcances del turismo hasta 2016.

Por ejemplo, la contribución de esta actividad representa ya 10.2% de la economía global y llegará a 11.4% para 2027; 9.6% del empleo del planeta está ligado a los viajes y llegará a 11.1% en diez años.

Además, 6.6% de las exportaciones totales del globo fueron generadas por el turismo y 4.1% de las inversiones estuvieron dirigidas a este sector.

Precisamente en la cumbre de la WTTC de hace dos semanas, David Scowsill planteó como reto para las empresas comunicarle a los políticos por qué deben apoyar a esta “industria sin chimeneas”.

Otro de esos pendientes que siguen limitando el potencial de ésta, a pesar de todo, muy relevante actividad.

DIVISADERO

Delta-Aeroméxico. La autorización del acuerdo operativo y comercial entre estas dos compañías, que se formalizó ayer por la mañana, se traducirá en un aumento de la oferta de asientos aéreos entre México y Estados Unidos, lo que, en el mediano plazo, debe llevar también a menores precios.

Por lo pronto y concretamente desde ayer, las áreas comerciales ya tienen acceso a la información de las reservaciones de ambas firmas; sus principales clientes y su estructura de precios.

Información que, hasta el viernes, era confidencial, así que haberla compartido hubiera sido motivo de sanciones por prácticas anticompetitivas.

Hoy las dos aerolíneas tienen inmunidad antitrust para hacerlo y pronto se comenzará a ver la estandarización de tarifas, aunque se seguirá sabiendo qué empresa opera cada vuelo.

Los cambios inminentes vendrán en las rutas CDMX-Los Ángeles y CDMX-Nueva York, comenzando por la homogeneización de terminales.

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