Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

11 May, 2017

¿Cómo fue que produjimos esos ciudadanos?

Vi con gran atención la entrevista que el conductor del noticiario de Imagen TV, Ciro Gómez Leyva, le hizo este lunes a Andrés López.

Compartiré con usted algunos comentarios relacionados, más que con las respuestas del entrevistado, con el ciudadano que México ha formado en los últimos setenta u ochenta años. La razón de esto reside, simplemente, en la necesidad de explicarme las causas por las cuales millones de ciudadanos mexicanos siguen al personaje entrevistado.

Asimismo, como complemento de lo anterior, quiero entender por qué esos mismos ciudadanos piensan –y actúan en consecuencia (más con base en un fanatismo casi religioso, que en el juicio razonado de quien tiene la responsabilidad, al emitir su voto, de decidir el futuro de México)–, que López es la persona que lo garantizaría, tanto para ellos como para los suyos.

¿Qué tipo de ciudadano es el nuestro? ¿Es el que voluntaria y responsablemente analiza las propuestas de los candidatos y la oferta de cada partido para, con ambos elementos, decidir a quién entregar su voto?

Es evidente que el mexicano no es de esos; por el contrario, es señalado –sin darse cuenta de la ofensa implícita–, por la casi totalidad de los dirigentes de los partidos y no pocos analistas políticos, como cómplice al prestarse a la compra masiva de votos. En ese juicio incluyen, sin decirlo, junto con el que compra, al que se deja comprar.

Por otra parte, en caso de ser posible esa compra masiva de votos, estaríamos ante un país con millones de delincuentes electorales porque unos y otros habrían violado la ley, unos por haber entregado su voto a cambio de dinero y los otros, por la compra del mismo.

¿Qué explicaría esa conducta de nuestro ciudadano, y de los operadores políticos de los partidos? ¿Qué impulsaría al ciudadano, de ser verdad lo que afirman algunos –en relación con la compra-venta de votos–, a dejar de lado el análisis de qué candidato y/o partido le convendría más, y entregar su voto al mejor postor?

¿Quién lo educó así para haber llegado hoy, a un nivel tal de falta de honradez, que el elemento central de la democracia (el voto expresado libremente, sin coacción alguna) es tratado como una mercancía, lista a ser entregada por el propietario, como se dice en el lenguaje jurídico, a cambio de una contraprestación?

Por otra parte, ¿qué explicación daría usted a la entrega de votos en favor de éste o aquel candidato, cuya visión del desarrollo y crecimiento económico estuviere anclada en las ideas de los años sesenta del siglo pasado? ¿Y por qué entregar el voto a aquél cuya ignorancia de todo lo relacionado con las finanzas públicas, le brota por los poros?

¿Por qué seguir y votar ciegamente en favor de quien da muestras, además de una ignorancia que pretende cubrir con cinismo, lugares comunes y evasivas, de una alcahuetería casi infinita (acción de ocultar o encubrir los actos reprobables de alguien), para con personajes corruptos públicamente exhibidos?

¿Le satisfaría si le dijere que el educador de ese ciudadano fue el Estado mexicano? ¿Le convencería si dijere que fue el gobierno y sus instituciones y el sistema educativo como un todo, quienes desde los años treinta del siglo pasado desarrollaron todo un sistema de cooptación ideológica y política, con miras a hacer del ciudadano un simple instrumento antes que alguien capaz de analizar qué le conviene, y capaz de tomar una decisión libre acorde con sus mejores intereses?

De no aceptar esta hipótesis, ¿tendría usted alguna otra? ¿Cómo explicaría usted entonces los votos entregados a candidatos que, al amparo de los puestos ocupados en el sector público, se han enriquecido a niveles ofensivos?

¿Verdad que fue muy útil la entrevista que le hizo Ciro a Andrés López?

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