David Páramo

Análisis superior

David Páramo

12 May, 2017

Alan Godínez

Alan Godínez es el mexicano promedio.

Supera ligeramente el 1.64 de estatura y su peso ronda los 75 kilos, es decir, tiene un ligero sobrepeso a pesar de que la mitad de ellos aproximadamente hacen algún tipo de activación física como jugar una cascarita el fin de semana.

Este hombre, un mexicano promedio, terminó la secundaria y muy probablemente trabaja como asalariado, forma parte de la muy extendida tribu social que gusta autodenominarse godín. Esos que, de acuerdo con la OCDE, son los que tienen las jornadas más largas, pero son los menos productivos de este grupo de países.

A pesar de que critica la televisión abierta, es su preferida, aun cuando la vea por sistemas de paga. La tercera parte de ellos consideran que es la fuente más confiable de información, pero dos de cada diez aseguran que no creen en ningún medio de comunicación, pero se creen casi todo lo que ven en el Face.

Alan Godínez tiene una gran cantidad de preocupaciones y miedos. Está convencido de que la economía mexicana está en crisis y algunos de ellos aseguran que es el peor momento de la historia económica de México.

Sin embargo, a él no le ha tocado vivir una crisis económica. Nació tres años antes del error de diciembre y durante casi toda su vida la inflación ha estado en promedio por debajo del cuatro por ciento. No tiene la más remota idea de que en 1988 los precios crecieron a una tasa del 157 por ciento.

Siente terrores sobre la deuda pública del gobierno y no pocas veces cree que eso llevará al país a la crisis. Actualmente se encuentra por debajo del 50% del PIB. Casi seguramente no sabe que en 1982 y 1987 llegó a tocar máximos cercanos al 140% del PIB.

En sus largos o improductivos recesos en el trabajo (que la cortesía ya los convirtió en voy al Oxxo, ¿quieren algo?) habla sobre lo complicado de la situación económica y lo difícil que está todo. Muy probablemente se acaba de comprar, a crédito, su primer vehículo nuevo y está por adquirir una casa.

Él no lo sabe, pero está por comprarse una casa o está por hacerlo, a la tasa más baja de la historia. En 1969 Bancomer cobraba 12.5% por los créditos hipotecarios. Este banco cobra ahora una tasa que ronda el nueve por ciento.

CRISIS

Alan Godínez, quien está comprando a una de las tasas más altas de la historia en bienes de consumo gracias al crédito (que tiene la menor cartera vencida de una década) no entiende muy bien cómo es eso de que están disminuyendo las carencias, puesto que cree que la mitad de los mexicanos están en la pobreza. Si eso fuera cierto, no se explicaría la creciente inversión nacional y extranjera que se hace evidente con el crecimiento de centros comerciales en áreas urbanas.

Dice estar harto de la situación del país en las redes sociales, ésas que han crecido exponencialmente en los últimos tres años, gracias a que la Reforma a las Telecomunicaciones no sólo ha potenciado su penetración sino que los costos han caído en más de 40 por ciento.

Si hace una reflexión, no tan profunda, se da cuenta de que la economía no está en la crisis que se imagina, pero asegura que está harto de la corrupción. Con gran facilidad puede dar nombres de exgobernadores (siempre de partidos con los que no tiene afinidad) y habla con ligereza de los políticos.

Tiene una idea exótica, que parece la continuación del síndrome de Pedro Infante, que justifica la ilegalidad porque son pobres o débiles, cuando se trata de actos iguales.

Es tan grave un gobernador que roba como las bandas de chupaductos. Es tan delincuente el gobernador que toma directamente el dinero, que el presidente municipal que pide aportaciones voluntariamente a fuerza para los miembros de su organización. Quizá la diferencia es el monto, pero la acción es la misma.

Alan Godínez se queja de la violencia, pero con gran facilidad se pone del lado de los delincuentes. Si el Ejército Mexicano elimina a delincuentes en enfrentamientos armados, suele buscar sus derechos; sin embargo, si uno de los miembros de este cuerpo comete un acto ilícito, se cree que fue un genocidio al estilo de Milošević, aun cuando no sepa quién fue.

Alan Godínez dice que hay que tomar otro rumbo. De lo que quizá no se ha dado cuenta el mexicano promedio es que la posibilidad de cambiar, como desea, sea ir hacia un lugar peor para él y su familia. El país avanza mucho mejor de lo que él cree, le falta ponerse en contacto con su bolsillo.

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