Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

16 May, 2017

¿Sirven de algo nuestras opiniones? Para nada; nadie las pela

Una de las reacciones que más ha llamado mi atención desde hace años, es la que tienen nuestros legisladores, funcionarios y gobernantes de los tres órdenes de gobierno, así como de dirigentes de partidos políticos y de los integrantes de esa numerosísima legión que es la Corrección Política.

Todos ellos, por encima de sus diferencias políticas e ideológicas, están hermanados en algo que a no pocos parecería inverosímil: Su rechazo a toda opinión que no encaje –cabal y completamente– en su manera de ver el desarrollo del país, si no son similares a la idea que tienen de lo que debe hacerse para modernizar nuestra economía, y poner al día nuestro vetusto y caduco andamiaje jurídico.

Este rechazo automático y total se da, no únicamente frente a las posiciones que expresa éste o aquel integrante del círculo rojo o hiper rojo, o ante las que expresa algún académico fracasado devenido en comentarista de todo y de nada, sino que se extiende a lo que plantean organizaciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo y el Banco Mundial, entre otras.

Aquí sí, y perdón por citar al presidente Enrique Peña Nieto, a todos aquéllos citados en el primer párrafo, en tratándose de recomendaciones para llevar a cabo éste o aquel cambio estructural o la más simple modificación de alguna con miras a modernizar el país vengan de donde vengan, ningún chile les embona.

Dicho lo último con otras palabras, diría que las únicas recomendaciones aceptables para ellos serían todas las que recomendaren mantener el statu quo o, de proponer cambios, para que fueren aceptados, deberían acrecentar sus privilegios, jamás reducirlos y menos aún, eliminarlos.

Documentos de aquellas organizaciones multilaterales van y vienen y aquí, para decirlo claro, nadie los pela; es más, me atrevería a afirmar que ni siquiera los asesores los revisan, deje usted que los estudien y busquen en ellos, elementos aplicables a nuestra realidad que hoy exuda atraso e ineficiencias en el uso de los recursos de todo tipo.

Ante esa realidad, ¿qué caso le hacen los citados en el primer párrafo, a las opiniones que emitimos algunos ilusos en los espacios mediáticos, cuyo único fin es tratar de que las cosas mejoren? ¿Me creería si le dijere que ni nos pelan? Por eso, me río cuando dicen de alguien: Es un líder de opinión.

En esas opiniones, aclaro, en modo alguno están incluidas recomendaciones como ésas de: El PRI —el PAN o el PRD— debería hacer esto o lo otro lo cual, además, lo expresan sin ser siquiera militantes de esos partidos. Al emitir esas opiniones-obligaciones sin que les sean solicitadas, actúan como los llamados glúteos veloces. Me refiero aquí, exclusivamente repito, a opiniones que tienen que ver con los graves problemas estructurales del país, no a asuntos internos de los partidos políticos.

Ahora bien, ¿a qué se debe que aquéllos desechen sin el menor análisis, propuestas y recomendaciones elaboradas por especialistas e investigadores en desarrollo y cuestiones sociales de aquellas organizaciones multilaterales, y también las de los opinadores locales?

¿Qué hay en la mentalidad de nuestros políticos, al margen de si son gobernantes, funcionarios, legisladores o dirigentes de partidos, para proceder así? ¿De dónde viene esa visión endógena, que tanto daño nos ha causado desde los años treinta y cuarenta del siglo pasado?

¿En verdad piensan, que ¡Como México no hay dos!? ¿Acaso se ven como herederos del Estridentismo, a quienes sólo les falta gritar: ¡Muera el Cura Hidalgo!, ¡Chopin a la silla eléctrica!, ¡Apaguemos el sol a sombrerazos! y ¡Viva el Mole de Guajolote!?

Como herederos pues de El Estridentismo, ¿qué futuro ven para México?

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