David Páramo

Análisis superior

David Páramo

16 May, 2017

Demencia senil

Pocas explicaciones lógicas pueden encontrarse a la carta que envió el 12 mayo Francisco Hernández Juárez, secretario general del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, al presidente del Instituto Federal de Telecomunicaciones.

En el documento pueden leerse las siguientes exigencias: “Que el IFT revoque la resolución derivada de las medidas de preponderancia impuestas el 8 de marzo.

“Mantener nuestra fuente de trabajo como una sola empresa, viable financiera y operativamente, para lo cual es necesario modificar el título de concesión para ofrecer toda la gama de servicios de telecomunicaciones y promover un modelo tarifario que permita recuperar los costos y una utilidad razonable que se traduzca en reinversión en infraestructura, innovación y desarrollo tecnológico.

“Impulsar la corresponsabilidad del resto de los operadores en la telefonía rural y social que únicamente asume nuestra fuente de trabajo”.

Es necesario ver qué hay detrás de esta carta, independientemente de la rápida respuesta que dio Gabriel Contreras, el mismo día que recibió la misiva, en la que se explica: “Como se puede advertir de la simple lectura de la resolución notificada a Telmex el pasado 8 de marzo, sus términos y condiciones son eminentemente regulatorias y fundamentadas en disposiciones constitucionales y legales en materia de telecomunicaciones y competencia económica”.

CHANTAJE

En los días previos a que el IFT emitiera la resolución que ordena la separación operativa de la empresa de última milla (cuyos detalles pudo enterarse antes que en cualquier otro medio), también le adelanté que una de las reacciones previsibles sería que el STRM sería que convocara a una huelga como, efectivamente lo hizo y en la que no pasó absolutamente nada.

Desde marzo, hasta mayo, se la pasaron diciendo que irían a la huelga no sólo era por la revisión salarial que tenían con la empresa, con la que llevan larguísimos años de una relación perfectamente tersa, sino también por el cumplimiento por parte de Telmex de las resoluciones del IFT en materia de separación operativa.

El chantaje, que no llegó a nada desde el punto de vista laboral, revivió con la carta de Hernández Juárez al presidente del IFT por lo que vale la pena plantear una serie de hipótesis sobre las acciones de este líder sindical.

HIPÓTESIS

Primera. Como no suena lógico, suena metálico, como dirían los abogados. No vale la pena ahondar en algo que podría rondar en el infundio.

Segunda. Se trata de una suerte de pleito arreglado en el cual el sindicato se convierte en defensor de la empresa que sólo ha dicho oficialmente que revisará la resolución y que en su momento tomará las acciones pertinentes para dejar a salvo sus derechos.

Parecería que así el sindicato está dispuesto a hacer el trabajo sucio de la empresa por la vía de la presión y el chantaje. No olvide que a finales de marzo realizaron una serie de movilizaciones y plantones tanto en el IFT como en la SCT en los cuales, como documenté en mi programa de radio de Grupo Imagen, amenazaban al gobierno de que “le midan a lo que están haciendo”.

Esta hipótesis tiene una falla. ¿el grupo en torno a América Móvil dejó de confiar en las habilidades de sus abogados y optó por utilizar el músculo sindical? En ningún momento desde 1990 cuando el actual grupo de control asumió la administración de Telmex han recurrido a una vía similar, lo que deja como más fuerte la tercera hipótesis.

Tercera. En el sindicato que encabeza desde 1976 Hernández Juárez (decano de los líderes sindicales del país y a seis años de alcanzar la duración de Fidel Velázquez como líder sindical de la CTM) podría estar enfrentando una suerte de demencia senil sindicalista.

Una primera lectura es que realmente no comprenden los alcances de la resolución del IFT, la cual no obliga a Telmex a vender activos sino a crear, con los mismos accionistas, a dar servicios de última milla a cualquier otra empresa, por lo que no se afectarían de ninguna manera sus ingresos ni condiciones de trabajo.

En este contexto es posible que realmente la dirigencia sindical no esté comprendiendo que ya cayó el meteorito y que las prácticas sindicales que funcionaron durante cuatro décadas se han convertido en un dinosaurio que está próximo a desaparecer.

Cuarta. Siempre hay una posibilidad política en este tema según la cual el STRM está usando a su fuente de trabajo para mostrar su músculo de cara a las elecciones presidenciales del próximo año y ver qué partido está interesado en sus servicios.

Cualquiera de estas posibilidades no cambia el hecho relevante: la resolución del IFT es de carácter regulatorio y no laboral, así que este organismo no tiene nada que ver en las decisiones de tipo sindical que intente el grupo de
Hernández Juárez. Esto es lo único verdaderamente relevante. 

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