David Páramo

Análisis superior

David Páramo

24 May, 2017

Alan Godínez

Alan Godínez está enojado. Se siente profundamente molesto por la situación de la economía en general; no duda en hablar de crisis o asegurar que el país marcha de mal en peor; sin embargo, los datos duros de la economía van en contra de su afirmación.

Se irrita y hasta se indigna en redes sociales (en las pláticas con sus amigos habla de que ahí va, cada vez mejorando) en contra de hechos incontrovertibles de la economía como el crecimiento de 2.8% del PIB o que si no se contara el sector petrolero la economía estaría creciendo a una tasa de 3.9% impulsada por las exportaciones no petroleras y el mercado interno.

No duda en mostrar su desconocimiento sobre palabras que utiliza con gran facilidad. Habla de crisis sin conocer su significado; no comprende la diferencia con desigualdad; no entiende qué son las carencias ni cómo se utilizan para medir los grados de pobreza. Afirma que la mitad de los mexicanos está en pobreza, los más imprudentes dicen extrema, lo que choca contra una realidad en la cual el crédito a marzo crece a una tasa superior a 9% con la cartera vencida de más de una década.

Para justificar el crecimiento de las ventas reportado por ANTAD o Walmart asegura que se explica que tiene que ver con el alza de los precios, cuando no existe ninguna relación directa entre precios y ventas.

Alan Godínez, como buen mexicano promedio, tiene un grado de educación bastante limitado y además con profundas carencias para aprender sobre conceptos que no se parecen a las ideas preconcebidas que tiene. El sistema educativo mexicano, hasta antes de la Reforma Educativa, no enseña a pensar sino repetir conceptos sin considerar si son o no razonables.

Cuando las empresas de análisis disminuían la estimación del crecimiento de la economía las citaba una y otra vez en sus cuentas de redes sociales, especialmente en Facebook, pero ahora que todas suben el pronóstico como Citibanamex simple y sencillamente son ignorados.

Este hombre, que es muy poco productivo y seguramente pasará un largo rato en el Oxxo o fumando durante su jornada laboral de hoy, tiene un problema fundamental de comprensión. Suele creer que su situación es la del país.

Sabe que la moda es quejarse del gobierno y hablar de lo mal que está todo. Alan Godínez terminó su educación formal, pero no ha hecho más para educarse ni cubrir los huecos que tiene en su formación.

Si se entera que el Fondo Monetario Internacional decidió ratificar la línea de crédito contingente a favor de México, muy posiblemente dirá que es señal de crisis, sin ningún elemento racional, o generará una versión tan desinformada como absurda de que hay una suerte de conspiración.

Alan Godínez tiene tiempo para quejarse porque no está angustiado. En su bolsillo sabe que las cosas están mejor, tan sólo en el primer cuatrimestre se crearon más de 404,000 empleos formales, que tiene acceso al crédito hipotecario, automotriz o personal en la mayoría de los casos a tasa fija.

Sin embargo, hay algo que no le cuadra. Si Alan Godínez lo está pasando mal personalmente en su trabajo o el salario no resulta suficientemente remunerador cree que un ente divino o algo así tiene que llegar a solucionar sus problemas.

Está convencido que si las cosas cambiaran y la economía creciera más, a él automáticamente le iría bien; sin embargo, no comprende que para que el país crezca más se tiene que ser más productivo y eso comienza con él.

¿OTRA VEZ?

Parece que Francisco Aguirre, cabeza de grupo Radio Centro, parece que tiene una exótica compulsión por regalarle dinero al Instituto Federal de Telecomunicaciones en sus procesos de licitación.

Si bien es cierto que el incumplimiento de Teconradio acaparó la atención mediática, el caso de Aguirre debe ser puesto en un lugar especial. Este hombre participó en el proceso a través del cual el IFT buscaba colocar dos cadenas de televisión nacional, ganó y no pagó. Como marcan las bases tuvo que perder la garantía.

En aquel momento se especuló sobre la diferencia del precio entre la postura que ganó la tercera cadena y la de Radio Centro, lo que les habría retirado accionistas y apoyos financieros. Sin embargo, ahora la explicación se antoja mucho más complicada.

A través de la empresa Promotora de Éxitos participó en la licitación y ganó cinco estaciones de radio, pero sólo pagó dos. Alguien podría decir con sorna, que a este empresario ya le gustó regalarle su dinerito al gobierno.

Pero evidentemente no se fue sin hacer drama puesto que pidió a la autoridad replantear las bases de licitación y reponer el proceso. ¿Si no le gustó la forma, por qué pagó dos?

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