Edgar Amador

Edgar Amador

29 May, 2017

El crítico gigante y la euforia de Wall Street

Si usted es dueño de un restaurante sabe que la ración por comida de una persona promedio, dada la estatura promedio de los comensales, es de poco menos de trescientos gramos.

De repente a su restaurante llegará un cliente de casi dos metros de altura, que requerirá una ración más copiosa que la normal.

Pero su aparición será tan rara que usted preparará raciones promedio y ya verá qué hace cuando se le aparezca un gigante en la puerta. Pero si a su restaurante le piden hacer de comer para un equipo de basketball, entonces mal haría en preparar raciones promedio.

Más o menos así se analizan los mercados financieros. La teoría predominante de las finanzas sostiene que los mercados evolucionan de manera impredecible, pero suave.

Que si bien el derrotero de los mercados es incierto, tal incertidumbre es parsimoniosa, y puede manejarse como un restaurante común: ignorando los eventos extraordinarios suponiendo que son tan improbables que no vale la pena preocuparse por ellos.

Pero supongamos que por alguna razón los críticos de comida del país sean escogidos de entre los mexicanos con altura mayor a los dos metros. Eso quiere decir que en caso de aparecerse un cliente muy alto en su puerta, la probabilidad de que sea un crítico de comida es muy alta.

Si el crítico gigante entra en su restaurante y usted le sirve una porción promedio de comida, el crítico quedará hambriento y escribirá una reseña devastadora en los medios que hará que ni las moscas se vuelvan a parar en su restaurante y, por lo tanto, su negocio irá a la quiebra.

Pero si usted por suerte tenía una ración apropiada lista para el gigante, recibirá una reseña favorable y sus ingresos prosperarán ante el alud de clientes atraídos por las palabras del crítico.

La solución parece fácil: usted averigua que la ración promedio de una persona de dos metros es de cuatrocientos gramos, por tanto de aquí en adelante usted comprará los insumos necesarios para preparar raciones de ese peso en su restaurante.

Los comensales promedio recibirán una ración mayor a la que digieren y dejarán sobras en el plato que a su restaurante le costarán tanto por cada servicio que en un par de meses su establecimiento estará fuera de circulación. El costo de prepararle a todos comida como si fueran un gigante de dos metros es impermisible para las finanzas de su negocio.

Los mercados financieros: Wall Street, los mercados de divisas, los de materias primas, los de derivados, parecen operar de una manera similar.

Es decir: los eventos extremos (una caída o alza extrema en los precios) son inusuales, pero cuando ocurren, su efecto puede ser desproporcionado sobre la rentabilidad de la estrategia de los inversionistas. Para bien o para mal. Debemos estar entonces preparados para esos eventos extremos que se convierten en una oportunidad o un riesgo únicos. El problema es que estar preparados en todo momento es imposiblemente costoso.

Quizá, lo adecuado será entonces preparar algunas raciones de cuatrocientos gramos (no todas) y tenerlas listas, después de todo los gigantes de dos metros no son tan usuales. La pregunta entonces es: ¿cuántas raciones gigantes debemos preparar? ¿qué tan comunes son los gigantes de dos metros? En el caso de las personas de dos metros o más no es difícil saber cuántos ni quiénes son.

Existen formas de saberlo. En el caso de los mercados financieros tenemos un problema: esos eventos extremos ocurrirán en el futuro, y como lo saben los físicos: el futuro es incognoscible.

La semana pasada, contra todo pronóstico, y a pesar de los escándalos políticos de Trump, el Brexit y las elecciones en Gran Bretaña, el distanciamiento entre los Estados Unidos y Europa en muchos aspectos críticos, y la degradación crediticia por parte de Moody’s a China, los mercados en Wall Street siguieron subiendo e imponiendo nuevos récords históricos en sus cotizaciones. Nada parece detener al optimismo de los mercados. Cada mala noticia les da alas para subir más alto, cada escándalo de Trump los anima a subir un peldaño nuevo.

Hay algunas señales débiles en los mercados de opciones y futuros que sugieren que muchos inversionistas están cubriéndose ante una posible contracción aguda de los mercados. La liebre está por saltar, parecen decir, pero quién sabe dónde. ¿Debemos de prepararnos?

Hay que estarlo siempre, de alguna forma, porque lo que los mercados han mostrado en las últimas tres décadas es que los eventos extremos son mucho más comunes de lo que los modelos financieros predicen, y que después de un largo periodo de calma, no es raro que sobrevenga un temporal.

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