Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

7 Jun, 2017

Ley de Poe

Perder amigos o seguidores en Facebook y Twitter es una tradición que nunca falla cada vez que se celebran elecciones. Y es que, en estas comunidades virtuales, la gente se siente más animada a pelear por sus convicciones partidistas con una enjundia que no necesariamente replica en el mundo real.

Por eso, me llamó la atención que en redes y WhatsApp estén circulando memes conciliadores que invitan a privilegiar la amistad verdadera por encima de afinidades ideológicas. Uno de ellos dice: “No pierdas tus amigos por política. Qué Morena, qué PRI, qué PAN, qué PRD, nunca cambies a un amigo cercano por alguien que jamás en la vida han estado juntos! (sic) Los políticos después de elecciones se abrazan y se hacen socios, pero tú pierdes una amistad, una hermandad, y nada te lo devolverá”.

El mensaje anónimo parece bienintencionado, y de ser así, representaría un buen antídoto contra la polarización. Pero, a juzgar por las reacciones encontradas que ha generado, provoca dudas. ¿Fue creado por ciudadanos sinceramente preocupados por no alimentar el encono? ¿O, por el contrario, es una broma cruel de simpatizantes de los partidos ganadores y su verdadera intención es burlarse sutilmente de los perdedores, siendo condescendientes con ellos? ¿Espíritu deportivo o sarcasmo embozado?

Es imposible saberlo a ciencia cierta. De entrada, no es factible que un meme así lo hubieran realizado simpatizantes de los perdedores (a menos, claro, que sean buenos perdedores, rara avis en internet y en la propia política). Es válido especular también que detrás de esta aparente ingenuidad se oculte una apuesta desmovilizadora para inhibir la furia, aun cuando ésta no pase del mero activismo de sofá.

Este mensaje y la propia polarización electoral podrían ser analizadas a la luz de la “Ley de Poe”, una de las tantas “leyes de internet” que pretenden explicar o clasificar el comportamiento social en el ciberespacio. Por supuesto, no se trata de “leyes” en el sentido jurídico o científico, ni tienen rigor o sustento académico, sino que son normativas informales del tipo “Ley de Murphy” o “Manual de Carreño” (dos muy famosas son las leyes de Godwin y Cohen sobre cómo evoluciona o dónde termina una discusión en línea).

Palabras más, palabras menos, la “Ley de Poe” enuncia que “sin una carita feliz o alguna otra expresión obvia de humor que la acompañe, es imposible escribir una parodia sobre un creacionista, de tal forma que no se confunda con una expresión genuina de creacionismo”.

Este “axioma” (por llamarlo de alguna forma) fue escrito en 2005 por un cibernauta de nombre Nathan Poe en un foro de discusión sobre teoría de la evolución y cristianismo. Se refiere a la imposibilidad de saber si una persona sostiene una postura determinada (sobre todo fundamentalista) con fines humorísticos, o si dice lo que en verdad cree. La única forma de saber si el emisor del mensaje está efectivamente chacoteando es que lo haga evidente con un emoticon de guiño, por ejemplo.

“En internet, es imposible decir quién está bromeando”. Así resume Emma Grey Ellis la “Ley de Poe” en un artículo publicado el lunes en la edición digital de Wired, que considera éste como el fenómeno más importante de la red en 2017. Ahí analiza la dificultad intrínseca de interpretar interacciones en la web que no muestran explícitamente gestos o énfasis, y cuestiona a quienes ambiguamente postean opiniones políticamente incorrectas u ofensivas, las cuales matizan una vez que provocan escozor, aclarando que sólo eran inocentes chascarrillos.

La situación data más bien del año pasado, como bien documentan Whitney Phillips y Ryan M. Milner en el sitio Slate, al explicar cómo circularon afirmaciones abiertamente supremacistas, misóginas, antisemitas o islamófobas de jóvenes simpatizantes de Donald Trump. Una vez que éstas eran denunciadas como mensajes de odio, publicaciones como Breitbart las defendían, considerándolas una forma inocua de provocar a padres y abuelos (las comparaban con el supuesto satanismo de los jóvenes aficionados al heavy metal) y calificando a sus críticos de hipersensibles.

Puede ser que yo también esté sobrerreaccionando y la intención del meme conciliador poselectoral en México sí sea buena de origen. En todo caso, más bien debería decretarse como ley que no vale la pena perder amigos de la vida real por pleitos virtuales.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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