Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

9 Jun, 2017

Un muro rodea ya al Hotel Trump en Washington DC

Washington, DC.— Si Donald Trump no ha encontrado cómo lograr que los mexicanos paguen la ampliación del muro, su habilidad para desatar pasiones ya provocó que, al menos en esta ciudad, su ostentoso hotel tenga que estar protegido por un cerco de vallas de metal.

En las agencias por internet, como Trip Advisor, los comentarios de los clientes generalmente son positivos, tanto por las instalaciones opulentas, incluyendo el SPA Ivanka Trump, como por la amabilidad de sus empleados.

Pero una crítica común es la dificultad para encontrar la entrada, pues no está en el portón de la Avenida Pennsylvania, bloqueada por una estructura de metal, ni en la calle 12, sino en un estrecho acceso por la 11 que obliga a los despistados a dar varias vueltas de más.

Ir a comer un “Trump steake”, de los que se burlaba el otrora presidente Barack Obama, es una costosa experiencia culinaria.

En la última cena de los corresponsales en DC, en plena campaña presidencial, Obama dijo que Donald no había asistido porque prefirió comerse un “Trump steake” mientras le tuiteaba a la premier alemana, Angela Merkel.

Aunque ahora su abogado le estará tuiteando a James B. Comey, quien ayer se llevó los reflectores del mundo cuando, en el Senado, lo acusó de mentiroso, en una audiencia “histórica” que muchos periodistas comparan con el episodio de Watergate.

El hotel se encuentra en un edificio histórico que perteneció al correo y su lobby, con decenas de sillones tapizados de terciopelo blanco y azul, mármol, madera y aplicaciones doradas, no parece propio de un establecimiento boutique, como se promociona, sino de uno más grande para viajeros acomodados en Las Vegas.

En una pared cuelga una bandera de Estados Unidos de unos ocho metros de largo y en las pantallas del bar, ayer era común observar la imagen del magnate por el caso del FBI.

Su restaurante principal, BLT Prime, por David Burke, ya también tiene su historia pese a la juventud del hotel, pues originalmente sería dirigido por el chef José Andrés, dueño de varios establecimientos en DC.

Precisamente por las declaraciones sobre los mexicanos y el muro, José Andrés rompió su acuerdo con la empresa de Trump que le puso una demanda millonaria.

Al final, el tema se solucionó amigablemente y la empresa contrató a Burke, un iron chef experto en filetes y cortes añejados que van desde 50 a más de 100 dólares cada uno, aunque para acompañarlos hay desde copas de vino por 25 dólares hasta botellas que pueden valer algunos miles.

Ni el restaurante ni el hotel estaban llenos y sus tarifas van en línea con las de otros establecimientos de lujo en la plaza como Four Seasons o The Ritz Carlton.

Thierry Baurez, director de ventas para Latinoamérica de Hoteles Trump, informó que las tarifas rack no se han movido desde enero, pero reconoció que sí hay varias ofertas de noches gratis.

En el único destino donde enfrentan retos es Miami, dijo, pues la oferta hotelera de lujo creció 30 por ciento.

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