Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

13 Jun, 2017

Asetur y el “lado obscuro” de la plataforma Airbnb

Hace más de diez años, cuando Miguel Torruco era presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles, cada vez que podía denunciaba la competencia desleal de los particulares que rentaban sus casas y departamentos en destinos turísticos.

Lo que nadie se imaginaba es que a través de plataformas como Airbnb, lo que era un problema de unas cuantas propiedades, ahora se ha convertido en uno gigantesco, pues es una de las opciones de hospedaje con mayor crecimiento en el mundo.

Según emarketer.com, del total de las visitas a los diez sitios de búsqueda de hospedaje más grandes del planeta durante el primer cuatrimestre de 2017, Airbnb estuvo en la primera posición con 106.9 millones y un aumento de 31% respecto al mismo periodo de 2016.

Booking tuvo 92.5 millones con un crecimiento de 7%; Hoteles.com 72.6 con 3%; mientras que el gigante hotelero Marriott International recibió 63.2 con -8%; Hilton 48 con -6%, e InterContinental Hotels Group 29.1 con -15 por ciento.

Así es que, incluso, las grandes cadenas hoteleras van perdiendo una batalla de dos frentes, contra estas plataformas de reservaciones.

Primero contra los sistemas de reservaciones, que les cobran una comisión relevante por venderles sus cuartos, y luego contra los particulares que están en el mundo de la “informalidad tecnológica”.

Hace unos días, se llevó a cabo en Guanajuato la primera reunión de la Asociación de Secretarios de Turismo (Asetur), ya bajo la presidencia de Fernando Olivera.

Precisamente, uno de los acuerdos fue crear una mesa de trabajo para analizar esta realidad que implica retos no sólo para los hoteles, sino para los destinos.

Aunque al consumidor le fascina Airbnb, pues amplía la oferta y abarata el precio de las habitaciones; difícilmente las autoridades pueden estar de acuerdo.

Por una parte, no pagan impuestos, pero sus huéspedes sí consumen agua potable, utilizan la infraestructura y demandan servicios públicos.

Adicionalmente puede desincentivar las inversiones hoteleras, pues no es extraño que en destinos como la Ciudad de México estén surgiendo proyectos para reconvertir edificios de departamentos en opciones informales de hospedaje para viajeros.

De esa manera los dueños se evitan no sólo cargas, como el Impuesto Sobre la Renta o Sobre la Nómina, sino que ni siquiera tienen que cambiar de habitacional a comercial el uso de suelo.

El planteamiento de Asetur es llevar este asunto a las autoridades de la Secretaría de Hacienda, para buscar opciones que eviten una realidad tan dispareja.

A escala mundial ya ha habido demandas contra Airbnb, una empresa cuyo valor de mercado se estima en 30 mil millones de dólares; como también algunos acuerdos, la mayoría de los cuales todavía se están construyendo.

DIVISADERO

Descanse en paz. Ayer murió Felipe Carrión, quien durante décadas fue un funcionario público especializado en el sector turismo, donde era apreciado y reconocido.

Desde hace años ocupaba la Dirección General de Servicios Turísticos de la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México, posición a la que regresó tras la llegada de Armando López Cárdenas a la titularidad de dicha dependencia.

 

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