David Páramo

Análisis superior

David Páramo

15 Jun, 2017

Capítulos finales

Tras la caída de Carlos Mena como titular de la autoridad investigadora de la Cofece, la pregunta relevante será determinar cuál será la actitud de Alejandra Palacios, quien, al final del día, compró todos los espejitos que le vendió este intento de Torquemada.

No me detendré, puesto que no vale la pena, en determinar cuáles pueden ser las razones personales que llevaron a Mena a dejar un cargo del que estaba totalmente enamorado. Pasan desde el reconocimiento de la incapacidad, hasta que se dio cuenta de que no podría seguir adelante con sus investigaciones, que tenían mucho más de investigación que de pruebas.

El trabajo de la Cofece ha sido, con la mejor de las buenas voluntades, patético, como lo he documentado ampliamente en esta columna. Ayer mismo le daba datos concretos sobre las gravísimas fallas que, como resultado, no han generado ninguna mejoría competitiva en favor de los consumidores, quienes deberían ser el centro de atención de esta autoridad.

Las principales carencias de esta comisión derivan de la soberbia institucional, convertir presunciones en juicios sumarios y, mucho más grave, tener una fluida campaña de filtraciones a través de los medios de comunicación.

Otra gama de errores tiene que ver con la traición a los regulados, a quienes se les ofrece que, si colaboran con la investigación, tendrán derecho a una multa rebajada y, en casos como el de las afores, se les aplicó un “descuento” del 30% con respecto a la multa máxima que establece la ley. Eso genera, sin lugar a ninguna duda, la judicialización de los procesos.

Ahora no sólo tienen que enfrentar en tribunales a las afores, sino que también a Petróleos Mexicanos, que consideró como excesiva e injustificada la multa que les impusieron esta semana sin haber escuchado debidamente sus argumentos.

La intención, ingenua o torpe, de establecer multas históricas era inhibir las prácticas, cuando en realidad lo único que generan es aversión por parte de los regulados, que ven como menos malo el camino de los tribunales.

Peor para ellos, ya legisladores como el diputado de Morena, Vidal Llerenas, están exigiendo, con argumentos mucho más que sólidos, que comparezcan tanto la titular de la Cofece como el de la Comisión Nacional del SAR, Carlos Ramírez, para explicar las razones por las cuales no se ha permitido una mayor competencia en el sector de las afores, lo que permitiría mejores condiciones para los trabajadores.

El legislador ha dejado claro que las actuaciones tanto de la Cofece como de la Consar terminan beneficiando a las administradoras de mayor tamaño en contra del mejor interés de los trabajadores, quienes ahí tienen sus fondos de retiro.

Sería positivo que Llerenas aprovechara las comparecencias trimestrales que, por ley, debe hacer el titular de la Consar, para cuestionar esto que, como he documentado, va en contra del mejor interés del trabajador.

INCORRECTOS

Desde el punto de vista operativo, cometieron un gravísimo error de soberbia en confundir autonomía con desprecio institucional. En una investigación que básicamente se conoce por los medios de comunicación, puesto que se ha dado a punta de filtraciones, lograron irritar al llamado grupo hacendario, que tiene como cabezas más visibles a Agustín Carstens, José Antonio Meade y José Antonio González Anaya.

Atención. Ninguna de las autoridades financieras ha descalificado la investigación sobre diez años de formadores de mercado, como indican no sólo la razón sino la lógica en una revisión que, de acuerdo con los bancos, llevaría más de un año juntar todos los datos que se solicitan.

Creyeron que andar ofreciendo filtraciones era una buena manera de ganarse voluntades, pero sólo lograron la simpatía de un sector de la prensa que deambula entre lo ingenuo y lo comodino de sólo tomar dictados sin mayor cuestionamiento.

PALACIOS

Si bien es cierto que Palacios acaba de ser ratificada para un periodo de cuatro años más a partir de septiembre, hoy parece imposible que lo lleve a buen término. Básicamente, tiene los siguientes caminos.

Primero. Renunciar. Reconocer que las actuaciones que ha tenido la Cofece son desastrosas y que, por lo tanto, es necesario cambiar de timón. Tristemente, quienes la conocen, temen que se radicalice y que esté dispuesta a perder más con tal de no soltar el puesto.

Segunda. Cambiar radicalmente la operación de la Cofece. Aquí la gran duda es determinar no sólo qué tan dispuesta esté a reconocer los errores institucionales que han creado disfunciones en el pleno y las áreas operativas, así como qué tanto apoyo podría tener de otros comisionados.

Tercera. Que aplique la regla del avestruz, es decir, que baje la cabeza y deje de estar inventando cualquier cantidad de locuras vestidas de investigaciones.

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