Edgar Amador

Edgar Amador

26 Jun, 2017

Hay muchas preguntas y pocas respuestas

México y China tienen muchas cosas en común: nos gusta la comida picante y nos peleamos por el mayor mercado del mundo, Estados Unidos, en sectores muy similares.

China no le compite a México en el sector automotriz, allí somos mucho más competitivos; pero China ha desplazado a México en sectores como el textil y el ensamblado de electrónicos, que eran una fortaleza mexicana hasta los años noventa.

Es interesante entonces constatar cómo esas dos economías que compiten entre sí para venderle al mayor consumidor del mundo, presentan curvas de rendimiento invertidas.

La curva de rendimiento es la relación entre el plazo de un bono y el rendimiento que paga al inversionista. Típicamente, entre mayor es el plazo, mayor es el rendimiento que el bono tiene que pagar. Es lo natural.

Pero los economistas han descubierto que, por alguna razón, en la curva de rendimiento de Estados Unidos, cuando la curva se invierte, es decir, cuando el rendimiento de corto plazo es mayor que el largo plazo, es una señal que ha anticipado recesiones económicas con un plazo de unos seis meses.

No está claro cuál es el mecanismo que le permite a la curva de rendimiento anticipar el ciclo económico.

Pero ocurre con la curva estadunidense. No está claro tampoco que tal capacidad se presente en otras economías: no sabemos si la curva mexicana y la curva china tengan esa capacidad de predicción.

Pero por el momento pensemos que algo nos quieren decir. La pregunta es: ¿qué?

Si tomamos a la economía global como un todo, China y México son los cinturones industriales del planeta, son el “rust belt” proyectado en el mundo. ¿Por qué entonces las zonas manufactureras de la economía están enviando una señal que, si ocurriera en Estados Unidos, prediría una recesión?

Supongamos que las curvas china y mexicana están señalando una recesión en esas economías, dos de las mayores manufactureras del mundo.

¿Qué significaría para la economía de Estados Unidos que dos de sus cuatro mayores proveedores (los otros son Alemania y Canadá) estén cerca de una recesión?

Conforme el mundo se integra económicamente (y eso seguirá a pesar de los fútiles intentos estertóreos de Trump y el Brexit) la lectura de las señales económicas se complejiza.

¿Quién nos dice si la inversión de las curvas de México y China no son un preludio de una inversión de Estados Unidos?

¿Qué tal si una recesión del cinturón manufacturero preludia una recesión más amplia de la economía de Estados Unidos o más allá?

En EU existe un indicador, el ISM, que busca adelantar el sentimiento en el sector manufacturero de ese país. Cuando ese indicador fue creado hace varias décadas (originalmente se llamaba el NAPM), servía como una señal del ciclo manufacturero con bastante precisión.

Pero conforme la producción se dislocó hacia Asia y México fue más difícil precisar qué momento del proceso manufacturero se estaba midiendo con el ISM: ¿la proveeduría en el sureste asiático?, ¿el ensamble en México?, ¿el embalaje final en California?

Si en un mundo económicamente integrado existe una sola curva de rendimiento que es la suma ponderada de todas las curvas de las naciones económicamente relevantes: ¿qué forma tendría esa curva si en China y México sus fragmentos se encuentran invertidos?, ¿sería esa inversión relevante para la economía de Estados Unidos?

Difícil saberlo en este momento, pues la economía nunca había estado así de interconectada y las señales que envía a través de distintos medios nunca habían sido tan disímbolas, así que sólo nos queda hacernos estas preguntas.

Hay algo que sí es claro: que las condiciones financieras de China se han deteriorado, como lo ha reflejado la reciente degradación de su calificación fiscal por parte de Moody’s.

Esto significa que el riesgo de una inflexión en la economía proveniente de una reversión del ciclo del crédito en ese país podría tener consecuencias importantes.

¿Similares en profundidad y extensión a las que sufrimos en 2008-2009?

Este mes, en que se cumplen justo diez años de que los primeros síntomas de lo que fue después un colapso financiero global, empezaban a aparecer con el cierre de un par de fondos del extinto Bear Stearns, vale la pena tenerlo en mente.

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