David Páramo

Análisis superior

David Páramo

27 Jun, 2017

Extiendan la repatriación

Cuando el gobierno de Enrique Peña Nieto anunció un programa de repatriación de capitales como parte de las medidas para fortalecer la economía familiar ante la incertidumbre económica global, hubo muchos que dudaban del programa, puesto que pensaban que tendría los raquíticos resultados de su antecesor, en el que unos 100 contribuyentes habrían repatriado aproximadamente 200 millones de pesos.

El 19 de enero, cuando se publicó el decreto, señalé que se requería que las reglas del decreto fueran diferentes a las anteriores, es decir, que cumpliera con requisitos como el ser anónimo, flexibilidad y un tratamiento claro en temas como la ganancia cambiaria. Cuando se publicaron las reglas, se cumplió cabalmente con todos estos objetivos.

Ayer, Lizandro Núñez Picazo, administrador general de Recaudación del SAT, señaló que, en lo que va del año, han regresado al país 36 mil 753 millones de pesos de 753 contribuyentes, de los cuales únicamente 24 son personas morales. Todo el año pasado regresaron al país poco más de mil 600 millones de pesos.

Es claro que este programa ha sido un rotundo éxito, puesto que fomenta el crecimiento del país, ya que los recursos deben ser invertidos en activo fijo; pago de pasivos o inversiones a través de instituciones financieras reconocidas, pagando un impuesto fijo del ocho por ciento.

El programa supuestamente debe terminar el 19 de julio, sin embargo, bien valdría la pena que el gobierno federal y el SAT, encabezado por Osvaldo Santín, analizaran la posibilidad de extenderlo por tres meses más.
Se trata del programa de repatriación de capitales más exitoso de la historia y lo más prudente sería extenderlo, al menos, por tres meses más. Es un hecho que el SAT espera que, en la medida en que se acerque a su fin, aumentará la repatriación de capitales; no obstante, resulta ser una mucho mejor idea ampliarlo cuando menos un trimestre más.

PROFESOR DE YOGA
Con las precauciones que deben tomarse cuando alguna página que dice ser la de una armadora o distribuidora de vehículos que prácticamente piden las últimas dos declaraciones fiscales, todas las claves de redes sociales y las llaves del domicilio, acudir a una agencia de automóviles puede ser una experiencia muy exótica.

Acudí a una agencia Ford y les pedí que me mostraran una camioneta que tiene un valor de más de un millón de pesos. El vendedor, tan amable como godín, me dio una larga explicación de que si la quería probar o siquiera ver, tenía que organizar una cita, en algo que me recordó el sistema de seguridad social de Cuba o de la URSS.

Me enseñó unos catálogos y unas supuestas ventajas financieras que, por tratarse de mí, me iban a otorgar, las cuales están publicadas en la página de Ford. Me pidió que hiciera algo como un ejercicio de imaginación. Le dije que imaginara que le pago el vehículo, que imagine que se registra la venta y él cobra su comisión en su mente.

Colecciono zapatos-tenis, mi colección es bastante extensa, y no recuerdo haber comprado un par que no me haya probado antes de adquirirlo. En comparación, el precio de los tenis equivale a una milésima del precio del vehículo.

NO ES CASUAL
Ayer, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, realizó un evento para festejar los primeros cuatro años de la promulgación de la reforma al sector de las telecomunicaciones. Como he venido detallando en esta columna, de los cambios implementados durante esta administración, éste es el que más rápida y directamente ha tenido impacto en favor de los bolsillos de las personas.

El Presidente, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza; el presidente del Instituto Federal de Telecomunicaciones, Gabriel Contreras, tuvieron mucho bueno por decir de esta reforma estructural; sin embargo, nada se dijo de la competencia económica.

Como recordará, ésta se llamó Reforma a las Telecomunicaciones y de la Competencia Económica; sin embargo, el trabajo de la Comisión Federal de Competencia Económica ha sido verdaderamente lamentable.

No hay una sola resolución del organismo, que mal encabeza Alejandra Palacios (que exóticamente ya fue ratificada por cuatro años más a partir de septiembre), que haya beneficiado a los consumidores.

Lo que se ha visto son acciones equivocadas que han sido tomadas por un grupo de iluminados como Carlos Mena, quien dejará la institución este viernes con una larguísima cauda de errores y supuestas investigaciones que más bien parecen ocurrencias.

La Cofece le debe a los consumidores mexicanos una larga lista de explicaciones que debe comenzar por la comparecencia de Palacios, la cual ya exigió el Senado de la República. La reforma es buena, pero, lamentablemente, los miembros de la Cofece la han tirado a la basura.

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