Construir una red de gas troncal compartida

En la medida en que avanza la Reforma Energética, se vuelve particularmente crítica la disposición de infraestructura eficiente para “ser compartida”, porque la mayor parte del Sistema Nacional de Gasoductos (SNG) que administra el Cenagas, que dirige David Madero, o de ductos de combustibles, fueron construidos para abastecer los centros de producción y distribución de Pemex, que dirige José Antonio González Anaya y, de CFE, que dirige Jaime Hernández, sin ninguna lógica de mercado.

De hecho, la construcción de esa infraestructura, prácticamente se abandonó desde la década de los ochenta y, salvo la reactivación que tuvo como las regasificadoras de Tamaulipas y Colima, en general, ha sido uno de los grandes desafíos de infraestructura del país, que sigue sin ser resuelto y, tal vez, debiera partir de una propuesta de gran calado y visión, como la que se ha hecho con la Red Compartida y la Red Troncal, en el caso de telecomunicaciones.

Según el Cenagas, el SNG tiene una longitud de 8,610.797 km, que incluye ductos que van desde cuatro hasta 48 pulgadas de diámetro, nueve estaciones de compresión con una potencia instalada total de 256,400 (hp), así como 359 válvulas de seccionamiento, 142 trampas de envió de diablos y 141 trampas de recibo de diablos, 121 estaciones de regulación y medición (ERM) que distribuyen el gas natural a distintos usuarios.

Según la AMGN, al cierre del año pasado, estaban en operación 13,442 kilómetros de ductos de transporte de gas, de los cuales, sólo 2,229 kilómetros son ductos privados de transporte, y la penetración del uso de gas natural doméstico, en transporte e industrial, apenas representa el 7% del total del país, sin considerar la utilización del combustible en las plantas reconvertidas de la CFE o procesos industriales de Pemex.

Con una ojeada por el panorama, esos 10 mil kilómetros que se dijo en 2015 iban a ser construidos en cinco años, todos los ductos están ligados a los presupuestos públicos. En la política pública se detecta la necesidad del transporte y la infraestructura, pero no se diseña una alternativa para incentivar y facilitar la construcción privada para oferta privada. Ése es el mayor desafío, inclusive para empresas como Ienova, Transcanada o Fermaca, Gas Natural, Fenosa y todas las que demandan gas natural. Sume a ello el panorama poco propicio para la expansión fiscal, según lo ha mencionado José Antonio Meade, dado que para 2018, el presupuesto habrá de contraerse otro medio punto porcentual del PIB, y que las empresas del Estado tampoco tienen de dónde echar mano para ampliar la oferta de su infraestructura o mejorarla; tal vez podría la Sener, de Pedro Joaquín
Coldwell, modificar la siguiente subasta para que deje de ser de capacidad de la infraestructura existente, por una de construcción y operación privada de ductos de internación y, en los estados del país donde en principio, se comuniquen las ZEE, cuyo proyecto encabeza Gerardo Gutiérrez Candiani.

Este proyecto debería incorporar la aportación de los derechos de paso carreteros, portuarios, fronterizos y de ferrocarriles, considerando que el país tiene necesidad de más redes troncales, no sólo de telecomunicaciones, sino de energía.

De lo contrario, abundarán las notas de que Pemex no suelta o que la CFE se apaña. Al final, cuál es la diferencia entre un agente económico preponderante del estado o privado: ineficiencia para el mercado.

DE FONDOS A FONDO

#DeRisking… La buena relación que han establecido los secretarios Mnuchin, de EU, y Meade, de México, ha permitido transitar bien el problema que se había estado presentando con el De-Risking en las transacciones financieras de banca corresponsal. De hecho, este miércoles y jueves, la subsecretaria de Hacienda, Vanessa Rubio, y la subsecretaria del Tesoro para Terrorismo y Crímenes Financieros de EU, Sigal Mandelker, tuvieron una reunión que permite avanzar en la integración del Grupo Público-Privado que permite fomentar la integridad de los sistemas financieros contra el lavado de dinero y financiamiento al terrorismo y también facilitar la cooperación para diseñar estrategias comunes a fin de identificar los flujos ilegales de los legales. El convencimiento de Meade y Mnuchin es que si los flujos se interrumpen o se bloquean, tarde o temprano encuentran causes ilegales o no formales y, es mejor establecer sistemas de inteligencia comunes, a partir del Diálogo Estratégico, para que se establezcan tan pronto como este mismo año, sistemas de alerta para investigación de delitos financieros y operaciones conjuntas para combatirlos.

#ParaLaReflexion… Hace unos días, la Coparmex, que preside Gustavo de Hoyos, hacía un llamado para que se rediseñe el modelo de seguridad en México. Es curioso. Lo que se rediseña es porque existe y, con los resultados violentos de la fallida estrategia nacional de seguridad, lo que es evidente es que no hay modelo, sólo reacción inconsistente. Y no creo que sea un problema de Renato Sales, el comisionado de Seguridad Nacional, o de Manelich de la Policía Federal, porque no tienen modelo a implementar. Hoy, el sistema de seguridad en pleno está perfilado para demandar un acuerdo político (que dependería de Bucareli, supongo) para que el Congreso modifique los tipos penales, que se aprueben nuevas leyes de seguridad interior y de mandos mixtos, pero ha sido incapaz de coordinar una efectiva respuesta, medible y ejecutable de los presupuestos de seguridad en los estados y municipios para que con la entrada de la policía federal en ellos, se construya la capacidad local de respuesta. Por el contrario, fracasan, porque al momento de cambiar de gobiernos locales hay que negociar un nuevo acuerdo político de subordinación de seguridad, que provoca el abandono de la plaza, y al no existir la estructura, simplemente rebota la criminalidad. Así es que… ¿cuál modelo? Por eso me parece ridículo que se cuestione la decisión de los cuatro gobernadores que iniciaron Fuerza Conago, encabezados por Miguel Mancera. Ahí, al menos, hay decisión política, coordinación y no subordinación, sino tarea conjunta. ¿O acaso hay otro modelo?