Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

12 Jul, 2017

La segunda carta del TLCAN

La próxima semana Robert Lighthizer, titular de la Representación Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), enviará un nuevo escrito al Congreso en el que establecerá, de manera más específica, cuáles son los objetivos de su país en la renegociación del TLCAN, que comenzará formalmente a mediados de agosto. El documento que presentará Lighthizer es relevante dado que será el punto de partida para que México y Canadá establezcan una postura inicial.

El documento se puede mover en tres escenarios: el primero y más benigno para México sería que la administración de Donald Trump busque negociar algunos aspectos específicos del acuerdo, para actualizarlo, con el objetivo de incluir temas como comercio electrónico, telecomunicaciones y energía, así como endurecer posturas en aspectos como los derechos de propiedad intelectual, quizás aumentar los contenidos de origen en algunas mercancías y entrada a la zona TLCAN de insumos provenientes de China, al igual que algún pronunciamiento en salarios. Lo anterior es factible considerando algunos comentarios del secretario de Comercio, Wilbur Ross, y de lo que más trascendió en las audiencias que se celebraron hace unas semanas en Washington D.C. a instancias del USTR.

Una segunda opción es que el documento establezca una apertura total del TLCAN y con ello se busque replantear todos los temas y todos los sectores. Una muestra de la complejidad de una negociación total lo evidenciaron las audiencias convocadas por USTR en las que, por ejemplo, dos asociaciones de un mismo sector tenían posicionamientos diametralmente opuestos, sería el equivalente a negociar 100 acuerdos como el azucarero que se tardó más de un año.

Un indicio de que ésta podría ser la postura lo podemos encontrar en el mensaje semanal de Donald Trump, en el que dijo, de manera textual: “Estamos buscando una renegociación total del TLCAN y si no la logramos terminaremos el TLCAN para siempre”.

En caso de que ése sea el escenario, los riesgos en contra de un resultado provechoso para los tres países aumentan, dado que será una negociación mucho más lenta y estará sujeta a las presiones del proceso electoral intermedio en la Unión Americana, lo que generará que sea susceptible a una interferencia del cálculo electoral.

En el escenario de una negociación larga y tortuosa, el proceso electoral en México también aumentará los riesgos, pues muy probablemente la carrera rumbo a las Presidencia se dará en un ambiente polarizado, en detrimento de la flexibilidad de las plataformas de los candidatos en cuanto al TLCAN. El único punto positivo de una renegociación larga es que el marco de operación del TLCAN se extendería en tanto no se llegue a un resultado.

Un tercer escenario es que la administración de Trump coloque en la mesa posturas inaceptables para México, como el establecimiento de aranceles o condiciones de reglas de origen por país o límites en el volumen de mercancías. Dicho escenario parece poco probable por las expresiones que ya se han visto de legisladores y líderes del sector privado estadunidenses. Sin embargo, tampoco se puede descartar ante un Trump que quiera apelar a su base de votantes. 

Una combinación de los tres escenarios es posible, es decir, un planteamiento disruptivo que se mueva rápidamente a un escenario limitado y aceptable, y que se apruebe rápido. O un planteamiento limitado que se negocie lentamente.

En menos de siete días tendremos el punto de partida del lado mexicano y del canadiense; los equipos parecen listos para comenzar sea cual sea el escenario que se presente.

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