Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

12 Jul, 2017

El ciberbanquero

Debe ser raro tener que gastar dinero para recuperar algo que uno mismo creó. Salvo que el protagonista de la historia se llame Elon Musk.

Actual icono de las industrias aeroespacial y automovilística, el inventor sudafricano anunció el pasado lunes en Twitter su agradecimiento a la compañía PayPal por permitirle poseer de nuevo el dominio X.com, nombre de la aventura financiera que emprendió en 1999. “No hay planes por ahora, pero tiene un gran valor sentimental para mí”, tuiteó Musk, dejando en claro que detrás de esta adquisición hay algo de motivación nostálgica.

Como en las películas, vale la pena iniciar un flashback para viajar al último año del siglo pasado, en el que un joven de 27 años ya había entrado al club de millonarios tras la venta de su primera firma tecnológica, Zip2, y que se propuso como siguiente reto revolucionar una industria tan abundante en capital como en ineficiencias: la banca.

Esta historia puede conocerse gracias a que muy oportunamente fue lanzada en junio la edición mexicana del libro Elon Musk: El creador de Tesla, PayPal y SpaceX que anticipa el futuro (Paidós Empresa, 2017) del periodista Ashlee Vance. Publicada originalmente en inglés hace dos años, esta obra constituye un muy detallado retrato del excéntrico innovador, escrito en un lenguaje amable para el disfrute del público no especializado.

El relato de Vance no está exento de humor y prueba de ello es que describe a X.com como “una entidad financiera con un nombre de resonancias pornográficas”, que de facto fue el primer intento serio de crear un banco on line.

Era una apuesta arriesgada pues, como sigue ocurriendo en la actualidad, muchas personas se resisten a creer en las transacciones monetarias en internet. En 1999 la gente apenas sí se sentía animada a compartir su número de tarjeta de crédito para comprar un libro, y hasta ahí. Pero, como Vance relata, Musk desde entonces creyó posible que los cuentahabientes podrían disponer en la red de servicios de inversión, ahorros y seguros.

Desde que fungió como becario en el Banco de Nueva Escocia, Musk se dio cuenta de que las instituciones crediticias eran incapaces de ver las oportunidades de negocios que para él resultaban obvias. Aquella experiencia inicial le dotó de confianza para competir contra lo que consideraba un modelo de negocios obsoleto. “Los banqueros se limitaban a imitar lo que hacía todo el mundo. Si los demás se tiraban por un puente, ellos también se tirarían. Si había una gigantesca pila de oro en medio del cuarto sin que nadie la tomara, ellos tampoco la tomarían”, reflexionó.

Pero su cualidad de visionario, como bien narra Vance, era tan grande como su propensión a fanfarronear sobre su estatus de nuevo rico. En esa condición dio una entrevista a CNN dentro de las oficinas de X.com, en la que se vanaglorió de haber comprado un auto McLaren F1 de un millón de dólares.

“No encajo con la imagen de banquero”, dijo entonces a la televisora, y tuvo razón: ni su imagen, ni su experiencia de vida ni su formación profesional. Todas estas carencias labraron un episodio doloroso semejante al que Steve Jobs sufrió en Apple.

Aunque intuitivamente Musk construyó una empresa que supo ponerse a tono con lo que necesitaba el consumidor, desafiando las complejas regulaciones del sector financiero, no había cultivado aún la suficiente madurez para ejercer liderazgo y su personalidad extravagante asustó a sus entonces socios.

Una de las aportaciones de X.com fue crear un sistema ágil de pagos electrónicos que resolvía en unos clics lo que a la burocracia bancaria le tomaba horas o días. Fue tan exitoso que rápidamente le surgió competencia: Confinity, de Max Levchin y Peter Thiel, con quienes posteriormente fusionaría su negocio. El resto de la historia es conocida: el producto estrella de estos últimos, PayPal, terminó comiéndose a X.com y Musk fue defenestrado como director general mientras andaba de luna de miel.

Pese a aquel golpe bajo, Musk nunca dejó de invertir en PayPal y su apoyo fue esencial para que esta marca sobreviviera al estallido de la burbuja de las puntocom y fuera vendida hace 15 años a eBay en mil 500 millones de dólares.

En un apéndice final del libro de Vance, Elon Musk se pregunta por qué la industria financiera aún no es capaz de integrar un modelo de transacciones verdaderamente eficaz. Ahora que recuperó X.com quizá nos ayude a despejar la incógnita.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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