Análisis superior
David Páramo20 Jul, 2017
Promesas peligrosas
Cuando se aprobó la reforma constitucional al sector energético, Andrés Manuel López Obrador envió cartas a todos los presidentes y directores generales de empresas petroleras que se le ocurrieron, no incluyó a todos los que ya han invertido en este sector, y entre los que estuvo el ahora secretario de Estado de Estados Unidos, en las cuales les decía poco más o menos que no se emocionaran, puesto que cuando ganara la Presidencia de la República revertiría esta reforma.
Parecía una suerte de ocurrencia, algo así como una toma de posición en favor de sus seguidores más fieles, esos que creen que el petróleo mana de la superficie de la tierra y que si toda la cadena de producción estuviera en el país, la gasolina sería casi regalada (lo que no ocurre ni en Venezuela), pero que les angustia la posibilidad de que Donald Trump abandone el TLCAN.
Sin embargo, en los últimos días ha vuelto sobre el tema asegurando que, cuando gane la Presidencia de la República, revertirá la Reforma Energética, pero no lo hará de una manera autoritaria sino que recurrirá a un plebiscito.
El plebiscito no es una figura contemplada en la ley y mucho menos para revertir una reforma constitucional. De acuerdo con la Carta Magna, para revertir una reforma constitucional es necesario que se tenga la aprobación tanto de la Cámara de Diputados como la de Senadores, así como la mitad más uno de los congresos estatales.
Tratar de cambiar la constitución por la vía del plebiscito es, sin lugar a dudas, un acto peligroso en contra de la democracia. No existe una vinculación clara entre este proceso, que obviamente sería organizado por el gobierno, sin la participación de organismos independientes, como el Instituto Nacional Electoral. Para fines prácticos, sería lo mismo que se intentara revertir la Constitución mediante un decreto, con todos los peligros antidemocráticos que genera.
Este tipo de posiciones por parte del candidato eterno muestran no sólo una visión equivocada de la Reforma Energética, que ya tiene inversiones comprometidas por más de 100 mil millones de dólares, sino del poco respeto a la democracia que todos los mexicanos han venido construyendo desde una sima en la que el secretario de Gobernación era Manuel Bartlett y, según los propios dichos del responsable de la caída del sistema cuando declaró ganador a Carlos Salinas, no sabía si había ganado o no la elección.
Por eso fue premiado por el viejo PRI, al que parece extrañar y desear que el país vuelva a los tiempos de Luis Echeverría o José López Portillo, con cargos como secretario de Gobernación y gobernador de Puebla. Si realmente Carlos Salinas es el jefe de la mafia del poder, pues entonces la redención de Bartlett sólo sería comparable con la de María Magdalena.
PREOCUPACIONES
Al menos por el momento no me detendré a realizar un análisis de la muy exitosa Reforma Energética, no únicamente por la atracción de inversiones, disminución de los costos para Pemex por la compartición de riesgos o el fundamental inicio de la competencia en la venta de combustibles en favor de los consumidores, puesto que el alcance de estas declaraciones es muy superior a la Reforma Energética.
Imagine por un momento un gobierno que intenta romper las reglas de la democracia y por vías que sólo tienen una apariencia de democráticas, puesto que la voluntad popular se establece mediante las elecciones, en las que los ciudadanos libremente eligen a sus representantes mediante formas establecidas por las mayorías dentro de instituciones ciudadanas, como son los organismos electorales.
Con base en este principio se podrían incautar mediante un plebiscito los recursos de las afores para que aquellos pocos privilegiados que tienen un trabajo dentro de la economía formal, pues entonces deben cooperar con los que menos tienen o que el gobierno tiene mejores maneras de gastar (seguramente dirían invertir) los recursos de la población a favor de todos.
Y así podría ser una lista muy larga de temas en los cuales se podría romper el orden democrático que, sin lugar a dudas, ha permitido que los ciudadanos se expresen libremente.
Estas posiciones han generado que cada vez más grupos de análisis y bancos muestren sus preocupaciones en caso de que López Obrador pudiera tener posibilidades reales de ganar las elecciones el año próximo (un proceso que, a pesar de las apariencias, está particularmente lejano).
De hecho, algunos análisis de bancos y corredurías financieras, el más reciente esta semana de Scotiabank, han comenzado a mostrar una preocupación. Adicionalmente, hay grupos de la sociedad civil que van teniendo cada vez más miedo de que México se acerque a Venezuela.