Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

20 Jul, 2017

¿Qué presumen, si lo logrado es a pesar de ellos?

Hace unos días, con motivo de la publicación mensual del IMSS mediante la cual da cuenta de los empleos formales creados durante el mes anterior, y los acumulados en el año en curso, nos recetaron una avalancha de comentarios donde, lo menos que se decía era, sin el menor recato y mesura, que este gobierno seguía implantando récords.

Al margen de lo que usted piense del número de empleos formales creados durante esta administración —del 30 de noviembre del año 2012 al 30 de junio del 2017—, sea por el monto del sueldo pagado a trabajadores y empleados, y el porcentaje que dicho número represente de la población total, hay un elemento diferente que es obligado señalar. Lo que comentaré enseguida, no tiene que ver con las cifras sino como menciono, con un aspecto diferente y si me apura, más importante.

La propensión de gobernantes y funcionarios a ver las cifras de empleo formal, las más de las veces descontextualizadas e incompletas, como un triunfo del gobernante en turno que evidencian, se afirma, la capacidad del gobernante, su inteligencia y una gobernación sin par.

La verdad es otra o si lo prefiere, muy diferente a la que propalan los gobiernos porque, debe usted saber, esta propensión a adjudicarse esto o aquello como triunfos propios no es privativo del gobierno actual, sino de prácticamente todos lo que hemos tenido y/o padecido antes que éste. 

Para empezar, la creación de empleos en una economía abierta —como es la nuestra—, no es responsabilidad ni tarea de los gobiernos; ésas pertenecen a los agentes económicos privados quienes, con la toma de riesgos que implica toda inversión, generan fuentes de empleo.

Ellos son los que tienen, como resultado fundamental de su actividad empresarial, la tarea de invertir y crear empleos. Luego entonces preguntará usted, de ser ésa la tarea de los agentes económicos privados, ¿qué papel juegan los gobiernos en materia de empleo?

Muy sencillo: Hacer que las leyes sean respetadas por todos, sin distingo alguno; hacer que los derechos de propiedad sean respetados a cabalidad junto con el contenido de los contratos, y hacer valer a plenitud el Estado de derecho.

De llevar a cabo —las autoridades de los tres órdenes de gobierno— lo anterior, como consecuencia de ello contribuirían a generar la necesarísima confianza en los inversionistas para tomar riesgos e invertir, y crear así fuentes de empleo que son, en los tiempos que corren de globalidad e interdependencia, la base de la estabilidad económica, y del crecimiento y el desarrollo.

Cuando en una economía las cosas no marchan bien como consecuencia de la corrupción y la existencia de una burocracia ignorante y corrupta, es obligación de gobiernos y Congreso ajustar el andamiaje jurídico y hacer respetar la ley, con miras a estimular la formación de un ambiente propicio para la inversión y, por ende, la generación de fuentes de empleo.

De ahí pues que presumir cifras, las cuales dejan mucho que desear frente a las necesidades reales en materia de empleo formal —dada la realidad demográfica presente, y la que se vislumbra para los próximos diez o quince años cuando menos—, sea expresión —infructuosa por lo demás—, de querer aprovecharse de la ignorancia de no pocos en lo relativo al funcionamiento de los mercados laborales.

¿Acaso esto último lo ignoran los funcionarios de una u otra dependencia? Claro que no; lo saben bien, pero la demagogia y los intentos de venderle a la población una mentira como si fuere verdad, chocan con una cruda que se niega a desaparecer.

Por lo anterior, cuando escuche usted a un gobernante y/o a funcionarios presumir logros en materia de creación de empleos formales, ríase porque, usted sabe que esos empleos han sido creados, no por los gobiernos sino a pesar de ellos, por quienes arriesgan a veces su patrimonio en un proyecto.

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