Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

29 Jul, 2017

Venta de empresas familiares por falta de sucesores (Parte I)

 

Un fenómeno relativamente común en empresas exitosas de primera generación y posteriores, donde el emprendedor(es) la fundó, la hizo crecer y décadas después sus hijos u otros parientes no son capaces o no desean continuar su obra en el negocio, es que antes de cerrarla (lo que es trágico para los que dependen de ella) causa un trauma para él y, a pesar del posible beneficio económico, recurren a otro tipo de solución:

Pueden asociarse con la competencia, ceder un porcentaje accionario a fondos de capital de aventura (empresas dedicadas a compra-venta de estos activos para después revenderlos), o simplemente buscar un comprador adecuado a un precio razonable y salirse. Es una decisión difícil, pero tal vez necesaria.

Mi opinión al respecto no debe ser maniquea, o sea ver todo en forma extrema, sino que depende de cada caso y las circunstancias que lo rodean. He participado y sigo estando presente en varias etapas de negociación y aunque mi deformación profesional se inclina a la continuidad de la empresa y su familia dueña, no siempre puede lograrse este objetivo.

En el diario español El País me llamó la atención una noticia de la venta de un grupo de confección llamado Pronovias, situado en Barcelona y especializado en atuendos para bodas a un fondo de inversión. El dueño impulsó a sus herederos a que entraran al negocio, pero no lo logró. Lo interesante es que dicho fondo se especializa en negocios con problemas de sucesión entre el fundador y sus hijos(as). Su objetivo es el de preservar la esencia y cultura empresarial de la familia dueña para que el prestigio de sus productos y marcas no resientan daños en sus clientes.

Un cambio radical es muy peligroso, ya que los consumidores estamos atentos y nos vamos a opciones más atractivas. Hay muchos ejemplos de negocios familiares que quiebran por la falta de atención de los nuevos dueños o por políticas que lesionan la dirección y operación y, por ende, la calidad y percepción ante el mercado.

Para nadie es un secreto que infinidad de negocios de todo tipo perduran por el toque familiar que el fundador y sus sucesores le imprimen; es un sello de confianza y seriedad. Restaurantes, diseñadores, productos de artesanía, comercios y muchos giros tienen el orgullo de permanecer y prosperar por décadas o siglos. Ustedes los conocen en sus respectivas comunidades. Esa lealtad se gana a pulso y con un esfuerzo constante y, no lo duden, por el toque que le imprime el dueño del negocio, siempre atento y accesible.

Cuando este personaje(s) se retira y no ha capacitado a sus sucesores potenciales en la esencia de su labor, o si ellos no sienten ese amor a la camiseta que los nutre desde pequeños, el resultado es que la empresa va a cambiar hacia otro tipo de dirección y objetivos. Aclaro, no siempre es algo negativo, porque tal vez ya estaba anquilosada o en decadencia.

Continuará...

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