Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

2 Ago, 2017

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Dentro de un mes se cumplirán 90 años del natalicio de John McCarthy, sin que su nombre haya sido citado con mucha frecuencia a propósito de su principal aportación a la cultura computacional, que en los días recientes se ha puesto de moda.

Nacido en Boston el 4 de septiembre de 1927 de padre irlandés y madre lituana, McCarthy fue un niño prodigio que, gracias a su vocación autodidacta, logró saltarse un par de grados para terminar la educación media dos años antes. Desde adolescente mostró pasión por las matemáticas y, ya como estudiante universitario, se clavó también en la ciencia cognitiva, aquella que trata sobre cómo la mente procesa la información que recibe.

Eran finales de la década de los 40 y a estas inquietudes hubo que añadir el desarrollo de las primeras computadoras en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con sus biógrafos Patrick J. Hayes y Leora Morgenstern, en esta época fue cuando McCarthy comenzó a germinar la idea de que pudieran construirse máquinas pensantes.

A la cabeza de un grupo de profesores, McCarthy suscribió el 31 de agosto de 1955 un documento titulado Propuesta para el proyecto de investigación de verano sobre inteligencia artificial, a celebrarse en Dartmouth, el colegio de Hanover, Nuevo Hampshire, donde impartía cátedra. El planteamiento consistía en que un grupo de diez científicos discutieran al año siguiente la posibilidad de que las computadoras pudieran emplear lenguajes, abstracciones, conceptos y métodos de resolución de problemas como si fueran seres humanos.

El título de aquella convocatoria hizo que a McCarthy se le adjudicara la invención de la frase y del concepto “inteligencia artificial”, la cual, para ser comparable con la humana, tendría que equivaler a “1.7 Albert Einstein, dos James Maxwell y cinco Michael Faraday”, de acuerdo con una broma que se le atribuye haber dicho en 1978.

Lo cierto es que la inteligencia artificial de nuestros días no es la suma de las neuronas de esos notables científicos, ni tampoco la fantasía cinematográfica de cerebros electrónicos que quieren apoderarse del mundo tipo Matrix, sino que está representada más bien por una generación de asistentes virtuales programados para hacer más amable la vida cotidiana de la gente, pero que libran una feroz batalla en el campo del consumo.

Un artículo de la revista Fast Company de mayo de 2016 clasifica a estos ayudantes cibernéticos de acuerdo con sus habilidades notables, defectos y nivel de “humanidad” (desde su capacidad para “hablar” fluidamente sin que parezca robot hasta su disposición a “bromear”).  Desde luego, la lista incluye a la archiconocida Siri de Apple y su contraparte de Microsoft, Cortana, las cuales –advierte– deben tomar nota de la enorme popularidad que está ganando Alexa, la apuesta de Amazon para controlar aparatos domésticos y transformar al hogar en un ambiente automatizado.

El recuento incluye a los asistentes virtuales sin nombre de mujer, entre ellos Google Now y Viv, este último desarrollado por los creadores de Siri y adquirido por Samsung (cuyo ayudante cibernético al final se llamó Bixby). También figura Ozlo, un chatbot cuyo único propósito en ese momento consistía en ayudar al usuario a encontrar cosas para comer y beber; Fast Company destacó entonces su capacidad para enlazar diferentes fuentes de datos por medio de una consulta única, aunque cuestionó si establecería el plan de negocios que sacara jugo a todo su potencial.

La respuesta a esa preocupación llegó el pasado lunes, cuando se anunció que Ozlo fue comprada por Facebook con el fin de integrar esta plataforma de inteligencia artificial a la aplicación Messenger. Los sitios especializados en tecnología especulan que, de esta forma, la red social fortalecerá el desarrollo de su propio asistente virtual llamado M, cuyo acceso todavía está restringido a un escaso número de usuarios, pero que se propone trabajar con una mezcla de operación algorítmica con la intervención de seres humanos reales.

El anuncio de la adquisición de Ozlo ocurrió justo unos días después de que Mark Zuckerberg se enfrascara en un debate público con Elon Musk . Este último, CEO de Tesla, acusó a su homólogo de Facebook de tener un conocimiento limitado sobre la inteligencia artificial. Y tiene razón: la limita a hacer negocios.

marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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