Sin darnos cuenta, educamos niños con miedo al fracaso

"Infancias: entre espectros y trastornos" es un libro editado por Paradiso Editores en México que habla sobre cómo los niños son absorbidos por las reglas de la sociedad desde pequeños. 

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Los niños son educados para convertirse en productores en serie. Foto: Especial
Los niños son educados para convertirse en productores en serie. Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- "Infancias: entre espectros y trastornos" es un libro editado por Paradiso Editores en México cuyas autoras son Gisela Untoiglich y Liora Stavchansky.

Es un texto que desde el psicoanálisis teje un lazo social para pensar y situar las infancias. Lo que aquí se lee, no es cualquier cosa, es una denuncia importante que busca problematizar las infancias, no sin la clínica.

Es cierto que durante la lectura toparemos con recortes clínicos que nos sirven para pensar las propuestas de las autoras, recortes que más que reflejar la clínica psicoanalítica evidencian lo que se escucha en el consultorio: el dolor de las infancias. La riqueza del libro radica en la apuesta por esta otra mirada a las infancias, mirada que nos hace topar con contextos socio-políticos y culturales; mirada que da cuenta que los tiempos han cambiado.

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Nos encontramos en una época en que las expectativas se sirven de prótesis y 'gadgets' que prometen alcanzar los sueños y completar a los sujetos en falta.

Leemos en el prólogo: "Nuestros niños como Historia nuestra son testigo-testimonios de un proyecto genocida, de una empresa de exterminio, y en cada síntoma, en el más banal de los síntomas del menos neurótico de nuestros niños, hablan el espanto y la tragedia que amenaza repetirse a cada paso. Nuestros niños y nosotros, en el más aséptico análisis individual, estamos marcados por los mismos horrores". Bordear el dolor no es fácil, situar el dolor infantil menos, pero, me parece que es ahí donde el psicoanálisis tiene cosas para decir y pensar.

Infancias: entre espectros y trastornos hace un recorrido que invita a mirar y abordar desde distintas perspectivas la relación que hoy en día se da entre esos niños y el Otro. "La época neoliberal es insistente en fabricar sujetos "completos", plenos, idílicos, sin fracasos y sin fisuras", nos advierten las autoras. Y es que si hay algo de lo que no se quiere saber es de la falla, de la pérdida.

 entre espectros y trastornos' hace un recorrido que invita a mirar y abordar desde distintas perspectivas la relación que hoy en día se da entre esos niños y el Otro.

El sistema capitalista que nos atrapa no puede dejar fuera cuerpos infantiles que a futuro servirán a la producción en serie, introduciendo a estos niños a la historia como un dato más del sistema; dejando al psicoanálisis en el lugar de lo subversivo que apuesta por la diferencia.

Decía que no es fácil acompañar el dolor infantil, dolor que en ocasiones se da por esto que se impone como exigencia: no fracasar. Hace poco, me tocaba escuchar en el consultorio el enojo de un adolescente que decía: "Ya no puedo creerles a mis papás, me dijeron que si era "bueno" las niñas iban a querer conmigo y no es cierto; me dijeron también que si me lo proponía lo podía lograr y no es cierto". Y es que, hablando más, recordó como desde que aprendió a leer sus papás pegaron un letrero frente a su cama para que al despertar todos los días pudiera leer la frase: "Si te lo propones llegarás a dónde quieras, eres un campeón".

Él tiene una discapacidad motora que físicamente le impide movimientos de coordinación gruesa y no solo estaba enojado porque las frases no eran ciertas, sino porque estas promesas —que se vuelven exigencias son ilusiones que venden que se puede lograr "todo"— son ilusiones que pretenden no topar con la falla, negar la castración. Ilusiones que lejos de permitirle saber hacer con su discapacidad, quieren disfrazarlo y camuflajearlo en una multitud que no requiere, ni se le permite, preguntarse desde su propia subjetividad.

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Por supuesto, como menciona el libro, es función de los padres humanizar a ese cuerpo, posibilitar a partir del vínculo que se apueste por la diferencia y se devenga sujeto; no digo que no podamos alentar a nuestros hijos, por el contrario, son los depósitos de expectativas, miedos, deseos e ilusiones los que permiten esta apuesta por la diferencia siempre y cuando el adulto se encuentre disponible para acompañar.

"La riqueza del libro radica en la apuesta por esta otra mirada a las infancias, mirada que nos hace topar con contextos socio-políticos y culturales".

Nos encontramos en una época en que las expectativas se sirven de prótesis y gadgets que prometen alcanzar los sueños y completar a los sujetos en falta. Los medicamentos muchas veces se juegan en este eje. "Los psiquiatras son los que menos recetan los psicofármacos que se consumen, y con frecuencia son los docentes o los propios padres quienes buscan que la medicina solucione aquello que en realidad necesitaría tiempo y adultos en disponibilidad", dice Gisela Untoiglich en el libro. Y es que hablar de adultos en disponibilidad, voltea la mirada de las infancias y sus "patologías" hacia cualquier adulto que desde un vínculo pueda escuchar y acompañar al niño.

La apuesta que se hace en el libro me parece de gran aportación para la clínica psicoanalítica, ya que el texto invita a pensar los tiempos de la infancia, los tiempos de la clínica y los tiempos del discurso. Ya sea desde el juego, la escucha o la escritura, Liora Stavchansky resaltará el psicoanálisis como una clínica del tiempo para las infancias, clínica que se distancia de lo psicológico. La diferencia es que mientras desde la visión pedagógica, psicológica y política lo infantil tiene que ver con desarrollo y madurez, para el psicoanálisis lo infantil tiene que ver con una posición, específicamente con una posición ante el Otro.

Al ser un libro conjunto, que une voces latinoamericanas no puede dejar fuera la realidad política y social que desaparece cuerpos, marcando la historia y las generaciones, un libro que da voz a lo silenciado. Esta voz que logran transmitir en el texto aparece como un corte en el tiempo que se vuelve una propuesta para mirar las infancias desde otro lugar. Gisela dice que: "En la infancia los diagnósticos se escriben con lápiz," yo agregaría, a partir de esta lectura, que se escriben con lápiz y con fecha de caducidad.

Si como Liora analiza en el libro, el grito de los padres de 43 estudiantes desaparecidos en México clama que si "Vivos se los llevaron, vivos los queremos" es porque las ausencias corporales requieren de voces que no se pierdan y actualicen su estatus para dar lugar a estos hechos que impactan no solo las infancias sino nuestra historia.

Leer el libro nos recuerda que es necesario tomar en cuenta la complejidad de esta época para mantenernos disponibles y poder voltear la mirada hacia las infancias.

*Este contenido representa la opinión del autor y no necesariamente la de HuffPost México.

*dp

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