Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

16 Ago, 2017

Sarahah

 

Así como a la fallecida actriz Zsa Zsa Gabor se le considera la primera celebridad famosa sólo por ser famosa, hay fenómenos de internet que se vuelven virales por el simple hecho de ser... virales.

A esta categoría pertenece Sarahah, que se convirtió en la aplicación más descargada en la iTunes estadunidense a partir de su lanzamiento en junio, éxito que se replicó en otra veintena de tiendas virtuales del mundo, entre ellas la mexicana.

Se trata de una nueva red social que, según su propia descripción, ayuda al usuario a conseguir retroalimentación honesta por parte de sus colegas y amigos de manera anónima. Se crea una cuenta y se pone a disposición de contactos en redes sociales para que éstos digan lo que quieran en un recuadro de texto encabezado por la edificante instrucción: “Deja un mensaje constructivo”.

El objetivo, en el ámbito laboral y afectivo, es detectar áreas de fortaleza y mejora, así como permitirle a nuestros seres queridos expresar opiniones que no podrían decirnos de frente por presuponer que la relación estaría en riesgo.

La aplicación permite compartir el comentario recibido, pero el usuario está impedido de responderlo... por ahora. En la sección de preguntas frecuentes, los desarrolladores del sitio dicen que están evaluando habilitar esa opción.

Tras unos días de poner a prueba este programa, sigo sin explicarme el furor por descargarlo. La propuesta es poco novedosa y recuerda más bien la mecánica de sitios como Formspring, Ask.fm, Secret (de infausta memoria en Monterrey) y Yik Yak, en las que el anonimato se convertía en escudo para ejercer el acoso cibernético.

Aun cuando, como consigna la reseña de The Verge, Sarahah ha fungido como vehículo para levantar la autoestima (debo agradecer que la mayor parte de mensajes que he recibido son elogiosos), la imposibilidad de responder a los mensajes y de publicar fotografías limitan la interacción y le restan potencial de enganchamiento al estilo Facebook y Twitter.

Es probable que su auge vaya en declive. Al momento de escribir estas líneas, Sarahah ya había bajado al décimo lugar entre los programas más descargados en México y en general acumulaba reseñas negativas de los usuarios, sobre todo porque su funcionamiento técnico y su diseño están lejos de ser los más óptimos.

Lo que parece cierto es que la viralidad de la app sí es consecuencia de su viralidad. No es un mero juego de palabras. Al menos así lo sugiere en declaraciones al sitio Mashable Zain al-Abidin Tawfiq, joven árabe graduado en ciencias de la computación que desarrolló Sarahah y le puso ese nombre que en su lengua natal significa “franqueza” u “honestidad”.

Analista de sistemas de tiempo completo en una compañía petrolera, Tawfiq reflexionó que hacían faltan espacios dentro de los ámbitos laborales para que los empleados pudieran comunicarse con sus jefes sin temor a represalias, aunque después pensó, un servicio que trascendiera a la estructura corporativa y funcionara también entre amigos. Lanzado como página web en noviembre de 2016, primero lo probó con camaradas suyos, con muy poco eco.

Fue entonces cuando, de acuerdo con Mashable, Tawfiq se inspiró en una propuesta mercadológica enunciada por Malcolm Gladwell en su libro El punto clave (Penguin Random House, 2013). Ahí describe a un tipo especial de persona influyente en redes sociales: el “conector”, un tipo capaz de conocer y relacionarse con todo el mundo, de caerle bien a personas de filiaciones ideológicas diversas, de empatizar con gustos variados y de hacer amistad con gente con la que no necesariamente comparte lazos profundos o conoce personalmente.

Tawfiq recurrió entonces a un amigo que calificaba en la categoría de “conector” y a partir de ahí Sarahah, dicho en sus palabras, “se propagó rápidamente como un virus”. En breve pasó de 70 a mil usuarios y de Arabia Saudita saltó a Líbano, luego Túnez y después a Egipto, donde llegó a tres millones sin gastar en marketing. La propagación siguió al ser publicada en la App Store y se fortaleció en julio cuando sus contenidos pudieron ser compartidos en Snapchat, con lo que ya superó 14 millones. Aunque sospecho que su auge en México obedece a mera imitación de la moda.

Quién sabe si la app de Tawfiq tenga futuro. Pero, siendo francos, quizá él mismo debiera sacarle jugo a la extraordinaria habilidad que mostró para salir del anonimato.

               

marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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