Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

27 Sep, 2017

Tercera ronda: ¡se pusieron rudos!

 

El temblor del 19-S y la tomada de pelo de los partidos de oposición de dizque “donar” los recursos de prerrogativas políticas para fondos de reconstrucción, redujo de manera considerable la atención a la tercera ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica en Ottawa.

Los temas duros y las posiciones más difíciles comienzan a ser evidentes y, tal como lo anticipó el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, los negociadores de Estados Unidos y Canadá pusieron sobre la mesa sus propuestas laborales y, la más complicada fue la del equipo de la ministra del Exterior canadiense, Chrystia Freeland.

Contrario a lo que se decía, no tiene incluida ninguna referencia salarial, pero a diferencia de la propuesta de EU, propone una suspensión de beneficios arancelarios si en el país de manera general no se respetan los acuerdos y compromisos suscritos en la Organización Mundial del Trabajo, aún sin ligarse a temas de comercio o inversión.

Comentan que ni México (ayer llegó el secretario Guajardo y desde el lunes se integró el subsecretario Baker) ni EU rechazaron la propuesta de forma categórica, porque se deja abierta la posibilidad de una controversia, y no ligada a un procedimiento que denuncie, por ejemplo, trabajo infantil o salario por debajo del mínimo manufacturero de la industria o sector que se traduzca en una ventaja desleal para la contraparte y desplace empleo regular en la otra.

Según Moisés Kalach, coordinador del Consejo Consultivo Estratégico de Negociaciones Comerciales, el sector privado mexicano estaría dispuesto a incluir modificaciones en el capítulo laboral siempre y cuando lo justifique el tratado en su conjunto, donde la prevalencia de cero aranceles y reglas de origen regionales se impongan. México rechaza porque el planteamiento de Canadá es muy abierto y parece cuesta arriba, ya que supone controvertir adhesiones a contratos colectivos de sindicatos blancos o no otorgar los mismos beneficios de una contratación colectiva a personas que no se adhieran al sindicato que gane la negociación.

El segundo tema fue más complicado, pues los productores de azúcar, verduras y frutas frescas de Florida (muy amigos del presidente Trump), lograron pasar a la mesa de negociación la intención de limitar las importaciones de productos agrícolas en función de la estacionalidad.

Para el Consejo Nacional Agropecuario, que encabeza Bosco de la Vega, esta postura es inaceptable porque implica establecer barreras a la exportación violatorias de la OMC, en perjuicio de un mercado de exportación de 12 mil millones de dólares por año de productos frescos y particularmente de cítricos. La propuesta se formalizó y la impulsó directamente Florida, pero lo que llama la atención es que la contraparte mexicana no tiene propuestas claras para apertura de mercados o complementariedad en el ejercicio de acuerdo con productores de azúcar y berries.

El tercer elemento de conflicto no se puso en la mesa, pero sí avanzó en la definición del marco de referencia sobre el cual quiere negociar la parte estadunidense el tema de reglas de origen y contenido regional.

El pasado 22 de septiembre, el secretario de Comercio de EU, Wilbur Ross, hizo pública un Op-Ed en el sitio oficial del departamento de Comercio que justamente el lunes, fue respondido por el presidente de la American Chamber of Commerce, Thomas Donohue, el máximo representante del sector privado exportador de EU, en el que advierte a la administración Trump que la propuesta que pretende un mayor contenido estadunidense en el contenido de reglas de origen o una cláusula de revisión quinquenal, implicará que México no acepte la negociación e inicie la salida de EU del TLCAN, lo que en su opinión sería un “pésimo negocio”.

¿Por qué respuesta? Porque Ross presentó el estudio de Anne Flatness y Chris Rasmussen de la Oficina de Análisis Económico y de Comercio del Departamento de Comercio, en el que se revisó la información sobre las cadenas de valor recientemente emitida por la OCDE. En ella se observa que entre 1995 y 2011, el contenido de los bienes manufacturados en EU importados por Canadá cayeron de 21 a 15% y en el caso de México cayeron más al pasar de 26% a 16%; en particular en la industria automotriz se señala que al representar 27% del total de las importaciones manufactureras de Canadá y México, la evidencia muestra que el déficit de comercio automotriz de Estados Unidos, en autos y auto- partes, es resultado del desequilibrio en la cadena de valor.

El estudio enfatiza que el problema es mayor porque el desequilibrio en el comercio regional no lo provocan autopartes producidas en México o Canadá sino en terceros países, ya que el porcentaje de contenido no Nafta importado desde los socios pasó de 12 a 24% en el caso de Canadá y en el de México pasó de 14 al 27 por ciento.

¿Dónde está la propuesta? Según Ross, las reglas de origen incluyeron provisiones para evitar que contenido no Nafta fuera incluido en bienes finales que se beneficiarán de arancel cero y que en la práctica ha ocurrido lo contrario, debido a que la lista de las partes exactas sobre las que aplican las reglas de origen, en su mayoría ya no existen.

Otra razón es que las reglas de origen incluyen el concepto “transformación sustancial”, es decir, si en un futuro un artículo no Nafta es producido en un socio Nafta, se transforma y reconoce como producido en EU, Canadá o México.

Por ello, repite que el representante comercial Robert Lighthizer tiene el objetivo de aumentar el contenido total de los socios Nafta e incrementar en el contenido regional el de EU en autos y autopartes. Ese es el objetivo central de la negociación y dentro de autos y autopartes, se encuentran cadenas de valor específicas como la de metales básicos.

¡Ahí está la propuesta. En blanco y negro! El tema laboral no es un tema para Estados Unidos. Es el hecho de que el contenido chino y asiático aumentó en 27% y tiene tratamiento Nafta. Tiene razón Ildefonso Guajardo. Se tiene que pensar en cómo proteger a la inversión instalada en México, Nafta y no Nafta. Ése es el desafío.

 

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