Wall Street desafió al miedo con algoritmos y lo pagó muy caro

Parece ser que el cataclismo del lunes fue otro flash crash detonado por la inteligencia artificial
Economía -
El pasado lunes Wall Street sufrió una severa caída. Foto: Archivo
El pasado lunes Wall Street sufrió una severa caída. Foto: Archivo

CIUDAD DE MÉXICO.- El pasado lunes Wall Street sufrió una severa caída, pero lo que llamó la atención fue la velocidad del desplome, en apenas unos minutos.

Es cierto que la caída comenzó el viernes, y las causas están detectadas:

  • Los mercados están caros
  • La tasa de 10 años está repuntando a gran velocidad
  • Se acumulan riesgos inflacionarios
  • El recorte de impuestos de Donald Trump traerá más inflación y deuda
  • Y la incomodidad que genera entre los inversionistas la llegada a la Fed de un tipo llamado Jerome Powell, un perfecto desconocido que ni siquiera es economista y que puede ser un títere de Donald Trump.

Por tanto, el impulso vendedor del viernes y lunes provenía de los humanos. Pero lo que sucedió durante quince minutos, en torno a las 15:00 horas del lunes de Nueva York, tuvo otro carácter:

El mercado parecían escapar al control humano y estar manejado por la lógica de los algoritmos. De manera repentina, las pérdidas del Dow Jones, que ya eran abultadas, de alrededor de 700 puntos (pts), se aceleraban y producían un derrumbe adicional de 875 pts.

Respecto al cierre del viernes, la caída era monumental: 1,579 pts o un desplome de 6.3% para situarse en 23,923.88 pts. En ese nivel, el Dow Jones perdía 10.1% respecto a su máximo histórico. Una caída de 10% respecto a su reciente máximo significa un mercado en “corrección”. Ese nivel técnico sirvió de soporte y provocó el rebote del mercado.  El Dow acabó con una caída de 1,175.21 pts o 4.6%.

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LOS ROBOTS

Los robots siempre han tenido bastante que ver cuando, sin esperarlo, se produce un derrumbe en las bolsas.

Están programados para proteger las carteras de un descalabro de los mercados, pero cuando el mercado pierde las máquinas están programadas para una sola cosa: cubrir las pérdidas: ellas mismas alimentan el colapso del mercado.

Algo parecido pudo suceder el lunes. Los inversionistas están en un rally alcista y ven un futuro favorable. 

Desafiando al miedo

Wall Street está nto que desdeñando el miedo a un descalabro del mercado o a la volatilidad (que se mide a través del VIX, un índice de volatilidad que construyó el CBOE, la bolsa de opciones más grande del mundo).

Este VIX se ha elevado a los altares como el “índice del miedo”. En teoría, mide la volatilidad esperada para 30 días del  S&P 500.

El índice tiene una correlación inversa con el S&P 500, por tanto, para protegerse de una caída inesperada en los mercados, compran uturos del VIX, los cuales proporcionan ganancias cuando su precio sube.

Sin embargo, con el “boom” de los mercados, mientras el S&P 500 cantaba récord con récord, la volatilidad, el VIX, ha caído a mínimos históricos y esa estrategia de cobertura no ha hecho más que generar pérdidas.

 

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JUGADA SEGURA

Pero no había problema. Desafiar el miedo en medio del imparable rally ha sido una jugada segura en los dos últimos años, y dado los altos rendimientos que generó, atrajo a los inversionistas, siendo uno de los productos que se pusieron de moda y proliferaron por todas partes con nombres estrambóticos.

Los dos más grandes fueron el VelocityShares Daily Inverse VIX Short-Term ETN de Credit Suisse (XIV), y el ProShares Short VIX Short-Term Futures (SVXY). Esos dos productos volaron más de 180% en 2017. Ante ese éxito, esta industria ligada a productos que apuestan contra la volatilidad se expandió hasta alcanzar casi los 4,000 millones de dólares (mdd).

Sin embargo, el viernes y el lunes sucedió lo inesperado. El aumento de los salarios y el repunte de las tasas propiciaron la caída de las bolsas y el aumento de la volatilidad. Los que apostaban por la paz absoluta, entre ellos los hedge funds, vieron cómo sus productos se hacían pedazos.

Y en esa tesitura entraron los algoritmos y las negociaciones de alta frecuencia, se activó el mecanismo de contagio, y se creó una bola de nieve en apenas quince minutos.

Para cubrirse de las pérdidas, se acumularon las órdenes que regresaban a la operación original: comprar volatilidad, el VIX.

Esa operación impulsó aún más al “índice del miedo”, que el lunes se disparó 116%. Y ese miedo, que a su vez forma parte de los algoritmos, se tradujo en más ventas de acciones, en estrategias que siguen la tendencia, y en el derrumbe del S&P 500.

Por tanto, todo parece ser que el cataclismo del lunes fue otro flash crash detonado por la inteligencia artificial, y por unos nuevos productos financieros que apostaban por la complacencia.

Afortunadamente, el tamaño de ese mercado no parece lo suficientemente grande como para generar un riesgo sistémico, y una vez pasado el susto, los inversionistas han regresado a las compras animados por el crecimiento económico y las expectativas de beneficios.

Sin embargo, no deben olvidar que este flash crash, en su origen, fue humano, y que el miedo no fue el VIX, sino la inflación y las tasas de interés. Ahí está la cuestión.

*Director de llamadinero.com y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM.

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