Otra señal de que algo pasa con la inflación en EU

Al nuevo jefe de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, con la economía en pleno empleo y con señales de estar robusteciendo su paso de crecimiento como resultado del rally bursátil, el recorte de impuestos de Donald Trump, el aumento del gasto federal, y el optimismo que solazan familias y empresarios, sólo le preocupa una cosa: la inflación.
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Otra señal de que algo pasa con la inflación en EU

 

CIUDAD DE MÉXICO.- La gran inquietud que ronda entre los se­sudos sabios de la Fed es si la econo­mía está carburando demasiado, si se está sobrecalentando y, en consecuen­cia, tendrán que actuar con más premura para evitar una espiral in­flacionaria. Desde el reporte de em­pleo de enero publicado a principios de mes se ha intensificado la ansie­dad con la evolución de la inflación. Ese día se supo que los salarios en Estados Unidos estaban aumentan­do a su ritmo más elevado desde el 2009, lo que suponía una arista más sobre los riesgos inflacionarios, ya de por sí cargados por las presiones de demanda, el repunte del precio del petróleo y la debilidad del dólar.

Las convulsiones que sufrió el mercado de bonos y Wall Street tras el dato de empleo manifestaron esa creciente ansiedad de los inversio­nistas con el comportamiento de la inflación. La tasa del bono de 10 años de Estados Unidos se disparó a niveles no vistos desde enero de 2014, en tanto la volatilidad regre­saba sobre el parqué neoyorquino y Wall Street entraba en corrección, lo que significaba una caída de más de 10% respecto a sus recientes máxi­mos históricos, esos que apenas sa­boreó el pasado 26 de enero. Todo sucedió muy rápido y, desde enton­ces, toda la atención se depositó en el próximo indicador de inflación, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para el mes de enero.

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Pues bien, ayer se publicó el IPC y los peores presagios se cumplieron al sorprender el dato con cifras mu­cho más altas de lo esperado. Sólo en el mes de enero, el índice gene­ral se incrementó un 0.5%, muy por encima de la tasa de 0.3% prevista por el consenso. De este modo, la tasa anual de la inflación general se mantuvo sin cambios en 2.1% cuan­do los analistas estimaban que se desacelerara a 1.9%. Si excluimos los componentes volátiles de alimentos y energía, la llamada inflación sub­yacente aumentó un 0.3% en ene­ro, también superior al consenso (0.2%). La tasa anual, en este caso, se mantuvo sin cambios en 1.8% cuando el mercado anticipaba que se relajara a 1.7 por ciento.

Por tanto, la inflación, medida por el IPC, parece estar ya rondan­do el objetivo de 2.0% de la Fed. El asunto es si la reciente tendencia apunta a una aceleración de la in­flación a lo largo del año. Si obser­vamos la tasa de crecimiento de los precios durante los últimos tres meses y la anualizamos, el IPC está aumentando a un ritmo de 2.9%, la mayor tasa desde 2011. Eso no son buenas noticias para la Fed ni para los mercados.

Pero además, el aumento de los precios fue generalizado y se obser­varon presiones al alza en todos los rubros. Subieron, desde luego, los precios de la energía con un aumen­to de 3.0% mensual, lo que arroja una tasa anual de 5.5%, como con­secuencia del repunte de las cotiza­ciones del barril de petróleo en los mercados internacionales. De este modo, el precio de la gasolina tre­pó un 5.7%, lo que se traduce en una tasa anual de 8.5%. Sin embargo, la cotización del barril de petróleo se ha hundido en estos últimos días: el WTI ha pasado de costar más de 65 dólares el barril a menos de 60, lo que relajará las presiones inflacio­narias durante febrero.

 Una de las sorpresas fue el precio de la ropa: se disparó 1.7% en enero, lo que supone el mayor incremento mensual desde 1990, si bien venía precedido de tres meses consecu­tivos de declives. Los precios de la ropa de mujer aumentaron a un rit­mo récord de 3.4%. También fueron notables los aumentos en transpor­te (+0.8%), salud (+0.4%) y vivienda (+0.3 por ciento).

¿Cómo reaccionó el mercado al dato de inflación? Pues bien, en pri­mer lugar, fortaleciendo las expec­tativas futuras de aumentos de tasas de interés, y deshaciéndose de bonos del Tesoro. Por primera vez, el mer­cado proyecta, medido por las pro­babilidades implícitas de los futuros de los fondos federales, tres aumen­tos de tasas para este año, las mismas que en un principio prevé la propia Fed. El mercado da por hecho que Powell subirá las tasas en su reunión del 21 de marzo (99% de probabili­dades) a un rango de 1.5% a 1.75%. A su vez, asigna una probabilidad del 64.8% a otro aumento de tasas en junio para situar los fondos federa­les entre 1.75% y 2.0%. A partir de ahí, el mercado ha estado elevando las probabilidades de otro aumento de tasas de 25 puntos base (pbs) duran­te la segunda mitad del año para lle­var la tasa de referencia a 2%-2.25%: para septiembre, dicha probabili­dad es de 38.3%, para noviembre de 45.8%, y para diciembre de 58.2%. La novedad es que por primera vez los futuros de los fondos federa­les incorporan para diciembre otro incremento de tasas con una pro­babilidad superior al 50%. En con­secuencia, la tasa de 10 años dio otro respingo, brincó 7 pbs y por primera desde enero de 2014 rebasó 2.9%. La tasa de 2 años se incrementó 6 pbs a 2.16%.

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Sin embargo, Wall Street esta vez miró para otro lado y prosiguió con su recuperación subiendo el S&P 500 en torno a un 1.0%. La razón es que, también ayer, se publicaron las ventas minoristas, y el consumo pri­vado también sorprendió al merca­do, pero a la baja, tanto en los datos de enero como en las revisiones de diciembre. Las ventas totales ines­peradamente se contrajeron un 0.3% cuando el consenso estimaba un incremento de 0.2%. Pero ade­más, el dato de diciembre se revisó de una lectura preliminar de 0.4% a otra de 0.0%. El llamado “grupo de control”, que es el que se incorpora al cálculo del PIB y que excluye ali­mentos, autos, gasolineras y mate­riales de construcción, se mantuvo sin cambio en enero cuando esti­maban un incremento de 0.4%. Y el número de diciembre se revisó de +0.3% a -0.2%. Posiblemente el en­friamiento del gasto del consumo en enero sea algo transitorio, resulta­do de las adversas condiciones cli­máticas, y repunte en los próximos meses alentado por el empleo, el aumento de los salarios y el recorte de impuestos. Pero sirvió para ma­tizar el dato de inflación al aplacar los riesgos de una economía sobre­calentada. ¿Cómo va a subir la Fed apresuradamente si el consumo pri­vado está renqueando?

Pero pese a que no hubo grandes desperfectos en el mercado bursá­til, la tensión persiste. La inflación se está acelerando en un momen­to en el que la capacidad ociosa de la economía está muy restringida. En enero ya hubo dos evidencias preocupantes: las remuneraciones por hora en el dato de empleo y el reporte de inflación del IPC. Ahora bien, hay que recordar que el indica­dor de inflación favorito de la Fed no es el IPC, sino el deflactor del gasto de consumo personal. El objetivo de la inflación de 2.0% está establecido para el deflactor del gasto. Este in­dicador de precios tiende a registrar niveles de inflación inferiores al IPC. La razón principal es metodológica: mientras el IPC compara la evolu­ción de los precios para una misma canasta básica, el deflactor del gas­to incorpora el efecto de los consu­midores de sustituir aquellos bienes cuyos precios suben más rápido por otros más baratos, por lo que refleja mejor el costo de la vida. Por tanto, ahora los ojos se concentrarán en el deflactor del gasto de consumo de enero que se publicará el prime­ro de marzo. ¡Tendremos que estar atentos!

*Director de llamadinero.com y profesorde la Facultad de Economía de la UNAM.

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