CIUDAD DE MÉXICO.- La gran inquietud que ronda entre los sesudos sabios de la Fed es si la economía está carburando demasiado, si se está sobrecalentando y, en consecuencia, tendrán que actuar con más premura para evitar una espiral inflacionaria. Desde el reporte de empleo de enero publicado a principios de mes se ha intensificado la ansiedad con la evolución de la inflación. Ese día se supo que los salarios en Estados Unidos estaban aumentando a su ritmo más elevado desde el 2009, lo que suponía una arista más sobre los riesgos inflacionarios, ya de por sí cargados por las presiones de demanda, el repunte del precio del petróleo y la debilidad del dólar.
Las convulsiones que sufrió el mercado de bonos y Wall Street tras el dato de empleo manifestaron esa creciente ansiedad de los inversionistas con el comportamiento de la inflación. La tasa del bono de 10 años de Estados Unidos se disparó a niveles no vistos desde enero de 2014, en tanto la volatilidad regresaba sobre el parqué neoyorquino y Wall Street entraba en corrección, lo que significaba una caída de más de 10% respecto a sus recientes máximos históricos, esos que apenas saboreó el pasado 26 de enero. Todo sucedió muy rápido y, desde entonces, toda la atención se depositó en el próximo indicador de inflación, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para el mes de enero.
Pues bien, ayer se publicó el IPC y los peores presagios se cumplieron al sorprender el dato con cifras mucho más altas de lo esperado. Sólo en el mes de enero, el índice general se incrementó un 0.5%, muy por encima de la tasa de 0.3% prevista por el consenso. De este modo, la tasa anual de la inflación general se mantuvo sin cambios en 2.1% cuando los analistas estimaban que se desacelerara a 1.9%. Si excluimos los componentes volátiles de alimentos y energía, la llamada inflación subyacente aumentó un 0.3% en enero, también superior al consenso (0.2%). La tasa anual, en este caso, se mantuvo sin cambios en 1.8% cuando el mercado anticipaba que se relajara a 1.7 por ciento.
Por tanto, la inflación, medida por el IPC, parece estar ya rondando el objetivo de 2.0% de la Fed. El asunto es si la reciente tendencia apunta a una aceleración de la inflación a lo largo del año. Si observamos la tasa de crecimiento de los precios durante los últimos tres meses y la anualizamos, el IPC está aumentando a un ritmo de 2.9%, la mayor tasa desde 2011. Eso no son buenas noticias para la Fed ni para los mercados.
Pero además, el aumento de los precios fue generalizado y se observaron presiones al alza en todos los rubros. Subieron, desde luego, los precios de la energía con un aumento de 3.0% mensual, lo que arroja una tasa anual de 5.5%, como consecuencia del repunte de las cotizaciones del barril de petróleo en los mercados internacionales. De este modo, el precio de la gasolina trepó un 5.7%, lo que se traduce en una tasa anual de 8.5%. Sin embargo, la cotización del barril de petróleo se ha hundido en estos últimos días: el WTI ha pasado de costar más de 65 dólares el barril a menos de 60, lo que relajará las presiones inflacionarias durante febrero.
Una de las sorpresas fue el precio de la ropa: se disparó 1.7% en enero, lo que supone el mayor incremento mensual desde 1990, si bien venía precedido de tres meses consecutivos de declives. Los precios de la ropa de mujer aumentaron a un ritmo récord de 3.4%. También fueron notables los aumentos en transporte (+0.8%), salud (+0.4%) y vivienda (+0.3 por ciento).
¿Cómo reaccionó el mercado al dato de inflación? Pues bien, en primer lugar, fortaleciendo las expectativas futuras de aumentos de tasas de interés, y deshaciéndose de bonos del Tesoro. Por primera vez, el mercado proyecta, medido por las probabilidades implícitas de los futuros de los fondos federales, tres aumentos de tasas para este año, las mismas que en un principio prevé la propia Fed. El mercado da por hecho que Powell subirá las tasas en su reunión del 21 de marzo (99% de probabilidades) a un rango de 1.5% a 1.75%. A su vez, asigna una probabilidad del 64.8% a otro aumento de tasas en junio para situar los fondos federales entre 1.75% y 2.0%. A partir de ahí, el mercado ha estado elevando las probabilidades de otro aumento de tasas de 25 puntos base (pbs) durante la segunda mitad del año para llevar la tasa de referencia a 2%-2.25%: para septiembre, dicha probabilidad es de 38.3%, para noviembre de 45.8%, y para diciembre de 58.2%. La novedad es que por primera vez los futuros de los fondos federales incorporan para diciembre otro incremento de tasas con una probabilidad superior al 50%. En consecuencia, la tasa de 10 años dio otro respingo, brincó 7 pbs y por primera desde enero de 2014 rebasó 2.9%. La tasa de 2 años se incrementó 6 pbs a 2.16%.
Sin embargo, Wall Street esta vez miró para otro lado y prosiguió con su recuperación subiendo el S&P 500 en torno a un 1.0%. La razón es que, también ayer, se publicaron las ventas minoristas, y el consumo privado también sorprendió al mercado, pero a la baja, tanto en los datos de enero como en las revisiones de diciembre. Las ventas totales inesperadamente se contrajeron un 0.3% cuando el consenso estimaba un incremento de 0.2%. Pero además, el dato de diciembre se revisó de una lectura preliminar de 0.4% a otra de 0.0%. El llamado “grupo de control”, que es el que se incorpora al cálculo del PIB y que excluye alimentos, autos, gasolineras y materiales de construcción, se mantuvo sin cambio en enero cuando estimaban un incremento de 0.4%. Y el número de diciembre se revisó de +0.3% a -0.2%. Posiblemente el enfriamiento del gasto del consumo en enero sea algo transitorio, resultado de las adversas condiciones climáticas, y repunte en los próximos meses alentado por el empleo, el aumento de los salarios y el recorte de impuestos. Pero sirvió para matizar el dato de inflación al aplacar los riesgos de una economía sobrecalentada. ¿Cómo va a subir la Fed apresuradamente si el consumo privado está renqueando?
Pero pese a que no hubo grandes desperfectos en el mercado bursátil, la tensión persiste. La inflación se está acelerando en un momento en el que la capacidad ociosa de la economía está muy restringida. En enero ya hubo dos evidencias preocupantes: las remuneraciones por hora en el dato de empleo y el reporte de inflación del IPC. Ahora bien, hay que recordar que el indicador de inflación favorito de la Fed no es el IPC, sino el deflactor del gasto de consumo personal. El objetivo de la inflación de 2.0% está establecido para el deflactor del gasto. Este indicador de precios tiende a registrar niveles de inflación inferiores al IPC. La razón principal es metodológica: mientras el IPC compara la evolución de los precios para una misma canasta básica, el deflactor del gasto incorpora el efecto de los consumidores de sustituir aquellos bienes cuyos precios suben más rápido por otros más baratos, por lo que refleja mejor el costo de la vida. Por tanto, ahora los ojos se concentrarán en el deflactor del gasto de consumo de enero que se publicará el primero de marzo. ¡Tendremos que estar atentos!
*Director de llamadinero.com y profesorde la Facultad de Economía de la UNAM.