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CIUDAD DE MÉXICO.- De acuerdo con la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad, los mexicanos desperdiciaremos cerca de cuatro años de nuestras vidas atrapados en el tránsito vehicular en las principales ciudades del país.
La locación en la que las personas han perdido más tiempo atrapados en el tráfico es en la Ciudad de México, con 146 horas al año, en promedio, es decir, el equivalente a 6 días de vacaciones.
Además, según reportes de la plataforma de Big Data, Sin Tráfico, el costo total del congestionamiento vial para para quienes habitamos en las principales ciudades de México, tanto para quienes viajan en auto como en transporte público, es de aproximadamente 94 mil millones de pesos anualmente, entre consumo de combustible, reparaciones prematuras del coche y, evidentemente, daños a la salud.
En ese sentido, un estudio realizado por la Universidad de Surrey (Reino Unido) afirma que durante el tránsito lento, los niveles de contaminación dentro del vehículo se incrementan hasta en un 40% que cuando se está circulando, así que lo mejor que se puede hacer es cerrar las ventanas del coche y apagar los sistemas de ventilación o ponerlos en modo de recirculación, de forma que quedemos aislados de los gases tóxicos que se producen, sobre todo si nos quedamos parados en un túnel.
No sólo nosotros padecemos las incomodidades del intenso tránsito, sino que también nuestro automóvil sufre las consecuencias pues, ante estos escenarios, componentes como los frenos, embrague, caja de velocidades, sistema de enfriamiento y motor son los que se enfrentan a un mayor desgaste por la acción de acelerar y frenar constantemente en un intervalo corto de tiempo recorriendo estas distancias.
Y es que durante un año, en promedio, cada conductor atorado en el tránsito frena y reinicia la marcha cerca de 18 mil veces, algo que no es nada sano para la mecánica de nuestro automóvil.
A parte de nuestro empeine, hay un elemento que sufre durante un embotellamiento cuando nuestro coche es de transmisión manual: el embrague. Considera que durante una hora tratando de desplazarse en el tránsito se realizan más cambios de velocidad que en un recorrido de mil kilómetros por carretera, algo que no resulta bueno para este pedal.
La mejor solución para lograr que sufra lo menos posible es evitar iniciar la marcha dando acelerones y reanudar el movimiento con suavidad, de modo que el motor no supere las 1,300 rpm; además, se debe evitar estar en alto total con la primera velocidad engranada y el pedal del embrague presionado, pues por la fricción de los discos que acoplan y desacoplan la transmisión se desgastarán prematuramente.
El desgaste de las balatas y los discos del sistema de frenos se puede incrementar hasta en un 40% en estos escenarios. Toma en cuenta que, cuando esperamos el último momento para reducir la velocidad, los frenos se resienten y deterioran, de modo que debemos ajustar la velocidad de nuestro auto con respecto al coche de delante y levantar el pie del acelerador para evitar frenadas bruscas.
Además, también el motor deja de respirar adecuadamente, pues las partículas de hollín que salen por los escapes de otros vehículos ensucian el filtro de aire más de la cuenta, minimizando la entrada de aire necesario para la combustión y provocando que no llegue suficiente aire limpio al motor.
Por otro lado, las posibilidades de que tu coche sufra un sobrecalentamiento aumentan, pues al estar detenidos no hay flujo de aire que entre por la parrilla frontal y tomas de aire que ayuden a refrigerar el motor, a pesar de que el ventilador del radiador esté funcionando al máximo.
Esto no sólo daña el sistema de refrigeración, sino que, además, el incremento de la temperatura en el interior del motor podría llegar a dañar componentes internos como las válvulas, los pistones e inclusive las bielas.
Los embotellamientos también someten a un gran esfuerzo a las cajas de cambio manuales, sobre todo en primera velocidad.
Los principales problemas que se presentan al circular así son holguras en los engranajes, fallas en las varillas del cambio, las cuales dificultan la inserción y aumenta el desgaste de los sincronizadores.
La transmisión permite que una misma velocidad de giro del cigüeñal se convierta en distintas velocidades de giro en las ruedas que empujan al coche.
Finalmente, ármate de paciencia y manten la calma. Si ya estamos en el embotellamiento, de nada sirve enojarnos y actuar con brusquedad, pues lo único que ganaremos será incrementar nuestro nivel de estrés.
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