¿Qué se necesita para que no existan más niños como Aylan?

Acciones contra la pobreza -
No hace falta irnos al otro lado del mundo para encontrar a niños que viven rodeados por fenómenos como la violencia, la desigualdad y la falta de acceso a Derechos Humanos. Foto: Arturo Daumas
No hace falta irnos al otro lado del mundo para encontrar a niños que viven rodeados por fenómenos como la violencia, la desigualdad y la falta de acceso a Derechos Humanos. Foto: Arturo Daumas
Aylan Kurdi es un nombre que será recordado por mucho tiempo. Quizá el más importante de 2015; el que hizo visibles a los más de 10,664 niños que han perdido la vida desde el estallido de la guerra en Siria en marzo de 2011, una guerra que, a pesar de haber costado más de 200,000 vidas humanas, ya no es mencionada por nadie. 
 
Aylan también es la cara de más de 7.6 millones de sirios que se han desplazado de su lugar de origen buscando una vida mejor para sus familias impulsados por la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades. 
 
Pero, ¿qué habría pasado si la fotógrafa turca Nilufer Demir no hubiera estado ahí en el momento exacto en el que se encontró el cuerpo del pequeño Aylan a orillas de la playa? ¿Se habría logrado el mismo impacto que hoy ha impulsado el debate acerca de los refugiados al interior de la Comisión Europea o su historia se habría perdido, como la de muchos otros, en el silencio?
 
Es innegable que la impactante fotografía, que muestra la trágica realidad a la que se enfrentan los refugiados sirios ha dado la vuelta al mundo, e incluso en México existe una petición al gobierno federal para otorgar asilo a 10,000 refugiados de dicho país que cuenta con casi 110,000 firmas de apoyo, y que cierra con la frase “¡Hagámoslo! Muevan a México a ser un líder moral”.
 
El caso de Aylan me hace querer recordar otra tragedia de la que tampoco se habla mucho, una que se encuentra dentro de nuestras propias fronteras. 
 
En México existen 21.2 millones de niños y adolescentes viviendo en condición de pobreza, de acuerdo con el último informe publicado por UNICEF el pasado 10 de abril. De ellos, 4.7 millones viven en pobreza extrema, en su mayoría en comunidades indígenas. 
 
En 2014, 1.5 millones de niños mexicanos padecían desnutrición crónica, una de las causas más comunes de fallecimiento en éste sector de la población, junto con otras causas prevenibles como las infecciones respiratorias agudas, bajo peso al nacer o parto prematuro, y enfermedades infecciosas intestinales que en conjunto cobraron 4,861 vidas en el año 2012, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población
 
En la actualidad el 27.5% de los niños y niñas menores de un año carecen de acceso a servicios de salud en el país.
 
En el caso de la migración, tan solo en el año 2014, 12,301 niños, niñas y adolescentes mexicanos fueron repatriados a nuestro país desde Estados Unidos sin la compañía de algún familiar, y 18,760 niños, niñas y adolescentes migrantes provenientes de Centroamérica fueron asistidos por el Instituto Nacional de Migración. 
 
De acuerdo con un estudio realizado por el investigador Guillermo Alonso del Colegio de la Frontera Norte, en el período 1993 - 2013, entre 900 y 1,800 niños, en su mayoría mexicanos, han fallecido en la frontera entre México y Estados Unidos. 
 
Existen millones de niños que, como Aylan, viven rodeados por fenómenos como la violencia, la desigualdad y la falta de acceso a Derechos Humanos dentro de sus entornos, y no hace falta irnos al otro lado del mundo para encontrarlos. Más aún, es nuestra obligación como seres humanos denunciar cada uno de estos casos, independientemente del lugar en el que se presenten.
 
La muerte de Aylan Kurdi de ninguna manera debe ser olvidada, y su historia debe seguir recorriendo todos los rincones del mundo para que lo que le ocurrió no vuelva a suceder, del mismo modo que lo que sucede con la infancia de nuestro país debe ser visibilizado inmediatamente, pues es una realidad tan lacerante y dolorosa como la que viven los miles de refugiados sirios que el día de hoy buscan una nueva oportunidad fuera de su país.
 
Hace 15 años los líderes de 189 países hicieron un compromiso conjunto para cumplir ocho objetivos, entre los que se encontraba la erradicación de la pobreza extrema y el hambre. 
 
Para 2015, decían, se reduciría a la mitad el número de personas viviendo con menos de un dólar al día. Hoy sabemos que una medición de la pobreza basada únicamente en el ingreso monetario es meramente simplista y no atiende a los problemas estructurales que causan esta condición.
 
Dentro de unos días, estos países se reunirán nuevamente bajo el auspicio de Naciones Unidas para aprobar la agenda de desarrollo post-2015, en donde se presentarán los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una “guía para lograr la dignidad” en los próximos 15 años.
 
El primero de los 17 objetivos enunciados es la erradicación de la pobreza en todas sus formas, en todo el mundo. 
 
Citando a Nelson Mandela, “la pobreza no es natural. Es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Se trata de proteger un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida digna.”
 
Hoy más que nunca tenemos la oportunidad de demostrar ese liderazgo moral al que aspiramos, entendiendo que el compromiso para erradicar la pobreza.
 
Si queremos que no existan más niños como Aylan, o como los millones que sabemos que existen en nuestro país, debemos formar parte de esta transformación, promover la justicia, transparencia y rendición de cuentas en todos y cada uno de los sectores. Dejemos de quedarnos callados ante la injusticia, nunca más permitamos que historias como éstas queden condenadas al silencio o al olvido.
 
Decía Abdullah Kurdi, padre de Aylan, durante una entrevista, “Si se me da el mundo entero ahora, ¿De qué me sirve?”. Es hora de pasar de la indignación a la acción, y esta es una responsabilidad que nos pertenece a todos.
 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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